3 de febrero 2011 - 00:00

Partidarios de Mubarak lanzaron cacería de opositores en El Cairo

El brutal ataque de miles de militantes del partido oficial de Egipto, algunos montados en camellos, fue respondido en el centro de El Cairo por los manifestantes prodemocráticos. Los heridos en las refriegas, como el que lleva la camiseta argentina en la foto del centro, se contaron por centenares. Las escenas fueron de un caos pocas veces visto.
El brutal ataque de miles de militantes del partido oficial de Egipto, algunos montados en camellos, fue respondido en el centro de El Cairo por los manifestantes prodemocráticos. Los heridos en las refriegas, como el que lleva la camiseta argentina en la foto del centro, se contaron por centenares. Las escenas fueron de un caos pocas veces visto.
El Cairo - Un violento ataque de militantes oficialistas contra los manifestantes prodemocráticos que ocupaban la plaza Tahrir de El Cairo, que derivó en una batalla campal que dejó como saldo al menos tres muertos y hasta 1500 heridos, marcó ayer un punto de inflexión en la crisis política de Egipto, que entra hoy en su décimo día.

La erupción de la violencia sumió al centro de la capital en el caos absoluto, bajo la mirada pasiva de los militares apostados en sus tanques y la ausencia total de policías, que estos días limitan sus funciones a dirigir el tránsito y custodiar algunas embajadas.

De los 1500 heridos -cifras calculadas por fuentes hospitalarias-, cuatro se encuentran en grave estado, según dijo a la televisión estatal el ministro de Salud, Ahmed Sameh Farid, quien añadió que las ambulancias debieron entrar a la plaza Tahrir (de la Liberación, en árabe) custodiadas por el Ejército.

La violencia estalló a las 12 hora local, cuando miles de defensores de Mubarak se acercaron a los accesos de la plaza para desalojar a los manifestantes de la oposición usando palos y barras de hierro.

Tras unos momentos de tensión, en los que se intercambiaron insultos a través de un endeble cordón de civiles y militares que intentaba separar a los dos bandos, comenzó una lluvia de piedras en ambas direcciones que hirió en a muchas personas, que fueron desalojadas inmediatamente de la plaza. Muchos otros sufrieron cortes y golpes al caer al suelo encima de cristales o al ser arrollados por la turba.

El principal foco de las refriegas fue el acceso a Tahrir ubicado frente al Museo Egipcio, donde se concentraron miles de partidarios gubernamentales, cuya cifra fue creciendo sin cesar a lo largo de la jornada hasta alcanzar al menos 10.000.

Llegaron a caballo y en camello, en barcas por el Nilo o en automóviles, tocando sus bocinas y gritando: «¡No se va, no se va!». La mayoría eran hombres jóvenes, pero también había mujeres, ancianos y hasta familias, que se mantenían a una distancia prudencial.

En cuanto oscureció comenzó el lanzamiento de cócteles molotov en la plaza, que originaron incendios que los militares trataron de sofocar con agua y que alcanzaron el Museo Egipcio. Desde las ventanas de los edificios colindantes se arrojaban palos, sillas y todo tipo de objetos sobre los manifestantes opositores.

Críticas

La situación de caos, que provocó unánimes críticas en Occidente al régimen egipcio, señalado como responsable último de la violencia, hace temer a los observadores que el Ejército adopte un rol más activo en la represión, que hasta el momento ha dejado al menos 300 muertos y miles de heridos.

Ayer, antes de las refriegas, el Ejército había asegurado que las demandas de los manifestantes ya habían sido atendidas por el Gobierno, por lo que debían regresar a sus casas y trabajos. Un criterio similar expuso luego de los choques el nuevo vicepresidente y exjefe del aparato de inteligencia, Omar Suleimán, quien además afirmó que «el diálogo con las fuerzas políticas depende del fin de las protestas».

Sin embrago, la oposición anunció que repetirá sus protestas hasta lograr la renuncia de Mubarak y mantuvieron la convocatoria al «día de salida» convocado para mañana.
El viernes es el día sagrado de la semana en el mundo musulmán, lo que hace temer, tal como ocurrió hace una semana, una afluencia masiva de manifestantes y nuevos hechos de violencia.

El dictador Mubarak había anunciado el martes a la noche en un discurso televisado por cadena nacional que no se presentará a las próximas elecciones presidenciales, en septiembre, y acusó a grupos políticos que no identificó de estar «manipulando y aprovechándose» de estas manifestaciones.

«Se necesita liderazgo para elegir entre el caos y la estabilidad», añadió el gobernante.

Sin embargo, las escenas vividas ayer en Tahrir están mucho más cerca del caos que de la estabilidad que esgrime Mubarak como argumento para no abandonar de inmediato el poder.

El dirigente opositor Mohamed El Baradei, una de las cabezas visibles del movimiento, aseguró que «matones salieron a atacar a manifestantes pacíficos y se probó que son oficiales de policía vestidos de civil». «Tenemos sus identificaciones de policía», afirmó, en sintonía con lo asegurado por testigos. Asimismo reclamó al Ejército que actúe en defensa del pueblo.

El canal de televisión Al Yazira mostró supuestas credenciales de policías que se hallaron en el suelo y que pertenecían a partidarios del presidente.

Un portavoz del Ministerio del Interior, el general Abdelkarim Hamdi, desmintió en declaraciones a la agencia oficial Mena que «miembros de la policía vestidos de civil hayan participado en los enfrentamientos».

Muchos ciudadanos que se encontraban en los alrededores de la plaza no podían contener las lágrimas al tratar de explicarse lo sucedido.

«Nuestro presidente es nuestro héroe; ahora está hablando el verdadero Egipto», dijo en cambio el empleado público Mohamed Amín, que acudió a la plaza con varios amigos, y se sumó al «mantra» que repiten los seguidores del mandatario: «Sin Mubarak no hay seguridad».

Agencias EFE, Reuters, AFP, DPA y ANSA

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