«Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer» (Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer, EE.UU., 2007, habl. en inglés). Dir.: T. Story. Int.: I. Gruffudd, J. Alba, C. Evans, M. Chilkis, J. McMahon y la voz de L. Fishburne.
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El éxito de los films basados en comics de Marvel ha generado un fenómeno parecido al de los viejos monstruos de la Universal. Por eso no hay que extrañarse de este encuentro de Los Cuatro Fantásticos con Silver Surfer, algo así como la version Marvel de Frankenstein contra el Hombre Lobo.
Si bien el surfer que vino del espacio es otro superhéroe surgido de la misma pluma de Stan Lee, su esperada entrada en el cine -es un personaje de culto para los seguidores del comic- la hace como villano, ya que es el emisario de un ente apocalíptico que deambula de galaxia en galaxia devorando mundos e interrumpiendo la boda del Hombre Elástico y la Mujer Invisible.
El director Tim Story hizo un trabajo de fan al respetar estos íconos de Marvel calcando la estética de la historietas y esforzándose por no romper lo ingenuo de los conflictos de estos personajes. De ahí que las luchas contra poderes cósmicos, villanos terrestres resucitados (el malvado Doom vueve a aparecer) y militares totalitarios nunca dejen de estar prolijamente intercalados con bromas naives que permiten distender la tensión en medio de cualquier crisis realmente catástrofica. En ese sentido, el ataque de Silver Surfer a Londres es un tour de force de efectos especiales que culmina con una agria visión de un Támesis seco reflejando lo que podria pasarle a todo el planeta sin una rápida intervención del cuarteto de superhéroes.
Con una concisa duración de 92 minutos, la película no tiene un solo bache en ritmo y diversión, mientras que por otro lado, tampoco pretende tener más profundidad que una simple historieta, ni siquiera al momento de la redención de un personaje complejo como Sirver Surfer (dotado de la gravedad vocal del talentoso Laurence Fishburne). La música de John Ottman apuntala con imaginación cada clima, y a Stan Lee le dieron uno de los mejores cameos en toda la historia de apariciones amistosas en films basados en sus propios personajes.
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