5 de septiembre 2020 - 00:00

Qué creen dentro del Banco Central que ocurrirá con el dólar

Reordenar la política monetaria es un paso necesario, pero no suficiente. El Banco Central pareciera querer anticiparse a la tormenta y trazó una hoja de ruta entre la caída de reservas, el tipo de cambio y la inflación.

Banco Central BCRA Mariano Fuchila
Mariano Fuchila

Durante junio vimos como las reservas netas del Banco Central perforaron el piso de los u$s10.000 millones, cayendo en el nivel más bajo desde 2016, y dejando en evidencia que no se ha logrado evitar el drenaje de divisas para sostener el crawling peg del tipo de cambio oficial. Actualmente, y con una brecha cambiaria que se sostiene a través de los meses, la pérdida de reservas continúa siendo un dolor de cabeza para la autoridad monetaria. Los datos oficiales arrojan que el BCRA vendió durante julio u$s568 millones en el mercado de cambios. Esto implica una devaluación de 2,6% mensual. Es decir, una depreciación de la moneda que está 0,7% por encima del dato de inflación de julio (1,9%).

Aunque lo preocupante es el incremento en la velocidad de las ventas de reservas. Lo que deja al Central en una posición algo incomoda. Solamente en la primera semana de agosto, el Banco Central vendió un total de u$s477 millones. Lo que implica que en esa semana se vendieron un 84% de lo que se sacrificó en julio para sostener el tipo de cambio, acelerando de manera contundente la velocidad de ventas en relación al mismo período del mes inmediato anterior. Sigue instalado el rumor que se estaría analizando alguna modificación en el acceso a los 200 dólares mensuales de ahorro. Rumor que se instaló dado este delicado equilibrio en el que se está.

Como consecuencia de ello, días atrás, vimos que el Banco Central inhabilitó en una primera instancia a 5.000 personas para acceder al cupo de dicho dólar, emitiendo una nómina con los individuos inhabilitados, a través de un comunicado oficial, e identificados con su número de CUIT y de DNI. La inhabilitación implicó que, por tiempo indeterminado, los bancos y/o las casas de cambio no estarán autorizados a venderles dólares a menos que el propio Banco Central lo permita. La medida también contempló a los “recaudadores” de los coleros digitales.

El BCRA, por su parte, esgrimió que se trata de “medidas precautorias” que responden a la aplicación de la Ley de Régimen Penal Cambiario, y que el efecto de la medida es marginal y apunta a disuadir una demanda de dólares que crece. En efecto desde el 16 de julio pasado no está permitido recibir más de una transferencia en dólares al mes y se supone que quienes reciban transferencias en dólares con frecuencia deberán solicitar una excepción a su banco y justificarlo. Recientemente, el primero de septiembre, se bloquearon unas 15 mil cuentas más.

Del otro lado del río y como contrapartida, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), publicó los datos de julio, que marcaron una variación mensual de precios del 1,9% a nivel nacional, como he señalado anteriormente. Siendo los segmentos de equipamiento y mantenimiento del hogar (3,9%) y prendas de vestir y calzado (3,3%) los que experimentaron los mayores incrementos. En síntesis, la inflación acumulada a julio de este año trepó al 15,8% y la variación interanual es del 42,4%. Hasta aquí todos los datos nos darían la presunción que en agosto, y en los meses subsiguiente, estaríamos experimentando un rebote inflacionario.

Con esta hoja de ruta trazada entre la caída de reservas, el tipo de cambio y la inflación, el BCRA, a través de su informe de política monetaria, pareciera querer anticiparse a la tormenta y buscar los mecanismos con los que pueda contar para aminorar el impacto.

Tal informe avizora que, en los próximos meses, con la reapertura de la actividad, con el reinicio de las negociaciones salariales y la recomposición de los márgenes de comercialización minorista, la inflación pegará un salto y que dicha institución actuará con todas sus herramientas para levantar el excedente monetario del mercado. Vale decir que estarían dando la señal de una eventual suba de la tasa de referencia, hoy situada en 38 puntos.

El informe también alerta sobre la ausencia de ajustes en las tarifas de servicios públicos, la volatilidad discreta del dólar y la cuarentena en sí, como un pack que en yuxtaposición con la disminución del gasto de los hogares, permitió contener la inercia inflacionaria en el primer tramo del año.

Pero quizás lo más significativo, de cara a lo que viene, sea que para el año 2021, el BCRA proyecta, en el mismo informe, una fuerte reducción del déficit fiscal primario, debido a las asistencias extraordinarias a las familias y empresas que ya no tendrían lugar. Aún no hay un número presupuestado por el Ministerio de Hacienda para el déficit primario del año 2021, por lo cual es vital que se establezca una meta fiscal realista y saber también cuánto de ese resultado primario será financiado vía emisión. Algo que será tangencial a la hora de ver si las estimaciones sobre la inflación en el 2021 son creíbles o no.

Lo que debería quedarnos bien en claro, con la coyuntura que estamos atravesando en los últimos meses, es que más allá de la pandemia un reordenamiento en términos de política monetaria no solo es algo básico para que el Banco Central pueda cumplir con su función primaria y fundacional sino que, además, es condición necesaria, aunque no suficiente, para pavimentar el camino hacia el crecimiento y la previsibilidad de nuestro país.

(*) Profesor de la Universidad del CEMA

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