28 de julio 2020 - 00:02

La puja entre los gigantes de internet y el Congreso se cuela en la campaña electoral de EE.UU.

Los legisladores buscan determinar si las empresas, apodadas GAFA, tienen una posición dominante en el mercado debido a prácticas ilegales y monopolio.

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Washington - Mañana, a menos de 100 días de las elecciones, los legisladores estadounidenses interrogarán a los directivos de las gigantes tecnológicas, una industria que hasta ahora ha escapado en gran medida del control de las autoridades del país. La comisión judicial investiga posibles abusos de posición dominante por parte de Google, Amazon, Facebook y Apple (también conocidas como GAFA) y la pertinencia de las leyes antimonopolio existentes y su aplicación.

Sundar Pichai (Alphabet, empresa matriz de Google), Tim Cook (Apple), Mark Zuckerberg (Facebook) y Jeff Bezos (Amazon) comparecerán por videoconferencia debido a la coyuntura del coronavirus.

En un contexto de desconfianza general hacia Facebook, los políticos podrían verse tentados a arremeter especialmente contra la red social, a la que acusan de laxitud en la moderación del contenido y de tener demasiada influencia en las campañas electorales. A riesgo de alejarse del tema de la competencia, que es el que invoca la cita.

“Estas audiencias sirven esencialmente a los miembros del Congreso para designar a los culpables y hacer discursos para su circunscripción”, opina Douglas Melamed, profesor de derecho en la Universidad de Stanford, “pero esta vez podría ser diferente”.

Durante el último año, el Departamento de Justicia de Estados Unidos, la agencia de protección al consumidor y los Estados también han lanzado investigaciones sobre las GAFA.

A ambos lados del espectro político aumenta la presión contra la omnipotencia política y económica de las plataformas digitales, que la pandemia de covid-19 ha hecho más esenciales que nunca en la vida cotidiana.

Y más ricas también. Entre marzo y junio, los multimillonarios Bezos y Zuckerberg acumularon respectivamente 43.700 y 32.000 millones de dólares adicionales, según un estudio realizado por un centro de expertos estadounidense que aboga por la justicia fiscal.

Más allá del atractivo elenco, algunos analistas se preguntan si es buena idea meter compañías tan diferentes en el mismo paquete.

“Espero una audiencia muy teatral más que resultados concretos”, dice Carolina Milanesi, de Creative Strategies. “Las empresas se darán cuenta de que les conviene hacer algunas concesiones para evitar controles más estrictos”.

Apple y Amazon están acusadas de ser juez y parte en sus plataformas, una por su tienda de aplicaciones y la otra por vivir del comercio electrónico.

“Es como si yo tuviera una tienda en un centro comercial y el dueño del centro comercial instalara una tienda frente a la mía para vender los mismos productos que yo, a precios más bajos”, dice Mike Massey, propietario de una marca de equipamiento deportivo de Nueva Orleans, durante una conferencia de prensa organizada por Athena, un grupo de asociaciones anti-Amazon.

Google y Facebook capturan la mayor parte de los ingresos globales de publicidad digital.

Las interacciones de los usuarios con sus servicios “gratuitos” y ampliamente dominantes les permiten crear perfiles de consumidores y vender espacios publicitarios muy específicos a gran escala.

Pero las GAFA también tienen cosas en común. Nacidas en el Lejano Oeste estadounidense, han ido abarcando mucho más de sus negocios principales, desde la nube hasta el entretenimiento, con nuevos proyectos y adquisiciones.

Sobre todo, son maestras en el arte de recopilar y utilizar datos personales, el motor de la economía digital.

Difícil para otros actores competir en estas condiciones.

Pero “si los datos se obtuvieron legalmente para construir mejores productos, se considera un signo de efectividad”, señala Douglas Melamed.

Los congresistas deben, por tanto, determinar si las cuatro gigantes tienen una posición dominante gracias a prácticas ilegales que tienen entre sus objetivos aniquilar toda competencia.

A diferencia de las autoridades europeas, Estados Unidos ha sido bastante cauteloso con este asunto.

“Nuestras leyes son menos propicias a la aplicación de sanciones, y existe esta fe en general en la capacidad de los mercados para regularse”, comenta Harry First, profesor de derecho en la Universidad de Nueva York.

“Los reguladores son prudentes porque no les gusta perder en los tribunales”, agregó First, exdirector del departamento antimonopolio de la Oficina del fiscal de Nueva York.

La ley estadounidense, tal como se ha aplicado en los últimos años, exige para autorizar medidas contra las empresas que sus actuaciones claramente perjudiquen a los consumidores, por ejemplo llevando a un aumento de los precios.

De ahí la segunda pregunta formulada, implícitamente, a la comisión judicial: ¿deberían promulgarse nuevas leyes?

Incluso en el caso de una respuesta positiva, probablemente será necesario esperar al próximo Congreso, después de las elecciones de noviembre.

La nueva legislación “probablemente tendría una mejor oportunidad de resolver el problema, pero llevará tiempo interpretarla”, subraya First. “No hay una solución milagrosa”.

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