Analicemos que puede pasar con la llegada de Donald Trump al poder tanto en el plano global como en la Argentina.
Backstage de Donald Trump 2.0: tragedia y farsa global y local
Las mayores tasas y un dólar apreciado a nivel mundial implicarán un coctel complejo para la Argentina.
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China prohíbe la exportación de minerales esenciales para la fabricación de semiconductores a EEUU
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La rompió en la liga de Estados Unidos, llegó a su selección y dejó todo para ser activista LGBT
Escribí a principios de 2017 una nota sobre las perspectivas del Gobierno de Trump. Y cabe preguntarse ¿Será esta vez distinto para el mundo y para la Argentina? Muchas veces, como magistralmente puede leerse en el 18 Brumario de Luis Bonaparte la historia que alguna vez fue tragedia deviene en farsa.
En esa nota señalé: “La profundización de las tendencias aperturistas y globalizantes encontró sus límites más allá de Trump. Es más, Trump: es el emergente, guste o no, del creciente malestar con la globalización neoliberal”. Trump fue electo con mayoría de votantes en sectores de menores ingresos en EEUU, que tradicionalmente votaban demócratas.
Más allá de que los oficialismos que enfrentan la pandemia y la postpandemia han perdido elecciones, es un fenómeno que lleva muchos años. Hay mucho para reflexionar desde visiones nacionales, populares y progresistas porque como ocurre en diversos lugares del mundo, hay muchos sectores humildes que no se sienten representados por quienes por décadas concitaron una esperanza de cambio y de una vida mejor.
Seguía en 2017 “me inclino a ubicarme a mitad de camino entre quienes sostienen que poco va a cambiar y quienes creen que habrá un giro dramático. EEUU no irá hacia un aislacionismo económico, sino a un aperturismo más restrictivo y desigual. No habrá una extrema “solidez” en los muros migratorios, productivos ni financieros. Será un muro algo líquido, propio de un conservadurismo contradictorio entre lo arcaico y lo postmoderno.”
“Es muy probable que la era Trump guarde similitudes con la era Reagan. Bajo la bandera de la recuperación de la supremacía americana, es esperable una baja en los impuestos a los ricos, y un aumento en el gasto público para el fortalecimiento del complejo militar, combinados con incentivos a las transnacionales americanas para que repatrien algo de la producción transferida a países de bajos salarios”.
En esa línea señalaba que el escenario esperable en Argentina era una suba en la tasa de interés y un fortalecimiento del dólar a nivel mundial, lo que produciría un agravamiento del déficit de balance de pagos y la consecuente pérdida de reservas, que originaron un final de ciclo del endeudamiento y corridas bancarias y cambiarias además de una fuerte recesión.
“El gobierno macrista en lugar de fortalecer el mercado interno, con la adopción de la apertura importadora y financiera, la devaluación, las altas tasas de interés, los tarifazos, la baja del salario real, apostó a un crecimiento basado en supuestas inversiones extranjeras y mayores exportaciones de productos primarios. El problema es que la era Trump no favorece inversiones a la periferia ni genera expectativas de mejores precios o cantidades exportadas”.
En 2016 quedó solamente el mecanismo de la deuda para paliar los mayores desequilibrios productivos, fiscales, externos y sociales de nuestro país. Por lo antes explicado, apostar a un nuevo ciclo de endeudamiento se tornará inviable en un futuro no tan lejano.
Así señalaba que Argentina iba a sufrir particularmente el nuevo contexto. Un año y dos meses después de dicho artículo, la Argentina empezaba una gran crisis cambiaria y financiera en marzo de 2018 cuyos efectos permanecen a más de seis años.
En la actualidad hay consenso generalizado que recrudecerán las tendencias proteccionistas, un mayor gasto y menores impuestos en Estados Unidos, que tendrá por tanto un mayor déficit fiscal lo que provocará mayores tasas de interés.
Las mayores tasas y un dólar apreciado a nivel mundial implicarán un coctel complejo para la Argentina.
Por el lado comercial se reducirá el peso de los productos exportables. La profundización de la apertura comercial es más grave que en el pasado por el mayor proteccionismo y el saldo de productividad de diversos países especialmente de Asia lo que agravará aún más la situación del sector externo.
La apuesta del Gobierno es compensar ese déficit con exportaciones de petróleo y energía. En ausencia de políticas públicas que busquen un patrón de desarrollo con valor agregado y protección inteligente a ciertos sectores económicos, en el mejor de los casos -sujeto a la demanda y precios de la energía convencional y con Trump habrá un freno al estímulo a energías no convencionales- ello puede atenuar la restricción externa que generan las políticas de apertura y endeudamiento pero ese patrón productivo amplificará la caída del mercado interno, aumentando el desempleo y empeorando la distribución del ingreso.
Por el lado financiero, la potencial suba en la tasa de interés global (ya el mercado descuenta menos recortes de tasa en EEUU para fines de 2024 y 2025) aumentará el peso de la deuda y limitará el alcance de dicha estrategia de endeudamiento. Demás está decir que aún con el regreso de Trump no hay margen para un incremento sideral de préstamos del FMI como en 2018, porque Argentina esta sobreendeudada y casi agotó el financiamiento excepcional del Organismo al que se acudió en ese año.
Qué pasa en plano global
En el plano global, China se fortaleció crecientemente en estos 7 años y tiene ventajas competitivas no solamente en bienes y servicios tradicionales sino también en tecnología de punta.
