Argentina atraviesa una serie de desafíos estructurales en el plano económico y financiero, con algunas luces verdes y otras rojas, desde los inicios del mandato de Javier Milei. Algunos analistas y expertos vaticinaron la crisis inminente del modelo durante varios meses. Pero esto nunca ocurrió. Así como tampoco se visibiliza una fiebre en la creación del empleo y productividad, o euforia del mercado internacional en los bonos argentinos; o un shock de inversiones extranjeras directas.
Luces y sombras de la economía argentina: el equilibrio entre lo financiero y lo productivo
Argentina atraviesa una serie de desafíos estructurales en el plano económico y financiero, con algunas luces verdes y otras rojas, desde los inicios del mandato de Javier Milei.
-
Grabois denunciará a Milei quedarse con u$s1 millón del Premio Génesis de Israel
-
Modelando la elección de septiembre y octubre: el que gana, pierde

Javier Milei
Para poder ser coherentes y justos en el respectivo análisis tenemos que hacer una radiografía en las condiciones que asume el líder libertario a cargo del poder ejecutivo nacional. Alberto Fernández hace el traspaso de poder con algunos números positivos en materia de empleo y productividad: la desocupación cayó del 14% al 6% del 2019 a finales de 2023; y la capacidad instalada de la industria rozó el 70%, llegando en algunos sectores como refinación de petróleo al 84 % y metales básicos al 79%. Sin embargo, la situación era crítica en materia inflacionaria, poder adquisitivo y de reservas: la inflación superó el 200% ; los precios en el mercado interno de algunos bienes llegaron valer el triple de su valor en Estados Unidos y Europa- entre ellos los provenientes de la industria textil- representando hasta un 20 % del salario promedio de un trabajador registrado. Sergio Massa deja el Ministerio de Economía con salarios similares a los de diciembre de 2019; y con la brecha de más de 100% en dólares, donde era una odisea para la ciudadanía ahorrar en dólares. Lo cual fue un jaque al poder de compra para la mayoría de los Argentinos. Y en materia de reservas, la situación del último año fue muy crítica; no solamente por la sequía, sino también por la falta de confianza del mercado local e internacional de deuda en el gobierno, donde el riesgo país nunca pudo perforar los 1.000 puntos básicos; y el riesgo de los bonos soberanos era muy alto, llegando a una TIR de más del 40%, posicionándose como uno de los de mayor rentabilidad de la región, pero al mismo tiempo uno de mayor riesgo.
En ese contexto asume Javier Milei, sumado a un déficit fiscal altísimo. Por eso desde los primeros días de su mandato, los objetivos del presidente son trabajar de manera sistemática en erradicar dos problemas centrales de la economía: la inflación y el déficit fiscal. La primera, con resultados significativos y positivos, pasando de un número abismal del 200%, a una interanual del 39%, en tan solo un año y medio de mandato. Lográndolo con un cóctel de liberación de precios, apertura gradual de las importaciones, promoción de la competitividad en todos los sectores de la producción y el cierre del grifo definitivo de la emisión monetaria. El superávit fiscal es otro ancla fundamental para el futuro del éxito del programa económico: gran parte de la confianza de los inversores y el mercado se centra en este punto fundamental, que ordena todo el esquema macroeconómico de la gestión. Otro punto fundamental a rescatar es la confianza de los principales fondos globales de inversión en Javier Milei, donde Moody´s mejoró la calificación crediticia de “Caa3” a “ Caa1” los bonos soberanos de deuda nacional con perspectiva estable ( antes positiva). Donde proyecta un crecimiento económico del 4% para este año.
La salida parcial del cepo, el apoyo de los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, la confianza del mercado local e internacional, debería acompañar y reflejarse en el aumento del stock de inversiones extranjeras directas en el mediano plazo, ya que junto con las exportaciones, es una de las vías centrales para generar dólares genuinos. La IED se contrajo el año pasado, y también el primer trimestre del 2025, con fuertes caídas en sectores de manufactura, pero incremento en inversión de recursos naturales como hidrocarburos, minería y energía. Lo que refleja el potencial que existe y la importancia de estos últimos sectores de la economía para el gobierno, ya que motorizaran y serán centrales en el crecimiento económico y la generación de divisas en la próxima década. Según la Secretaría de Energía de la Nación para el 2033 las exportaciones de hidrocarburos y energía van a alcanzar los u$s33.000 millones. Cuando actualmente no superan los u$s15.000 millones anuales. De cumplirse con este objetivo, se superaría año tras año el récord de exportaciones, alcanzando la cifra récord de u$s120.000 millones entre bienes y servicios. Por eso, herramientas como el RIGI, fueron bien vistas por las firmas de sectores donde los montos de inversión superan los u$s200 millones, como los sectores mencionados anteriormente.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos que enfrenta el modelo económico es en materia de generación de empleo y la evolución de la industria manufacturera. Los grandes centros urbanos como el AMBA, Ciudad de Córdoba, Rosario, CABA y La Plata atravesarán varios meses complejos en materia laboral, ya que con el cambio de matriz productiva, y la reducción de aranceles a las importaciones, varias industrias como la textil, plásticos, metalúrgica y automotriz reduzcan las plantillas de personal, no solo por falta de competitividad- con el actual precio del dólar- sino también ante los productos del sudeste asiático a precios más baratos que los nacionales. Pero la apuesta del Gobierno, es que esos puestos de trabajo se reconviertan a industrias más competitivas, como las ya señaladas y la de servicios. Con la desregulación económica es factible que la inflación los próximos dos años perfore el 20% anual, si no hay un salto brusco del tipo de cambio, que presione mensualmente el índice minorista o mayorista. Lo cual el Gobierno se adjudicaría una victoria y cumpliría con una de sus promesas centrales de campaña.
En definitiva, el rumbo económico de la Argentina continúa transitando una etapa de transición profunda, donde conviven señales de estabilización macroeconómica con desafíos estructurales que aún no encuentran una resolución clara. El proceso de orden fiscal y desaceleración inflacionaria son elementos que generan expectativas positivas en ciertos sectores del mercado y de la comunidad inversora. No obstante, persisten interrogantes en torno al impacto social de las reformas, la recuperación del consumo interno y el rol de la industria manufacturera en el nuevo esquema productivo.
La sostenibilidad del modelo dependerá, en última instancia, de su capacidad para combinar estabilidad con crecimiento, inversión con empleo, y competitividad externa con desarrollo territorial. En este sentido, los próximos meses serán clave para evaluar si las transformaciones impulsadas logran consolidar un sendero de desarrollo inclusivo, o si, por el contrario, profundizan las brechas estructurales que históricamente han condicionado el progreso económico del país.
- Temas
- Javier Milei
Dejá tu comentario