4 de noviembre 2021 - 00:01

Un balde de agua fría electoral y el desafío del Congreso golpean con dureza a Biden

El candidato demócrata a gobernador de Virginia perdió inesperadamente. Mal augurio -y, en paralelo, aliciente para los republicanos- ante el inicio de la carrera hacia los comicios intermedios. Las victorias en la ciudad de Nueva York y una muy apretada en Nueva Jersey no despejan el ambiente. El plan de gastos del presidente sigue llamativamente estancado.

LA IMAGEN DE LA DERROTA. El demócrata Terry McAuliffe asumió su caída en la pelea por la gobernación del estratégico estado de Virginia.
LA IMAGEN DE LA DERROTA. El demócrata Terry McAuliffe asumió su caída en la pelea por la gobernación del estratégico estado de Virginia.

Washington - El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sufrió ayer un amargo revés al confirmarse la resonante derrota demócrata en la elección a gobernador de Virginia, considerada como una prueba sobre aprobación y la robustez de su mandato, en momentos en que sus ambiciosos planes de reforma siguen bloqueados en el Congreso.

Tras su gira europea con paradas en Roma para el G20 y en Glasgow para la COP26 -ver aparte-, el jefe de la Casa Blanca regresó a Washington durante la noche del martes para afrontar un momento difícil de su presidencia.

A un año de las cruciales elecciones de medio mandato que podrían cambiar los equilibrios de poder, la derrota en Virginia es un severo golpe para Biden, quien personalmente hizo campaña junto al candidato demócrata Terry McAuliffe.

Ese estado, contiguo a la capital, es considerado clave por su carácter oscilante en comicios presidenciales y los demócratas creían hasta hace poco haber recuperado de manera duradera.

“Vamos a ganar” en Virginia, había lanzado el mismo martes el mandatario, quien se alzó con este estado con un cómodo margen de 10 puntos porcentuales en los comicios presidenciales de noviembre del año pasado.

Camino

Para los republicanos, la victoria de Glenn Youngkin ofrece una posible hoja de ruta para 2022 y tal vez incluso para los comicios presidenciales de 2024, pues logró retener la base electoral del exmandatario Donald Trump, de quien se distanció lo suficiente como para recuperar votos en los suburbios acomodados.

Pese a que en la ciudad de Nueva York, el demócrata, excapitán de policía y afroestadounidense Eric Adams ganó la alcaldía y que en el estado de Nueva Jersey el gobernador demócrata, Phil Murphy, se impuso al aspirante republicano Jack Ciatarelli, esas victorias no fueron suficientes para impulsar la presidencia de Biden.

Ahora, el presidente debe volver a sumergirse en las angustias del Congreso, donde sus dos enormes planes de gasto público en asistencia social, reconversión energética e infraestructura son objeto de interminables negociaciones entre los progresistas y moderados de su propio partido.

Esfuerzo

En medio de este impasse, Biden intenta restaurar la imagen de su presidencia, fuertemente empañada después de la caótica retirada de Afganistán en agosto.

Biden espera ansiosamente que su proyecto “Reconstruir mejor” de reforma social y climática por 1,75 billones de dólares se apruebe rápidamente y se convierta en una gran victoria personal. El proyecto incluye 555.000 millones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que la Casa Blanca ha descrito como “la mayor inversión jamás realizada para abordar la crisis climática”.

El mandatario no pudo -como esperaba- subirse al podio de la COP26 en Glasgow con ese cheque aprobado, garantía del “regreso” de Estados Unidos a la escena internacional luego de que Trump (2017-2021) retirara al país del acuerdo climático de París.

El proyecto de Biden -ya reducido a la mitad- es impugnado principalmente por el senador moderado Joe Manchin, demócrata del estado tradicionalmente conservador de Virginia Occidental, cuyo voto es crucial ante la exigua mayoría demócrata en la Cámara Alta.

“Siempre he sido claro: si no puedo ir a casa y justificar (los programas de gasto), no puedo votar”, dijo este, expresando su preocupación por el impacto de estos planes en la deuda pública y la inflación.

“Las querellas políticas deben terminar”, agregó, en alusión al bloqueo impuesto por el campo demócrata progresista al segundo plan de Biden para invertir 1,2 billones de dólares en infraestructura, que cuenta el apoyo de demócratas y algunos republicanos.

Aprobado por el Senado en agosto, el proyecto está bloqueado en la Cámara de Representantes por los demócratas progresistas que exigen votar los dos proyectos en forma simultánea, pues temen que los centristas se nieguen a apoyar el costoso plan social una vez que se apruebe el de infraestructura.

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