16 de abril 2022 - 00:00

"Un hombre peligroso", la experiencia teatral que reivindica al anarquista Severino Di Giovanni

A través de explosiones, tiroteos y represión, la obra repasa la vida del famoso militante e invita a la participación del público. Ámbito dialogó con su autor y protagonista, Ariel Nuñez Di Croce.

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"¡Viva la anarquía!". Fuego. La salva de fusiles silencia la proclama. Severino Di Giovanni acusa la descarga. Ni siquiera la soga que lo sostiene le impide caer fulminado. ”Las balas han escrito la última palabra en el cuerpo del reo", sentencia un tal Roberto Arlt desde la tribuna de periodistas que contemplan el lúgubre espectáculo. Es el 1 de febrero de 1931 y Di Giovanni ya no existe. Al menos de manera física, porque la leyenda de este obrero y poeta anarquista recién está naciendo.

Hoy apenas quedan destellos de aquel movimiento que supo aglutinar a buena parte de la clase trabajadora entre sus filas. En ese legado se inscribe “Un hombre peligroso”, la experiencia teatral que invita a recorrer la vida y obra de Di Giovanni y, a través de ellas, del anarquismo. “Es volver a reescribir la historia y que se cuente como tiene que ser, y no con la contaminación y el bastardeo que tiene el mundo anarquista”, explica a Ámbito su creador y protagonista, Ariel Nuñez Di Croce, quien define a la obra como “la más grande su vida”.

Cómo funciona el mundo

“Un hombre peligroso” surgió de la inquietud de Di Croce por entender “cómo funcionaba el mundo”. “Empecé a profundizar en los movimientos políticos. En el capitalismo, el socialismo. Descubrí a Thordeau y su Desobediencia Civil, y ahí entré en la anarquía. En estos tipos que se iban a vivir a un lago, alejados de todo”, dice. El actor no solo se sumergió en las ideas de los primeros pensadores anarquistas, sino también en las de aquellas personas que las llevaron adelante. Fue entonces que apareció una figura que lo cautivó: Severino Di Giovanni.

“Me dije 'yo soy esto'. Dentro de todos los pensamientos políticos, me identificaba totalmente. Que no hay ni dioses, ni patrones ni jefes: que todos seamos iguales. Severino fue la figura que englobaba toda esa voluntad de cambiar las cosas, aun con los métodos que tenía. Él hablaba de que la violencia estaba bien utilizada si era para defenderse. Él ponía bombas, robaba bancos, estaba escapándose de la Policía constantemente. Si recolectás toda esa información, decís 'esto es una película, este chabón no existió'”, relata.

Pero Di Giovanni no solo existió, sino que fue catalogado como “el tipo más maligno que pisó la Argentina”. Y sobre esa premisa Di Croce empezó a planificar la obra. “La trabajé como si fuera una película. Yo mamé más cine en mi crecimiento como actor”, dice. El texto está basado en el libro “El idealista de la violencia”, de Osvaldo Bayer. Para el artista, lo fundamental era plantear la vida de Severino y todos los interrogantes que dejó, mediante la herramienta del teatro: “Me parece interesante utilizarla para algo que pueda mejorar las condiciones y los conocimientos de los compañeros y compañeras que están al lado nuestro”.

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Sobre por qué eligió especialmente a Severino, Di Croce responde: “Me enamoraron su valentía, su voluntad y sus ganas. Era admirable. Yo tengo un hijo de 3 años y no quiero imaginar lo que debe haber sido para Severino estar lejos de su familia, que la cana entrara a su casa, rompiera todo y asustara a los pibes y a su mujer. Mudarse a cada rato. Es algo que ni siquiera puedo imaginarme, pero trato de acercarme para enaltecer su figura”.

Aunque en principio iba a ser un unipersonal, la cantidad de puertas que se abrieron investigando a Di Giovanni llevaron al autor a cambiar de idea. “Me pareció más divertido jugar con otros. Yo no me relaciono mucho con la palabra director, me siento más coordinador. Hubo una apertura a que cada uno opine, modifique y proponga sobre sus escenas y las escenas de los demás”, comenta.

