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Penetra Israel en el corazón de Gaza. Hamás obstaculiza la tregua
Fuerzas terrestres israelíes apoyadas por tanques realizaron incursiones en los barrios de Tal el-Hawa y Sheij Ejlin, en el sur de la ciudad, y luego se replegaron, y el suburbio de al-Atatra, más al Norte, también era blanco de sus operaciones.
El norte y el sur de la Franja, asimismo, fueron objetivos de los bombardeos israelíes, que a lo largo de la decimoctava jornada de la Operación Plomo Fundido atacaron viviendas y zonas desiertas desde donde los grupos terroristas palestinos lanzan cohetes.
Desde que se inició la ofensiva, murieron 971 palestinos y 4.500 resultaron heridos, según el recuento difundido ayer por el Ministerio de Salud de Hamás en Gaza.
La mitad de las víctimas mortales son civiles y cerca de un tercio -concretamente 311- son niños, precisa el recuento.
Como consecuencia de los ataques de ayer, murieron 19 palestinos, entre ellos, dos niños que habitaban una vivienda impactada al este del campo de refugiados de Yabalia, en el norte de la Franja, según el responsable del servicio de emergencias en Gaza, Moawiya Hasanín.
«El objetivo de enviar tanques a las áreas pobladas es atraer a los milicianos a enfrentamientos armados y tratar de agotar a la resistencia armada», explicó a la radio del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) un residente de Gaza.
Otros testigos aseguraron que los de ayer fueron los enfrentamientos armados terrestres más cruentos registrados en la Franja desde que el 3 de enero Israel inició su invasión en Gaza. En ese marco, Israel atacó más de cincuenta objetivos, entre ellos, treinta túneles en el sur de Gaza, así como lanzaderas de cohetes, informaron voceros militares israelíes.
Del otro lado, las milicias palestinas dispararon durante la jornada al menos 15 cohetes contra Israel, que no provocaron daños de importancia. Desde el inicio de la ofensiva, el balance de víctimas mortales israelíes asciende a trece, entre ellos, diez militares, y los heridos superan los doscientos. Seis soldados israelíes resultaron heridos ayer, uno de ellos de gravedad.
En el plano de las negociaciones, uno de los principales obstáculos con el que se topa la mediación egipcia es que las partes no negocian directamente entre sí. En el caso se Hamás, se suma que no queda claro hasta qué punto las disidencias internas serían salvadas en caso de llegarse a un acuerdo.
Por su parte, el jefe del Estado Mayor para la Defensa de Israel, Gabi Ashkenazi, advirtió en el Comité de Defensa y Relaciones Exteriores del parlamento israelí (Kneset) que «queda mucho por hacer» en Gaza. Ello podría leerse como una contradicción a expresiones de altos funcionarios vertidas en los últimos días que avizoraron un pronto fin de la ofensiva.
En tanto, el subjefe del buró político de Hamás en el exilio en Damasco, Musá Abú Marzuk, dijo que hay una «posibilidad» de que el grupo islamista acepte un alto el fuego. Pero el dirigente alertó que su organización tiene «sustanciales observaciones relacionadas con la posición de la resistencia en el terreno».
En tanto, el diputado de Hamás Salah Bardawil, quien participa en El Cairo de las negociaciones que encabeza el jefe de la Inteligencia egipcia, Omar Suleiman, ratificó que su grupo analiza los términos de una tregua, pero que busca «impedir que el enemigo sea compensado con éxitos políticos por los crímenes cometidos». Bardawil rechazó la posibilidad de que fuerzas internacionales con poder de fuego controlen las fronteras de la Franja, pero no se opuso a la presencia de observadores extranjeros.
A su vez, el presidente palestino, Mahmud Abás, cuya organización Al Fatah fue doblegada militarmente en Gaza por Hamás en 2007, acusó a Israel de querer «aniquilar» a la población de la Franja.
Agencias EFE, AFP y ANSA
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