16 de junio 2014 - 16:29

"RSE no es lavado de imagen, ni filantropía ni un show off"

Luis Ulla es un consultor reconocido en el ámbito de la RSE, director ejecutivo del IARSE y socio fundador de este instituto, cuya misión es promover experiencias y herramientas sobre sustentabilidad. En diálogo con Ámbito Biz, definió a la RSE como una política de gestión de negocios que incluye acciones que buscan aportar mejoras a la sociedad.

RSE no es lavado de imagen, ni filantropía ni un show off
Periodista: ¿Cómo define RSE y cuál es su propósito?

Luis Ulla: Hay que colocar esta definición en el ámbito de lo operativo y en la gestión de los negocios. Entonces, responsabilidad social empresarial o gestión responsable de un negocio orientada a la sustentabilidad pueden definirse como un modelo de gestión que tiende a colocar a la empresa en el máximo nivel de análisis, medición y reporte de toda la creación de valor económico, social, ambiental y ético cultural que una empresa produce.

P.: Muchos piensan a la RSE como una forma para que las empresas mejoren su imagen.

L.U.:
Mire, RSE no es greenwashing, no es lavado de imagen, no es filantropía, que es donar una pequeña parte de aquello que ganamos, no es show off... Es la manera en que se adoptan criterios y se toman decisiones cotidianas en la empresa.

P.: Pero entonces también tiene relación con la rentabilidad.

L.U.:
Sí, por supuesto. Porque lo que está haciendo la RSE como modelo de gestión es pensar en la rentabilidad y en la sustentabilidad o sostenibilidad del negocio en el largo plazo. Por lo tanto lo que está mirando en definitiva es cómo la empresa adopta decisiones para ser rentable en el corto, mediano y largo plazos.

P.: Algunos dividen lo que es RSE y sustentabilidad. ¿Cómo lo ve usted?

L.U.:
Nosotros creemos que son dos conceptos absolutamente complementarios; de hecho, si se toma la ISO 26000, dice que el sentido de gestionar una organización -cualquiera fuese- con responsabilidad social es contribuir al desarrollo sustentable. Por lo tanto diría que son dos caras de la misma moneda. Yo construyo una realidad de sustentabilidad en el ambiente donde me muevo gestionando responsablemente mi empresa o viceversa.

P.: ¿Cómo comienza el desarrollo de la RSE en la Argentina?

L.U.:
El tema llega al país casi en coincidencia con la crisis de 2000 y 2001, por lo tanto muchas empresas entendieron que llevar adelante responsabilidad social era atender a los reclamos inmediatos de la sociedad y en ese caso las empresas montaron programas de voluntariado y programas de donaciones.

P.: Por eso se confunde con la filantropía.

L.U.:
Exactamente. En ese momento era lo que la urgencia demandaba, pero no era necesariamente lo que estaba pasando en el resto del mundo. El resto del mundo no estaba en crisis en ese momento; sin embargo, se discutía cómo se gestiona una empresa responsable. Por lo tanto a nosotros nos tocó que la agenda se nos confundiese con la situación particular de nuestra casa, digamos.

P.: ¿Cómo estamos posicionados en el mundo en relación con este modelo de gestión?

L.U.:
Creo que la Argentina en términos generales está bastante alineada con lo que el resto del mundo hoy entiende como RSE. Si uno compara las mejores prácticas de las empresas líderes del país en el tema son de tan buena calidad, intensidad, comprensión del concepto como las mejores prácticas de las empresas líderes a nivel global. En este sentido estamos hablando de un reducido grupo de empresas líderes.

P.: ¿Existe alguna estadística sobre cuántas empresas en el país adoptan políticas de RSE?

L.U.:
Hay un dato que lo da el Instituto Argentino de Ejecutivo de Finanzas (IAEF), que reveló que en 2013 había casi 350 empresas que tienen una estructura formal de RSE o sustentabilidad dentro de su sistema organizacional, o sea que formalmente reconoce la existencia de un área. No es un dato menor que la Argentina tenga esta cantidad de empresas.

P.: ¿Pero cuál es el total de las empresas?

