16 de agosto 2013 - 00:00

Un conflicto que se multiplicará

El Cairo - "Batalla decisiva: el Estado contra la Hermandad Musulmana", tituló ayer el diario Al Masry al Youm. Sin embargo, los frentes de la brutal lucha de poder que se libra en Egipto no están tan claros como intenta presentar este diario independiente de El Cairo.

Y es que el baño de sangre del miércoles no sólo profundizó la brecha entre partidos seculares y seguidores islamistas del presidente derrocado Mohamed Mursi, sino también provocó una profunda división en el seno de cada uno de esos dos campos.

Nadie está dispuesto a hacer concesiones: los seguidores del encarcelado expresidente seguían ayer atacando comisarías y edificios públicos un día después del violento desalojo de sus campamentos de protesta. La minoría cristiana también tuvo que protegerse tras una ola de ataques incendiarios y saqueos contra iglesias y otras instituciones.

Es que en el campo de los islamistas hay activistas que apuestan por protestas totalmente pacíficas y otros que quieren retar el poder estatal con actos de sabotaje y ataques armados.

En el caso de los opositores a la Hermandad Musulmana, se está abriendo ahora una nueva brecha entre los políticos dispuestos a utilizar todos los medios en su lucha contra los islamistas y quienes advierten del peligro de un regreso al antiguo Estado policial de los tiempos de Hosni Mubarak.

El gesto más representativo de este último sector es la dimisión anunciada el miércoles del Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei como vicepresidente de transición, quien rechazó los desalojos violentos de los campamentos de protesta que provocaron una espiral de violencia en todo el país. Por su gesto es ahora criticado por muchos exsocios políticos.

Otros miembros del Frente de Salvación Nacional, uno de cuyos principales representantes era hasta ahora El Baradei, publicaron en la noche del miércoles una declaración que podría echar más leña al fuego.

"Egipto levantó con orgullo la cabeza no sólo para mostrar al mundo entero su victoria sobre las fuerzas políticas que se sirven de la religión en Egipto y en la región. Se trata también de una victoria sobre la conspiración de algunos Estados que intentaron apoyar el dominio de la cúpula de la Hermandad Musulmana", apuntó, triunfante, la coalición secular.

Un portavoz del movimiento "Tamarrud" (Rebelión), que con sus protestas masivas a fines de junio fue el instigador del golpe militar para derrocar a Mursi, propuso incluso la expulsión del embajador turco después de que el Gobierno de Ankara se pusiera del lado de la Hermandad Musulmana.

Pese a los ataques de sus miembros a instituciones estatales y cristianas, la Hermandad sigue viéndose únicamente en el papel de víctima. Y sigue buscando su salvación con protestas y actos de sabotaje, sin importar los llamamientos de líderes musulmanes que piden el fin de la crisis mediante el diálogo.

"A partir de ahora será todavía peor", pronostica Isandr al Amrani, comentarista del popular blog The Arabist, que considera ingenuos a los políticos liberales que esperan lograr un nuevo comienzo del cambio con ayuda del Ejército. Algo que no se logró tras la caída de Mubarak en 2011.

Al mismo tiempo, advierte a los islamistas que no deben creer que lograrán su objetivo con protestas y alborotos. "Sus opositores saludan la violencia retórica y física de los seguidores de ese campo para justificar así su propia violencia".

Agencia DPA

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