6 de abril 2005 - 00:00
En Costanera Sur y Recoleta, la miseria a metros de la opulencia
Los indigentes eligen para vivir zonas opulentas de la Capital, como Costanera Sur y Recoleta. Lo hacen porque también buscan seguridad. De los que pernoctan en la calle, la mitad rechaza la ayuda oficial. Son más de 1.000 adultos y otros 1.000 niños y adolescentes. Estos últimos llegan a 4.500 si se considera a quienes pasan por la Ciudad y duermen en la provincia. En el caso del asentamiento de la Reserva Ecológica, ya se están instalando oficinas del Gobierno de la Ciudad para estudiar el traslado de sus habitantes.
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El monumento está sucio, pero no más que las porciones de césped que los buenos vecinos usan como baño público para sus mascotas. Enrollado detrás de una saliente se podía apreciar un colchón y bultos con pertenencias, lo mismo que debajo de unas palmeras. Por la noche sus dueños armaban la «ranchada». Eran 2 familias con 5 chicos cada una, oriundas, según fuentes del programa Buenos Aires Presente (BAP), de Avellaneda, donde vivían en una villa miseria. Por eso el caso de los dos matrimonios y los niños de entre 2 meses y 10 años fue derivado al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que negoció la mudanza de estos nuevos vecinos de la Recoleta otra vez a la provincia.
Patricia Malanca, coordinadora general del BAP, explicó a Ambito Financiero que el último relevamiento estimó en 1.103 los adultos que se encuentran en condición de calle, sin contar niños, ni cartoneros (estos últimos son en 90% de la provinciade Buenos Aires y por eso no entran en los cálculos de la Ciudad).
En tanto, Nacha Bronstein, a cargo del programa Atención Integral de Niños, Niñas y Adolescentes en situación de calle, aseguró que se estima en 1.000 la cantidad de menores que duermen en la intemperie. El total llega a 4.500 si se considera a los niños y adolescentes que circulan por Buenos Aires durante el día y van a dormir a la provincia.
A estos habitantes de la calle se acercan los hombres de la municipalidad para ofrecerles paradores nocturnos .
«Más de la mitad los rechaza», señaló Malanca respecto de los adultos.
Siempre refiriéndose a los mayores, son más difíciles de convencer los que ya superan el año de la situación de calle.
Según las estimaciones oficiales, 70% son alcohólicos y algunos de ellos llevan ya 7 años viviendo en la intemperie porteña.
Sin embargo, desde la administración de la Ciudad aclaran que entre ellos se registra «cero criminalidad» y que, por el contrario, son ellos mismos los más preocupados por la seguridad. Por eso eligen para pernoctar lugares iluminados o con mucha circulación de gente. «También muchos viven cerca de su último trabajo o de su última casa», explica la coordinadora.
Día a día a las oficinas del BAP llegan reclamos de vecinos de Recoleta y Barrio Norte, dos de las zonas más afectadas por este fenómeno. Desde el programa se les hace una devolución a los vecinos y se los invita a participar de las entrevistas y de la solución de los casos, pero muchos prefieren no hacerlo.
La zona de la Biblioteca Nacional hace 6 años que es muy afectada. Muchos de sus habitantes se van y vuelven a los pocos días ya que el edificio y sus alrededores ofrecen muchos recovecos que hacen las veces de cobijo.
Ahora es usual que se registren estas «ranchadas», habitáculos precarios en los que viven hasta 4 o 5 personas. Este fenómeno puede verse, por caso, junto al Museo de Bellas Artes en la avenida Libertador, a metros de Plaza Francia.
En tanto, según Malanca, no son muchas las familias en situación de calle como las que habitaban el monumento a Eva Perón. «Son 15 como mucho las propias de Capital. Pero el resto de las familias, la mayoría son mendigos de la provincia o cartoneros. Es preocupante porque la Ciudad no tiene recursos para esta gente ya que, de hecho, cuentan con vivienda en el conurbano», dijo la funcionaria. Según el Gobierno, la mortalidad en la propia calle es baja. En el invierno 2004 murieron 2 personas y en 2003 ninguna. Días atrás fallecieron dos indigentes arrastrados por el agua del temporal en una alcantarilla. En tanto, hay muchos que van quedando discapacitados.
• Reserva Ecológica
Una situación similar se vive en la Reserva Ecológica, sobre la Costanera Sur, aunque la problemática es diferente: se trata de un asentamiento de 2.000 personas, unas 600 familias.
El asentamiento Costanera Sur tiene 100 metros de frente por 400 de fondo y se encuentra dentro de una franja de terreno de 18 hectáreas que la Secretaría de Medio Ambiente quiere recuperar para la Reserva.
A metros de la estatua Las Nereidas de Lola Mora, junto a la Sección Perros de la Prefectura, comienza la villa. Es también a metros de donde la mayoría de los porteños elige mitigar las noches de calor de la Ciudad por la seguridad que aporta la presencia de uniformados y la iluminación de la zona.
A las 14 horas de un día cualquiera, dos perros somnolientos descansan junto a un taxi con las cuatro puertas abiertas mientras unos camioneros matean a la sombra de los árboles. Frente a ellos se alza un almacén de dos pisos precarios y otra vivienda alta con una antena de Direct TV. También hay un cartel que anuncia «Reparación de calzado». Es todo el frente del asentamiento en el que no se respira en absoluto el clima de violencia que se vive en los lindes de otras villas de la Ciudad.
• Desmantelamiento
El vicejefe de Gobierno a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social, Jorge Telerman, acordó en el verano con 16 delegados del asentamiento y 4 legisladores armaruna mesa permanente de trabajo para coordinar el futuro desmantelamiento del asentamiento.
Por lo pronto, se resolvió realizar mejoras transitorias en el mismo lugar para evitar enfermedades. Se trata de luz y agua, no cloacas, ya que desde el Gobierno de la Ciudad alegan imposibilidades por el terreno.
El posible foco infeccioso es el brazo del Río de la Plata que hace las veces de límite sur del asentamiento. Allí se acumula mucha basura por ser desagüe de un sector de la Ciudad.
También comenzó el trabajode la erradicación en sí por lo que el Gobierno porteño ya dispuso oficinas junto al asentamiento para que cada familia prepare con asistentes sociales y psicólogos un plan para mudarse.
Según informó a este diario Mario Billubi, asesor de Telerman, y a cargo de la negociación con los pobladores del asentamiento, se trata de « familias humildes con intenciones de salir adelante». «Por eso para nosotros no es una villa, sino un asentamiento», detalló.
Según las fuentes, hay familias que se encuentran en el lugar desde hace 20 años. En la Ciudad hay unas 23 villas de emergencia.
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