Hantavirus: cómo se comporta el ratón colilargo en una región endémica

Ámbito.com dialogó con el biólogo Marcelo Abril, quien se dedicó a estudiar la dinámica del ratón en el municipio chubutense de Cholila. Aquí, la radiografía del animal.

Marcelo Abril
Marcelo Abril
Fundación Mundo Sano

Gracias al brote de Epuyén, el hantavirus está en boca de todos. Pero lo cierto es que en algunas regiones del país es una enfermedad endémica y los casos (no relacionados entre sí) corresponden a cepas diferentes. Pero el animal que porta el virus (aunque con distintas familias) es el mismo: el ratón colilargo.

Durante 10 años, la Fundación Mundo Sano, en conjunto con el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui”, en Pergamino y el Departamento de Ecología de Roedores de la Universidad Nacional de Río Cuarto realizaron un estudio en el municipio de Cholila, Chubut, para estudiar la dinámica de estos roedores, portadores del virus Andes, agente causal del síndrome pulmonar por hantavirus en humanos.

En ese entonces, durante toda una década se realizaron muestreos de remoción de ratones en diferentes ambientes, en primavera, verano, otoño e invierno. Se colocaron alrededor de 7.200 trampas por estación del año en esta localidad, con la idea de conocer la biología y ecología de este roedor, la prevalencia de infección así como también los momentos y lugares en que se alcanzaban los mayores valores poblacionales. En concreto, saber sobre la dinámica espacial y temporal de estos animales para llevar adelante modelos, mapas de riesgo y generar conocimiento que posibilitara trabajar en la prevención de esta problemática.

Ámbito.com se contactó con Marcelo Abril, biólogo y director ejecutivo de la Fundación Mundo Sano, quien comentó las conclusiones y las vivencias en estos 10 años de trabajo.

Periodista: ¿Qué pudo saberse del ratón colilargo tras 10 años de estudio?

Marcelo Abril: El estudio nos permitió conocer la dinámica de la población de los ratones colilargos y su presencia extendida a lo largo de Cholila. Colocamos trampas en los cuatro valles o áreas geográficas en la que está dividida la localidad chubutense y a su vez, dentro de esos cuatro valles, en cuatro tipo de ambientes: pastizal, matorral, bosque y en periurbano. Hubo presencia de ratones en todos ellos, con variabilidad de abundancia. Pero a modo de determinar el riesgo para la gente, la presencia en el periurbano de este roedor fue muy importante. Por ende, son fundamentales las recomendaciones de mantener el pasto corto en los patios y jardines de las casas, así como también la hermeticidad de las viviendas en zonas endémicas, por ejemplo, con rejillas siempre cubiertas. También, con variabilidad, se pudo confirmar que esos ratones eran reservorios del virus Andes, porque se tomaron algunos ejemplares y se les extrajo una muestra de sangre.

Periodista: ¿Cómo los ayudaron los pobladores? ¿Los estudiaron?

M.A.: Sí, mucho. Por un lado el estudio contempló también tomar muestras de sangre a pobladores, para hacer una “Encuesta serológica de la población local” y ver qué cantidad de personas habían estado expuestas al virus. Y hasta se llegó a encontrar que algunos de ellos habían estado expuestos y sin embargo no tenían ni recuerdo ni registros de haber cursado un síndrome pulmonar por esta causa. En concreto, de entre 2.500 pobladores, se tomaron muestras a más de 500 personas y seis de ellas estaban en la situación mencionada. Así podría hablarse de cepas más y menos agresivas del virus con relación a la salud de las personas e incluso algunos cuadros asintomáticos. Esto no sólo abre camino a nuevas investigaciones, sino que refuerza la idea de que si estás en un área endémica, como la de los bosques andino patagónicos, las medidas de prevención y los cuidados personales tienen que ser permanentes y no esperar a que haya un brote. Por otra parte, más allá de la cuestión científica, fue muy interesante el diálogo con los pobladores de Cholila. Algunas personas añosas estaban convencidas de que el virus había venido de afuera, porque en su memoria ellos se acordaban de cuando dormían en carpas abiertas, les pasaban los ratones por encima y en sus palabras “no pasaba nada”. Evidentemente si alguna persona moría en 1960 ese fallecimiento pasaba por neumonía, porque no se diagnosticaba en aquel momento.

