Singular protesta, una «huelga de pasta», se realizó ayer en Italia para rechazar la suba de precios prevista para ese producto, el amado plato nacional. ¿Se le ocurrirá al inefable Guillermo Moreno copiar una idea así en su lucha contra la inflación? Debería empezar, por ejemplo, por llamar a un boicot contra el consumo de ensalada, dados los aumentos, por ejemplo, de la papa y el tomate. Quizá lo intente si la lluvia de subsidios para bajar los precios no da resultado.
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En el caso italiano, fueron las principales asociaciones de consumidores las que organizaron la protesta, acompañada por otras iniciativas, como una distribución gratuita en algunas plazas de leche y pan.
El problema es con la harina, por ello la amenaza de suba de 20% en pan, pasta y galletitas. En la Argentina, amén de las frutas y hortalizas, también el pan está por las nubes, salvo en la panadería donde compra Moreno.
Si no se le ocurre al polémico funcionario, ¿serían capaces aquí los consumidores de organizar una protesta así? El bolsillo movió a los italianos a quejarse por los incrementos de los precios -que, según algunos cálculos de las asociaciones de consumidores, llevarán a una familia tipo italiana a gastar aproximadamente 1.100 euros más que en 2006-; por eso muchos respondieron al llamado lanzado y evitaron degustar la «pastaciutta» por un día.
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