Aunque no lo parezca, la raíz de la crisis argentina no es económica sino de confianza y esto trae aparejado dos grandes problemas. Por un lado, la confianza es muy fácil de perder pero lleva tiempo recuperar, y por el otro, toda construcción de valor se basa en ella y el valor del “peso” argentino no es ajeno a esto.
Chau peso. Chau dólar. ¡Hola Bitcoin!
Se trata de un activo cuya confianza se basa en la transparencia y las matemáticas, protegida por la red más potente del mundo. Además, es inconfiscable, globalmente líquido, eficiente y digital, independiente a los necesidades cambiantes de un gobierno reinante.
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Está claro que la renovada confianza depositada por los mercados sobre Mauricio Macri en 2015, le permitió salir del cepo sin mayores altibajos, pero su estrategia estructural se basó en que estadísticas transparentes, apertura comercial, justicia independiente, lucha contra el crimen, e inversión en infraestructura harían fluir por otro lado inversiones y divisas extranjeras que respaldarían finalmente el valor del peso, pero por vanidadoso o confiado, prejuzgó el tiempo que lleva recuperar ese grado de confianza en un país con historia de desaciertos, imprevisibilidad, populismo y corrupción.
Esta mala lectura del tiempo requerido, sumado a impericias propias de su gestión, lo llevó también a incumplir sus promesas de campaña y a sufrir el impacto de sus propias medidas, impacto que sistemáticamente golpeó al pueblo quién por un tiempo resistió con cierta esperanza, pero que nunca vio el tan prometido repunte, ni una justicia eficiente. La estocada final la da el mercado (todos nosotros buscando proteger el valor de nuestro capital), quién tras las PASO, vuelve al desconcierto absoluto.
Ahora todo intento de defender el valor del nuestro peso con promesas y políticas económicas sin futuro resulta fútil e imprudente, y que todo dólar ofertado al mercado será devorado por éste como reserva de valor líquida de preferencia. Su decisión, abusar de la fuerza de la que el estado es el único dueño, y una vez más imponer un cepo y un default, ambos con algún adjetivo suave que morigere el impacto en el oído de la gente.
Chau Peso. Chau Dolar.
Una vez más queda demostrado que el dinero en el banco no es tuyo y también, que el valor del dinero fiat (aquel emitido por un estado, con valor nominal y uso obligatorio) está sólo respaldado por la credibilidad de su emisor. A pesar de que los argentinos confiamos en el dólar, y que con CEPO estamos limitados para comprarlo, su supremacía global también está siendo puesta en duda y con ello su valor futuro.
Por otro lado nos obliga a reflexionar que una economía de moneda fiat 100% digital y sin billetes, aunque aparentemente eficiente, a la larga sólo puede terminar en un autoritarismo que protege al estado de sus propios errores, en detrimento de su pueblo.
¡Hola Bitcoin!
Es en estos escenarios donde es más fácil entender por qué el Bitcoin, un activo cuya confianza se basa en la transparencia y las matemáticas, protegida por la red más potente del mundo, que es un activo inconfiscable, globalmente líquido, eficiente y digital, independiente a los necesidades cambiantes de un gobierno reinante, tiene y tendrá un rol relevante en el futuro del mundo y será, una vez más una alternativa válida para los argentinos en tiempos de cepo y una oportunidad para entender por qué es la mejor reserva de valor para el futuro de sus hijos.
(*) Presidente de la ONG Bitcoin Argentina y Co-fundador Alianza Blockchain Iberoamérica
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