P.: ¿Qué datos sacaron del ratón en sí mismo y de qué metodologías se valían para hacerlo?

M.A.: De los ratones que se capturaban, algunos se sacrificaban y a otros se los liberaba tras tomarles una muestra. Anotamos el sexo del animal, el tamaño, la edad, si era un juvenil o un adulto, si era una hembra preñada. Se hacía un análisis para ver en qué estado estaba la población de vitalidad. Y se tomaban los datos sobre si eran portadores del virus Andes. En concreto, se encontraron mayor cantidad de portadores en los machos y de ese dato se pueden sacar especulaciones sobre que se lo transmiten entre ellos por conductas territoriales, al pelear y mordisquearse. A su vez, se hizo una línea de trabajo en la que se tomaba contenido de materia fecal para ver qué era lo que comían, y hallamos que el colilargo es flexible, con una dieta amplia, por lo que no podemos dar la recomendación de no plantar determinada especie en un predio periurbano..

P.: ¿Cuáles fueron las principales motivaciones que lo llevaron a encarar este estudio tiempo atrás?

M.A.: Desde la Fundación Mundo Sano trabajamos enfermedades transmisibles y en especial las desatendidas. El caso particular de hanta resultó interesante y fue un trabajo conjunto con otras dos instituciones. Una fue el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui” que tenía interés de conocer más sobre la dinámica de la transmisión del virus en una región endémica. La otra fue el Departamento de Ecología de Roedores de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Luego se sumó la Comisión Nacional de Estudios Aeroespaciales. Por lo que teníamos buenos socios en algo de lo que se sabía muy poco. Fue una gran oportunidad.

P.: En estos días, el presidente de la Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN), Norberto Ovando, sugirió que la caza de zorros y pumas contribuyó a la proliferación del ratón colilargo, que suele ser la presa de ambas especies. ¿Qué tiene que decir de esta afirmación?

M.A.: Para determinar si esto sucede, se debe hacer un estudio como el que hicimos con el colilargo, pero de cada una de esas especies. En materia de Ecología de poblaciones, se hacen una curva de abundancia de poblaciones, una curva sinusoidal. Sin la intervención humana, estas varían de año a año. Normalmente se dan fenómenos de estas curvas desacompasadas en el tiempo entre presa y predador. Cuando hay abundancia de presas, comienza a crecer la población del predador. Después, cuando se empieza a agotar el recurso alimentario, decrece la población de predadores y vuelve a elevarse la población de presa. Ahora, si adicionalmente hay caza de predadores, lo que postularon podría suceder. Por sentido común, si la mano del hombre produce un gran impacto en la población de predadores, por lógica se beneficia la población de presas.

P.: ¿En qué estaciones del año hay mayor y menor población de ratones?

M.A.: Al final del invierno están los niveles más bajos. A partir del inicio de primavera comienzan varias instancias de reproducción. Al inicio nace la primera camada de ratones nuevos del año y en el transcurso del siguiente verano, esa primera camada vuelve a reproducirse. Por eso, entrado el otoño hay máxima abundancia por la acumulación de ratones nacidos en primavera y en verano.

P.: ¿Una última reflexión sobre el estudio?

M.A.: Tenemos que hacer entender que el roedor no es nuestro enemigo sino que nosotros estamos ingresando en su territorio. Por lo tanto, en determinadas geografías, los hábitos de prevención tienen que ser permanentes. Y los equipos de salud deben estar atentos para la sospecha diagnóstica.

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