4 de julio 2008 - 00:00
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Hay que remontarse a los años Menem para encontrar el mismo nivel de repudio de la farándula al gobierno, pues ni con De la Rúa se llegó a tal malestar ya que sólo se lo ridiculizaba en TV (cuando el propio Néstor Kirchner se sumaba a las parodias de De la Rúa, junto con Tinelli y Freddy Villarreal). Este diario indagó en la opinión de los presentes en el Martín Fierro y costó encontrar alguno a favor del gobierno, excepto los empleados K Daniel Aráoz y Coco Silly que insistieron en que creen en el modelo y en esta conducción.
Graciela Alfano se animó a hablar de la moda de Cristina de Kirchner y de su gobierno: «Como decían Jackie Onassis o Sofía Loren, más allá del trend o lo fashion hay que tener el look de uno. Y Cristina me encanta, es impecable, tiene un estilo muy personal. Ella cuida mucho su imagen y está bien, aunque la critican porque debería lucir más sencilla quizá. Pero esos mismos también se quejarían si estuviera desarreglada, un hombre es más fácil, se lava la cara, tiene el pelo limpio y ya está, en cambio las mujeres tenemos que estar más atentas. No soy especialista en moda, pero me encanta de Cristina que haya puesto esa moda del rimmel, le da con ganas al rimmel y es su identidad». Sin embargo, a la hora de hablar de la realidad del país no la aduló: «Esperemos que este país salga porque estamos pasando por un momento serio, grave. Escuchaba la voz de Ingrid Betancourt y ella dijo muy claro que Colombia tiene que respetar otras posturas políticas y en nuestro país debería ocurrir lo mismo».
Mónica Gutiérrez: «Me gustaría que Cristina recuperara realmente el protagonismo de su gobierno, como mujer quiero eso, creo que está a tiempo de salir de esta circunstancia y volver a tomar el control afectivo. Hay un problema a resolver, hay que dirimir tensiones y ésa es la tarea básica de un gobernante, tienen que encontrar fórmula por consenso para resolver. El estilo Cristina es molesto, sobre todo sus reprimendas a la prensa: siempre nos está fustigando por algo. A mí me produce fastidio, pero a esta altura no me importa y me la banco».
Anita Martínez también se quejó de los modos de la Presidente: «A mí no me gusta que me griten, ni que me reten, y eso siento a veces con la Presidente. Hay que pacificar un poco las cosas, hay que empezara bajar los tonos de las discusiones. Me asusta cómo dice las cosas. Ella me parece capaz y tiene gran locuacidad, está preparada pero a veces me asusta. No me parece mal que use palabras raras aunque algunas dicen que no existen... ahí no puedo opinar porque no tengo muy a mano el diccionario». Enrique Llamas de Madariaga fue más allá: «Me encantaría que Cristina fuera presidente y no copresidente».
Para María Isabel Sánchez «tiene una personalidad fuerte que a veces genera rechazo en las mujeres. Pero somos contradictorias porque a las mujeres nos gusta reivindicar nuestros derechos y que se nos valore por la personalidad y el trabajo, pero cuando aparece alguien así... la criticamos por eso mismo. Creo que tiene un problema serio en las manos. En cuanto a la vestimenta, me gustaría verla más sencilla, quizá porque yo soy más clásica y me gusta el estilo tranquilo», concluyó Sánchez, aunque lucía un vestido provocativo, ajustado y multicolor.
Lucrecia Capello, militante histórica de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, diferenció a Cristina Kirchner de la política de derechos humanos: «No tiene nada que ver mi trabajo con Abuelas y Madres, que viene de antes de Cristina, con apoyar o no al gobierno. Son cosas bien diferentes y hay que marcarlas. Acuerdo con algo que dijo Guinzburg antes de morir: a veces estoy tan enojada con este gobierno y tan en desacuerdo, pero sin embargo, cuando pienso la gente que habla mal de este gobierno, recapacito un poco. Acuerdo con algunas cosas y con otras no».
Para Diego Suárez, director de «Lalola», «el problema de Cristina es el aparato, ella me gusta pero el tema es que en lugar de llenar la Plaza con convicción, la llenamos con la caja fuerte del poder. Esto ocurre así desde 1800. A Isabel Perón no se la bancaron y la tumbaron, y el tema de la prepotencia no es central. En seguida se agarran del glamour del botox, y hay 550 minas que se hacen eso. Ahora, ¡qué presidentes tuvimos! Uno salió al balcón a decir 'La casa está en orden' y nos arruinó. Otro vació el país a bordo de una Ferrari, y otro dormía la siesta y tuvieron que sacarlo entre cuatro. No me voy a preocupar porque ella se ponga un botox».
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