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En acción

En “Un hombre peligroso” el público empieza a vivir la experiencia desde su casa. Para llegar a la sala deberá resolver un acertijo. Una vez pasada la prueba, los asistentes serán abordados por anarquistas que los llevarán a un mitin secreto. A lo largo de poco más de dos horas, formarán parte de una puesta que incluye 14 intérpretes en escena, tiroteos, explosiones y represión en distintos paisajes del entramado porteño de un joven siglo XX.

El aspecto interactivo estuvo presente desde el inicio. Por experiencias previas en espectáculos como Fuerza Bruta, Di Croce sabía que ser parte deja marcas más profundas que la tranquilidad de una butaca. “La obra propone involucrarse, invitar a la revolución. La revolución no implica violencia, sino llevar nuestras palabras a la acción. Te va a afectar: escuchás un tiro, un tipo que está sangrando por un palazo de la Policía se apoya en vos. Para para cada persona es una obra distinta; eso es lo maravilloso. Te rozaron, te golpearon, un cana te dijo algo al oído. Eso sucede toda la obra”, analiza.

Algunos de los personajes son América Scarfo -amante de Di Giovanni- y sus hermanos, Roberto Arlt, los anarquistas Diego Abad de Santillán y Emilio López Arango del diario La protesta e integrantes de la FORA, Rodolfo González Pacheco del diario La antorcha y el jefe de Orden Social Juan Velanr, entre otros. El realizador remarca que para él “el mayor descubrimiento fue lo grupal. Estar con un equipo que está sintiendo al unísono lo mismo y que considera que esto excede lo teatral. Que estén entregándolo todo como lo están haciendo es lo que hace a la cuestión. Esto lo podría haber hecho solo pero siento que me quedaba corto. Esto se tenía que contagiar”

Una vez terminada la obra, el elenco y el público comparten una charla circular para intercambiar impresiones al respecto. “La otra vez vino una chica que se la pasó llorando toda la charla y no habló. Estaba con un chico de 13, 14 años. Después escribió en Alternativa Teatral y yo la identifiqué. Contaba que a su hijo le había puesto Severino y que gracias al espectáculo pudo entender un poco más quién es. Ahí es cuando yo digo 'puta, la magia del teatro'; que algo que es una mentira, como una obra o una película, tenga esa posibilidad de transformar positivamente el alrededor”, analiza el entrevistado.

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Huellas

Severino Di Giovanni nació en Chieti, Italia, en 1901. A los 20 años se volcó de lleno a la militancia anarquista. Luego del ascenso de Mussolini, emigró a la Argentina. En Buenos Aires conoció al dirigente Paulino Scarfó y, pese a estar casado y ser padre de tres hijos, inició una relación con la hermana, América Scarfó. Su actividad lo llevó a vivir en la clandestinidad gran parte del tiempo. Fue fusilado a los 29 años, durante la dictadura de José Félix Uriburu.

“Han venido a ver la obra familiares de América Scarfó y también de Rodolfo González Pacheco. Que esa gente sienta que su historia se contó y que su abuelo volvió a vivir es un orgullo para mí. Es algo mágico. Después de un año y medio de ensayo en pandemia, siendo 14 y con todos los miedos. Que ahora estemos de este lado y la historia se esté contando. Que se lo hayan apropiado, a mí me da más combustible”, cuenta el entrevistado.

A modo de cierre, Di Croce lanza: “De alguna manera estas historias son las menos escuchadas o están tapadas. La única posibilidad que tenemos como humanidad para poder vivir en un mundo mejor es el camino de la anarquía. Entender que somos libres, pero que también tenemos que ser responsables. Somos hermanos. Esta obra es la más grande de mi vida. Todo está puesto acá y así trato de vincularme con mi trabajo, que es lo que más amo en el mundo. Lo hago como si fuera la última vez que lo voy a hacer”-

“Para mí es necesaria esta obra. Tiene el espíritu de seguir luchando, de imponerse las trabas. En uno de los textos de Severino dice 'qué es el hombre sino la naturaleza que toma conciencia de sí misma'. El espectáculo es una excusa: queremos que eso cale hondo. Obviamente, con luces, con máquinas de humo, con cosas, pero lo jugoso está por debajo”, finaliza.

* Un hombre peligroso”: funciones los días sábados, en el Espacio de Resistencia Cultural “Sigue la Polilla”,Castro Barros 874, CABA.

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