La poética singular de La Zaranda desembarca en el Regio

La Zaranda regresa a Buenos Aires con “Manual para armar un sueño” y se presentará por tres únicas semanas en el teatro Regio del CTBA.

La Zaranda realizó una intensa y coherente labor creadora que le valió prestigio internacional.

“La obra se trama con dos impulsos fundamentales, el de Don Quijote y Segismundo, dos mitos que España dio al mundo”, dice Eusebio Calonge de la prestigiosa compañía andaluza La zaranda, que vuelve a Buenos Aires con “Manual para armar un sueño” y se presentará por tres únicas semanas en el teatro Regio del CTBA.

Con entradas a 13 mil pesos, la obra podrá verse de miércoles a domingos desde el 21 de agosto y cuenta con texto de Calonge, dirección y espacio escénico de Paco de La Zaranda. En sus más de cuatro décadas de existencia, La Zaranda realizó una intensa y coherente labor creadora que le valió prestigio internacional. Su trayectoria tiene como constantes el compromiso existencial y partir de sus raíces tradicionales para revelar una simbología universal. Sus recursos dramáticos son la búsqueda de una poética trascendente sin perder la cotidianidad, el uso simbólico de los objetos, la expresividad visual, la encarnación de textos en situaciones puramente teatrales y la búsqueda por plasmar personajes vivos.

Acaso a contramano de lo anterior, Calonge se expresó sobre el teatro en España: “En España las compañías casi han desaparecido, con lo que desaparece el teatro de creación, y se implantan las producciones, que actúan como franquicias, el éxito de Broadway o el de París o Londres. No se piensa ya en el público sino en la cantidad de localidades que se venden, es decir se gestiona desde la taquilla no desde el escenario. El teatro se ha convertido en otra forma de zapping, con la cara del famoso de turno, vendiendo no entretenimiento sino atontamiento”.

Periodista: ¿Por qué esta obra es una decidida oda a la esperanza? ¿En qué piensan cuando hablan de las tinieblas de este mundo hostil?

Eusebio Calonge: Porque cuando todo se oscurece, cuando todo tiende a una caída de valores, el teatro no debe perder su dignidad, debe seguir manteniendo un sentido, y este sólo nos lo puede dar la esperanza. Puede que ese espejo del teatro donde el hombre se mira, cuerpo y alma, lo refleje en los abismos, pero el hacer que se contemple ya le da una distancia, establece un punto de enjuiciamiento, es decir puede formar un espíritu crítico. En un mundo donde la información ha abolido al pensamiento esto me parece un papel fundamental. Esas tinieblas del mundo vienen de la ambición del poder, la violencia, las injusticias, tanto dolor que el arte intenta al menos hacer belleza y reflexión. Trayéndolo al ámbito de mi oficio, el meramente teatral, ese poder se ejerce por quienes usan el teatro como trampolín para sus ambiciones.

Eusebio Calonge escribió el texto de la nueva obra que cuenta con dirección y espacio escénico de Paco de La Zaranda.

P.: ¿Por qué sitúan la obra en la intimidad del camarín, y la magia del escenario, que reflexión se hace de la labor del actor como metáfora de la vida?

E.C.: Esta obra abre un camino como peregrinaje, muestra dos opciones a tomar, entre las tentaciones de este tiempo: la vanidad, el éxito, la avaricia, hasta ese victimismo en que con tanta frecuencia caemos o el de seguir con rectitud la propia conciencia. Esta que era una trama muy frecuente en el teatro medieval, es el espejo que desenterramos en ese camerino. El actor es también un motivo de alegoría frecuente, se reviste de un personaje que le da el destino y que pierde con la muerte, por lo que este camino donde se decide la vida creo que atañe a todos. Sí, el teatro como metáfora de la vida es un argumento clásico en el teatro, y esta obra de Zaranda es una aproximación, una extracción de cuanto vivo permanece en esos textos.

P.: ¿Cómo es ese viaje infinito por la historia?

E.C.: Es infinito desde el punto de vista de la creatividad del ser humano, sujeto a sus pasiones de siempre, a sus miedos ancestrales, y dándole una incesante forma a sus sueños.

P.: ¿Cómo juegan lo onírico con el mundo real?

E.C.: Creo que los sueños forman parte de nuestra realidad, al menos esa realidad está hecha con la misma materia de los sueños, que diría Shakespeare, sin más consistencia la vida que estos para Calderón. Aunque el hombre se haya ido alejando de ese que fue un lugar de revelaciones. La razón los hostigó, intentó reducirlos a ciencia, a sabiendas de que esta es muda ante los grandes enigmas de la existencia. A los sueños sólo le quedó el arte como refugio. Sólo el creador frecuenta esa senda que lleva de los sueños a la realidad para llevar a otros de la realidad al sueño.

P.: ¿Qué pueden decir del teatro hoy en España y en el mundo?

En España en concreto las compañías casi han desaparecido, con lo que desaparece el teatro de creación, y se implantan las producciones. Que actúan como franquicias, el éxito de Broadway o el de París o Londres. No se piensa ya en el público sino en la cantidad de localidades que se venden, es decir se gestiona desde la taquilla no desde el escenario. El teatro se ha convertido en otra forma de zapping, con la cara del famoso de turno, vendiendo no entretenimiento sino atontamiento.

¿Cómo ven el teatro y la cultura en Argentina?

E.C.: Nosotros aprendimos mucho del teatro argentino, grandes maestros sobre el escenario que tuvimos la fortuna que nos honraran con su amistad. A mi juicio, Argentina dio al mundo a finales del siglo XX el teatro con el lenguaje más poderoso de ese momento. De aquella verdadera eclosión quedan muchas cosas vivas otras han sido neutralizadas por el comercio. Pero La Zaranda siempre regresa a Buenos Aires para seguir aprendiendo.