La foto actual del sector lácteo argentino muestra vaciamiento, parálisis y desesperación. Tres firmas con historia, SanCor, Lácteos Verónica y ARSA, se encuentran con las plantas semivacías, empleados sin cobrar y estructuras operativas que crujen. La crisis no es nueva, pero ahora todo explota al mismo tiempo.
Lácteas en crisis: las tres caídas que ponen en jaque al interior productivo
SanCor, Verónica y ARSA enfrentan un combo letal. Deudas acumuladas y conflictos laborales. El desplome del poder adquisitivo, la presión financiera y la pasividad oficial empujan al borde del abismo a una industria estratégica.
-
Gigante láctea insiste con suspensiones y descuentos salariales
-
SanCor consigue una prórroga clave mientras crece la presión de los acreedores

SanCor busca con su concurso de acreedores evitar la quiebra.
El telón de fondo es conocido: inflación, caída del consumo, tarifas dolarizadas y una migración silenciosa del público hacia segundas marcas. Pero lo que antes era una alarma ahora es un impacto directo: producción frenada, góndolas vacías y miles de familias al borde del colapso.
SanCor: la agonía judicial
Después de años de volantazos y rescates fallidos, SanCor encara una de sus últimas oportunidades para evitar la quiebra. El juzgado de Rafaela extendió hasta el 13 de junio el plazo para verificar créditos en el marco de su concurso preventivo. Se estima que el pasivo superará los u$s400 millones, bastante por encima de lo declarado inicialmente.
Con una producción diaria que apenas roza los 60.000 litros de leche y sólo 850 empleados en pie (de los 1.350 que tenía hace un año), la cooperativa láctea más emblemática del país apenas respira.
Desde la provincia de Santa Fe se impulsa un esquema de contratos de fasón para inyectar materia prima, pero sin flujo constante de leche ni acuerdos sólidos con inversores, el escenario es crítico. El posible ingreso de fondos o la venta de activos está atado al resultado de este proceso concursal, que recién en septiembre podría tener definiciones.
Verónica: de la inercia al intento de remontada
Luego de más de 15 días de parálisis, Lácteos Verónica activó un plan para poner en marcha sus tres plantas santafesinas, aunque sólo de forma parcial y con jornadas reducidas. El disparador del conflicto fue el pago en cuotas y parcial de los salarios de abril, que hasta hace días estaba en apenas 52%. La empresa prometió completar ese monto antes del viernes, pero no hay certezas sobre los sueldos de mayo ni el aguinaldo.
La producción continúa muy por debajo de su potencial: apenas el 20% de su capacidad, lo que representa unos 200.000 litros diarios. En tiempos de pandemia, esa cifra era de un millón. La firma perdió mercado, cortó la cadena de pagos y hoy tiene cheques rechazados por cerca de $800 millones.
Con el stock al límite y los tambos derivando su producción a otras compañías, Verónica apunta a retomar presencia en góndolas para sostener su frente comercial. El segmento exportador, una de sus patas clave, sigue activo aunque este año muestra una caída interanual, el tipo de cambio también le está pasando una muy mala jugada a la compañía.
Detrás de la crisis operativa hay una historia marcada por disputas internas y polémicas: desde el blanqueo de activos multimillonario en 2017 hasta la falta de interlocutores claros con los trabajadores y el gremio. Hoy, Atilra asiste con créditos de emergencia a los empleados mientras reclama respuestas políticas y acompañamiento institucional.
ARSA: denuncia penal y concurso de acreedores
La situación de ARSA, firma que produce los postres y yogures marca SanCor, que es parte del Grupo Vicentin y está siendo gerenciada por la venezolana Maralac, también es crítica. Las plantas de Arenaza (Buenos Aires) y Monte Cristo (Córdoba) están paralizadas desde hace semanas.
Lo que comenzó como un conflicto salarial derivó en una denuncia penal por vaciamiento y defraudación, presentada por Atilra Seccional Junín. El gremio denunció también la existencia de operaciones de facturación alternada entre ARSA y otra empresa del grupo Maralac, La Suipachense, con el fin de ocultar ingresos y evadir compromisos laborales. En este marco, la Justicia de Lincoln emitió una cautelar para evitar el traslado o desguace de maquinaria.
El escenario de ARSA parece ser uno de los más complejos porque detrás de la gigante láctea está Vicentin y su largo y complicado concurso de acreedores que no termina de cerrarse. Mientras tanto, los trabajadores de la láctea denuncian que hace meses que no cobran la totalidad de los salarios y denuncian a viva voz maniobras de vaciamiento.
Industria en crisis
El drama lácteo es el emergente de un problema estructural: un modelo de negocios asfixiado por la macroeconomía, el desfinanciamiento y márgenes cada vez más acotados. A eso se suma la desaparición del crédito productivo, la pérdida de poder adquisitivo y la falta de previsibilidad.
En este contexto, SanCor, Verónica y ARSA funcionan como símbolos de un derrumbe más profundo: el de un sector que alimentó al país durante generaciones y que hoy no puede ni garantizar un salario al día ni sostener la producción básica.
La pregunta ya no es si estas empresas podrán sobrevivir, sino qué impacto tendrá su caída en los pueblos que las rodean y en los tambos que las abastecen, en una industria que puede seguir una tendencia mundial: la concentración.
- Temas
- SanCor
- Industria láctea
- Ventas
Dejá tu comentario