Washington (EFE) - Cinco meses después de haber lanzado su «cruzada contra el mal» en Afganistán, Estados Unidos encontró el último fin de semana una resistencia inesperadamente fuerte y decidida de combatientes de Al-Qaeda, que mataron a nueve soldados, hirieron a varias decenas y destruyeron un helicóptero, admitió ayer el Pentágono.
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El jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, advirtió que «la tarea está muy lejos de completarse, ya que hay bolsones sustanciales de resistencia de un enemigo que acecha y espera su oportunidad». Añadió que en la zona de los combates, en montañas a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, al sudoeste de la ciudad de Gardez en el este de Afganistán, «hay un número relativamente grande de combatientes de Al-Qaeda, bien organizados y fuertemente armados». Con todo, dijo desconocer si su líder, Osama bin Laden, se encuentra con ellos.
En la operación, que ha movilizado más de 1.000 soldados estadounidenses y otros contingentes de afganos coaligados y tropas de Canadá, Australia, Alemania, Francia, Dinamarca y Noruega, «las fuerzas enemigas han sufrido un número mucho más alto de bajas», afirmó Rumsfeld.
El secretario de Defensa admitió que las tropas de EE.UU. y sus aliados afganos han sufrido «decenas de heridos», y recalcó que tanto los muertos como los heridos han sido todos evacuados. Las operaciones se realizan con el continuo apoyo de la aviación norteamericana, que bombardea repetidamente los refugios y concentraciones del rival.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers, dijo que la ofensiva sobre los «bolsones de resistencia avanza en un ambiente extremadamente difícil, muy frío, que no sólo hace difícil la acción de las tropas, sino también la operación de los helicópteros».
«Hay varios cientos de combatientes de Al-Qaeda en cuevas, en valles, en las montañas. Es un enemigo muy resuelto y dispuesto a morir», agregó.
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