L.U.:
Sin duda, si se mira el total de las empresas en el país el nivel puede ser bajísimo, pero decir 350 conocidas, por este radar que no sé cuál ha sido el criterio por cierto, es positivo, yo siempre miro el vaso medio lleno. Hace diez años no existía ni siquiera una y hoy hay 350 que le han dado un lugar dentro del organigrama.

P.: ¿Qué tipo empresa es la que incluye a la RSE en su organigrama?

L.U.:
Hay multinacionales, multilatinas, empresas grandes, empresas entre medianas y grandes y pequeñas empresas que tienen al menos áreas o responsables del tema. Diría que seguramente si uno mirara el universo pyme, que probablemente esté fuera del muestreo que hizo la IAEF, seguramente se encontraría con muchas más personas que llevan el tema, aunque formalmente en una pyme en la estructura no esté delegado a un área en particular.

P.: ¿Debe estar formado el responsable de área o existe alguna carrera?

L.U.:
Hoy no hay una profesión que abarque la multiplicidad que supone la gestión de responsabilidad social y sustentabilidad. Lo que es vital es que se tome el conocimiento como algo serio, es decir que no se suponga que es algo fácil, que no se suponga que existe ese conocimiento; por eso muchas compañías dan el primer paso trabajando fuertemente la cuestión conceptual, es decir, vamos a ponernos todos de acuerdo en qué es para esta empresa ser socialmente responsable y dónde está la oportunidad de crear valor que tenemos nosotros por sobre las otras.

P.: ¿El futuro trabajador tiene en cuenta que la empresa sea socialmente responsable?

L.U.:
Es algo que repite mucho en las reuniones de gerentes la gran mayoría de las empresas. Las nuevas generaciones, la Y y la Millenium son generaciones que revierten las situaciones de búsqueda laboral, ellos eligen las empresas donde van a trabajar. El protagonismo ambiental y el social están siendo variables para captar talentos. Hay personas que tal vez puedan aceptar una menor remuneración a cambio de trabajar con la empresa que se identifican en términos de valores. Además hoy hay un 30% de cátedras de responsabilidad social dentro de las universidades, tanto en las escuelas de negocios como en posgrados, por lo cual las nuevas generaciones que salen al mercado van entendiendo de qué se trata esto y van a buscarlo como una opción.

P.: ¿Hay articulación con organismos del Estado, sea nación, provincia, municipio?

L.U.:
Éste es uno de los temas en donde tenemos una cierta deuda en la evolución de la responsabilidad social en la Argentina comparada, por ejemplo, con Europa. En realidad necesitamos mucha más integración a políticas públicas de parte de las empresas y de los compromisos con la educación, con el cuidado del ambiente, con la protección de las nuevas generaciones que debieran llevarnos a una agenda común entre la sociedad civil, el mundo empresarial y las políticas públicas. Lo cierto es que se avanza mucho más en la escala cercana, que es la del municipio, que es el que mejor interpreta esta idea de cómo nos integramos en políticas en conjunto con lo público. La escala municipal es este primer gran escenario para coordinar estas acciones, nos quedan los desafíos a nivel provincial y nacional.

P.: ¿Pero mantienen contactos?

L.U.:
Los contactos están, pero lo que creo es que aún falta mucho más diálogo e intercambio entre los sectores, lo mismo con el sector social de la Argentina.

P.: ¿Cuáles son los desafíos a futuro de las empresas en materia de RSE y sustentabilidad?

L.U.:
Los grandes desafíos están en colocarlos de manera permanente en los estándares de conducta. La responsabilidad social no es sólo algo que se aplica en épocas de bonanza, sino que se hace siempre. Cuando una empresa adopta un criterio responsable lo mantiene independientemente de las variables contextuales que en la Argentina tal vez tienen mayor impacto. Es llevar una práctica transversal a todos los procesos que la compañía tiene y en donde cada uno se siente protagonista de la creación de un valor superior que incluye la economía. Hablamos de una empresa que puede mostrar un balance positivo en número pero además un balance ético, cultural, social y ambiental que también da un resultado positivo, y por lo tanto ganó la empresa y con ella ganó la sociedad.

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