El conflicto en Lácteos Verónica se profundiza. A cuatro semanas del inicio de las medidas gremiales, las plantas de Clason, Lehmann y Suardi continúan completamente paralizadas, sin señales claras de reactivación ni avances en las negociaciones con el sindicato Atilra. Pese a algunas promesas empresarias que buscaron descomprimir la tensión, lo cierto es que la compañía no logró cumplir con los pagos salariales, no recuperó la provisión de leche y no presentó un plan concreto que permita vislumbrar una salida.
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Lácteos Verónica sin rumbo: las plantas siguen paralizadas, crece la deuda y no hay plan de reactivación
La empresa santafesina incumplió los compromisos asumidos y su situación se agrava. Sin materia prima ni respaldo financiero, adeuda salarios y enfrenta una pérdida de confianza generalizada.
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Lácteos Verónica retoma la producción tras ocho días de paro, pero sigue bajo presión
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El conflicto en Lácteos Verónica se agrava y mantiene paralizadas sus tres plantas en Santa Fe

Lácteos Verónica tiene más de 700 empleados.
Los trabajadores, que habían decidido suspender una retención de tareas tras una audiencia en Rosario, volvieron al límite de la paciencia. Hasta ahora, solo se cubrió el salario de abril en cuotas, y no hay fecha cierta para el cobro de mayo. La falta de insumos y materia prima mantiene frenada toda la operatoria y refuerza la sensación de que la situación está lejos de normalizarse.
Uno de los factores que más condiciona la reactivación es la ruptura del vínculo con los tambos proveedores, que dejaron de enviar leche cruda ante la falta de pagos y la incertidumbre sobre la cadena de cobros. A esto se suma la falta de insumos básicos, como envases y materiales de producción, lo que impide retomar la actividad incluso en caso de llegar a un acuerdo con el gremio.
Según los registros actualizados del BCRA, la empresa acumula es cheques rechazados por más de $1.300 millones, un dato que grafica la delicada situación financiera que atraviesa. Aunque gran parte de los rechazos previos fueron regularizados, como ocurrió a comienzos de año, el nuevo salto en la mora refleja problemas estructurales de caja y una pérdida de credibilidad financiera que hoy aleja a posibles proveedores y entidades de crédito.
Una historia que se repite
El deterioro de Verónica no es nuevo. En 2019, la empresa ya había atravesado un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC), desde entonces, su operatorio se movió con altibajos, pero sin lugar a dudas la actual crisis en la más compleja que ha atravesado, ya que pasó de procesar 700.000 litros diarios a apenas unos 200.000 antes del nuevo freno total.
Actualmente, la empresa mantiene una deuda bancaria cercana a los $8.000 millones, registrada en situación 1 ante el BCRA. Entre los principales acreedores figuran el Banco Nación, Galicia, Santander, y entidades financieras no bancarias. Pero el problema más apremiante está en la falta de liquidez operativa y la imposibilidad de sostener la producción sin asistencia externa.
Sin señales desde la conducción
Mientras los trabajadores continúan asistiendo a sus puestos sin tareas asignadas, la conducción de la empresa se mantiene en silencio público. Algunas versiones indican que directivos mantuvieron contactos con funcionarios del Banco de Santa Fe y que hubo una visita fugaz a Clason por parte de miembros de la familia Espiñeira, pero no se comunicó oficialmente ninguna propuesta de solución.
El conflicto, que comenzó como un reclamo por salarios impagos y aportes previsionales, hoy se transformó en una crisis multisectorial, con impacto sobre empleados, proveedores, tambos y economías locales. La pérdida de confianza es un obstáculo central: nadie está dispuesto a seguir apostando sin garantías de cobro.
A medida que pasan los días, crece el temor de que la firma entre en una nueva etapa de reestructuración o cesación de pagos, como ya ocurrió en el pasado. Y mientras tanto, en las plantas, solo hay quietud, preocupación y un silencio que retumba.
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