29 de julio 2024 - 14:40

Un tributo a Nacha Guevara, desde su infancia a su paso por el Di Tella y Broadway

El bailarín, cantante, actor y transformista homenajea a Nacha Guevara con la recreación de su vida y obra, en el Teatro Multiescena CPM, desde agosto.

Lucas Gonzalez canta a Nacha Guevara se presenta desde el 9 de agosto tras su éxito en Madrid. 

"Lucas Gonzalez canta a Nacha Guevara" se presenta desde el 9 de agosto tras su éxito en Madrid. 

Con el espectáculo “Lucas González canta a Nacha Guevara”, el artista se presenta en Buenos Aires tras su éxito en Madrid, desde el 9 de agosto con 5 funciones en el Teatro Multiescena CPM. El bailarín, cantante, actor y transformista homenajea a Nacha Guevara con la recreación de su vida y obra, desde su infancia en Mar del Plata, su paso por el Instituto Di Tella, el exilio, Broadway y su regreso a Buenos Aires. Conversamos con González, radicado en Madrid hace 16 años .

Periodista: ¿Cómo empezó la tu admiración por Nacha Guevara?

Lucas Gonzalez: Es muy particular y dejé que aflore de grande. Como el arte, que lo tuve relegado durante dos décadas y lo mismo el salir del armario. Si me preguntan si de chiquito cantaba en el coro de la escuela, cero, porque quería protegerme, pertenecer, no quería sobresalir. Desde siempre me llamó la atención Nacha, es la artista más rica, tiene miles de matices, es versátil, tiene muy claro como quiere mostrarse. Empecé a estudiar danza clásica a los 20 años, grande, no porque mis padres no me dejaran antes sino porque yo me descubrí grande. Hasta los 19 sabía que era gay pero lo quise evitar, los tiempos actuales son muy diferentes pero eran los 90 y era así. Todo mi estudio con el arte comenzó de grande y lo mismo la conexión con Nacha, aunque la admiré desde siempre. Me cautivaban las cosas diferentes que decía en “Me gusta ser mujer”, era distinta al resto de las actrices y cantantes.

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P.: ¿Qué momentos de la vida de Nacha recorre el espectáculo?

L.G.: Va desde la infancia en Mar del Plata, la adolescente, rebelde, que pasa por el Instituto Di Tella, su exilio, su llegada a Broadway, su conexión con el tango y el final es su vuelta a Buenos Aires en 1983. Es un show muy visual, es un musical unipersonal, cuento su historia. Me resulta atractivo a nivel dramático, tiene mucho claroscuro, tiene poesía, armonía, belleza, hay actuación, canciones en vivo, hago transformismo para personificar a Eva Perón en la llegada a Broadway de Nacha y lo particular de este período radica en que se albergan esos himnos de su carrera, entre los 20 y los 43 grabó “Mi ciudad”, “Send in the clowns”, “No llores por mi Argentina”, “La canción del odio”, “La mucamita”, “Soy snob”, “Yo soy la Nacha”, “Aquí estoy”, “Por qué cantamos”, etc.

P.: ¿Cómo fue tu paso por Caviar?

L.G.: Estuve 3 años, fui bailarín, congeniábamos muy bien con el grupo, eran muy exigentes y perfeccionistas y dejé porque me quedé a vivir en Madrid, de hecho llegué con una temporada de Caviar, el grupo volvió a Buenos Aires, siguió más y después con la muerte de Jean se interrumpió. Me dejó esa escuela que mamé en mi formación como bailarín clásico que es muy rígida e impregna disciplina. Lo seguí explorando pero mi percepción artística era otra porque era un bailarín en el grupo, en aquellos años estaba sobre el escenario pero no era el intérprete y artista que soy hoy. Era distante, no me movilizaba tanto. Mi evolución personal hizo que creciera a nivel artístico.

P.: ¿Cómo te recibió el público de Madrid?

L.G.: Vivo allí hace 16 años pero en los primeros años invertí mucha energía en lugares equivocados. Aquí hay un barrio gay, Chueca, con bares, pubs, y creí que mi lugar estaba ahí pero no, porque la gente no pagaba para verme sino para tomar algo y divertirse. Hasta que me di cuenta y viré a pequeñas salas, teatros, pasaron los años, estudié canto, terminé arte dramático y hubo una evolución lenta pero constante y armé mi pequeño público.

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P.: ¿Qué diferencia hay con el público argentino?

L.G.: El argentino es mucho más apasionado, más expresivo, se lo nota, se lo escucha, se lo siente. Aquí son más fríos, aplauden, están encantados, también son apasionados porque vienen de la copla pero son menos efervescentes. Cuando ellos ganaron el único mundial de fútbol, hasta que no fue la final no salían a festejar, y nosotros salimos a festejar cada partido, en todas las instancias, hasta cuando perdemos y vamos a recibir a la selección. Somos más amorosos como público y para el interprete eso es gasolina.

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