China y Estados Unidos aún son co-dependientes en cadenas productivas. Las ganancias de empresas de origen estadounidense aún se vinculan fuertemente de la producción en China. Esta es la fuente del déficit comercial estructural de Estados Unidos y como contrapartida del abultado superávit comercial chino.
China ha empezado a fortalecer un modelo de crecimiento mas basado en el mercado interno ante una deslocalización gradual de producción occidental en China en favor de otros países asiáticos. El ritmo y la forma de estos procesos generará tensiones entre el Gobierno de Estados Unidos y parte del empresariado de su país.
Desde el punto de vista financiero China empezó en 2017 una creciente reducción de sus tenencias en bonos del Tesoro americano. Las tenencias chinas pasaron de u$s1200 billones en ese año a US$ 800 billones en 2023. Dicho excedente se canalizó en otras monedas y en oro cuyo precio supera un record de décadas.
Una cosa es segura el peso de las finanzas en el plano global no decaerá. En 1980 por cada dólar producido en el mundo, había un dólar invertido en activos financieros. En 2007 el valor de los activos financieros creció a 14 veces el total del producto mundial. Con la crisis de 2008-2009 tal relación (activos financieros/activos reales) bajó pero permaneció en la década posterior en 12 veces.
En su primer campaña presidencial Trump cuestionó los lazos de los demócratas con el sector financiero, con los efectos de la crisis 2008-2009 aún no tan lejanos. La reforma financiera que propuso Obama devino en la ley “Dodd Frank” y se instrumentó muchos años después en una versión tan demorada como lavada.
Al ganar las elecciones Trump relajó aún más los controles financieros a los bancos (lo que fue una de las causas de la crisis de la banca regional norteamericana de marzo de 2023).
¿Porque no cambio nada?. Porque en lugar del denominado “complejo militar industrial que definió el ex Presidente Eisenhower en 1961 se estableció desde los años 80 un “complejo Tesoro de Estados Unidos-Wall Street” que explica el predominio del sector financiero en el mundo, las burbujas con ganancias privadas y las pérdidas socializadas con emisión global de dólares y endeudamiento.
El sector financiero fue el principal contribuyente de las campañas presidenciales en los Estados Unidos desde los años 80. Todos los secretarios del Tesoro de los Estados Unidos desde la presidencia de Clinton a principios de 1992 trabajaron en el sistema financiero. El primero fue Robert Rubin en el gobierno de Clinton que terminó con la estricta regulación que separaba la banca de inversión de la banca minorista desde la crisis de 1930, alimentando la burbuja global.
Luego de Rubin (gobierno de Clinton), se sucedieron Henry Paulson (Bush hijo), Tim Geithner (Obama), Steven Mnuchin (Trump) todos provenientes o con destino posterior en Goldman Sachs. Una virtual puerta giratoria que explica tanto los conflictos de interés como la ausencia de una regulación financiera preventiva razonable. Decenas de altos funcionarios de dichos Gobiernos vinieron de los bancos, incluido Gary Gensler que fue colaborador de Rubin con Clinton y fue el Presidente de la SEC (CNV de Estados Unidos) con Biden.
De los poderosos bancos de inversión, que existían hasta 2008 solo sobrevivieron Morgan Stanley y Goldman Sachs. Recomiendo los documentales “El precio de la codicia” (Margin Call) y Trabajo Confidencial (Inside the job). Ficciones que no son ficciones.
Los diversos candidatos para ocupar el cargo de Secretario del Tesoro con Trump están vinculados al sector financiero, en este caso especialmente Scott Bessent y John Paulson que vienen del mundo de los fondos de inversión y los “hedge funds”, instituciones que han reemplazado el peso que tenían antes los bancos de inversión como Merryl Lynch, Bear Sterns y Lehman Brothers que sucumbieron con la crisis. También fue sondeado James Dillon titular de JP Morgan, que no aceptaría el cargo.
Mas allá de los nombres la influencia que tienen empresarios de tecnología como Elon Musk obliga a redefiniría al neocapitalismo del presente como “Wall Street Tech Complex”. Tecnología e información al servicio del verdadero poder que entiende que la batalla se gana en el plano cultural instalando una realidad virtual que permita grandes negocios privados y “soñar” con que se participará de la fiesta en lugar de saber quién va a pagarla.
Así una nueva Presidencia de Trump augura un fortalecimiento del poder financiero. Para la Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos y calificadoras de riesgo como Moodys, Estados Unidos tiene un patrón de endeudamiento no sustentable. Como dijimos las medidas que anuncia Trump implican más inflación y endeudamiento.
Volviendo a Argentina la política económica de apertura comercial y estímulo al ingreso de capital financiero que lleva a cabo el Gobierno Nacional tiene consecuencias peligrosas. Estos modelos tuvieron “veranitos” (1977-1980, 1991-1993, 2016-2017) pero dichos veranitos terminan en un crudo invierno cuando la burbuja financiera que el poder global infla cíclicamente estalle, sea tanto en el centro como en la periferia. Sea cual fuere el origen de la crisis la misma suele afectar especialmente a países que siguen políticas como Argentina que debilitan la producción y la generación genuina de divisas.
Nada nuevo bajo el sol. Solo cambian las formas. Lo cierto es que cuando la farsa montada por el poder financiero y mediático para hacernos creer que el verano es una forma de paraíso eterno se desenmascara, sobreviene la tragedia. Y como siempre el riesgo de embelesarse en los cantos de sirena es darse cuenta muy tarde.
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