13 de junio 2025 - 12:31

Las milanesas de Javier Milei y Mauricio Macri terminaron resucitando al peronismo

La Corte Suprema intervino en decisiones clave con sesgo político evidente y terminó logrando lo que ni Cristina Kirchner ni los gobernadores peronistas podían lograr por separado.

Javier Milei y Mauricio Macri

Javier Milei y Mauricio Macri

En el país donde las tragedias económicas suelen repetirse como si fueran parte de un libreto maldito, los argentinos están una vez más ante la posibilidad de asistir al desenlace de un experimento ortodoxo que busca derrotar la inflación sacrificando todo lo demás. Javier Milei prometió refundar la economía con un ajuste histórico. Luis Caputo lo tradujo en endeudamiento externo, licuación interna y una estructura de estabilización tan frágil como inflexible. Pero el verdadero giro de guión ocurrió por fuera del Excel; en su afán por erradicar al populismo, el gobierno y sus aliados formales e informales de la coalición antiperonista terminaron reactivando la llama del peronismo, que renace desde la resistencia, por necesidad histórica.

El objetivo de este artículo es articular, desde una mirada transdisciplinaria, los desequilibrios que subyacen al aparente orden macroeconómico, exponer los riesgos de sostenibilidad que enfrenta el programa económico argentino en su fase 2025, y anticipar -con evidencia y memoria- por qué el país podría estar encaminándose hacia una nueva crisis multidimensional.

Una alquimia insostenible

La narrativa oficial se sostiene en tres pilares: déficit fiscal cero, inflación descendente y superávit comercial. Sin embargo, detrás de esa fachada hay una economía que se financia con deuda de corto plazo, un tipo de cambio atrasado y un consumo sostenido artificialmente por represión salarial y congelamientos tarifarios.

En mayo de 2025, el Tesoro nacional logró captar más de U$S1.000 millones a través del Bonte 2030, colocado en pesos en el mercado externo a una tasa del 31,7%. La paradoja es que, lo que se celebró como “reapertura del crédito internacional” terminó encareciendo severamente el costo del capital soberano. Mientras tanto, los vencimientos de deuda local en pesos entre junio de 2025 y marzo de 2026 superan los $80 billones (plazo: 9 meses. Monto: 68 mil millones de dólares Caputo a $1.175 promedio BNA por un dólar)

Simultáneamente, la cuenta corriente muestra signos de agotamiento. En el segundo trimestre de 2025 (primer cuatrimestre 2025), el déficit fue de U$S4.830 millones, mientras que el superávit comercial cayó a U$S2.050 millones -muy por debajo del promedio histórico y del récord de U$S18.930 millones alcanzado en 2024. El agujero de ozono está en el turismo, con un “gasto neto en viajes al exterior” que superó los U$S3.600 millones (U$S10.800 millones anualizados), supera lo ingresado por Vaca Muerta.

Endeudarse para acumular reservas es una ficción conocida

A dos meses de firmar un nuevo acuerdo con el FMI, el BCRA no logró comprar divisas en el mercado oficial y terminó “vendido” por casi U$S2.000 millones en futuros, mientras el gobierno posterga la revisión del 13 de junio para ganar tiempo y conseguir los U$S4.045 millones necesarios vía colocaciones de deuda.

Las nuevas suscripciones en dólares de títulos públicos, la eliminación del plazo de permanencia para inversores externos y los repos con bancos internacionales son todas medidas que ya se ensayaron en ciclos anteriores, especialmente en 2018. El resultado no fue la estabilidad sino un colapso de confianza que derivó en corrida cambiaria, fuga de capitales y crisis política.

La diferencia ahora es el nivel de cinismo, se critica al kirchnerismo por sus “intervenciones heterodoxas”, pero se recurre al mismo arsenal para contener la inflación. ¿Atraso cambiario y presión a grandes cadenas para frenar precios? ¿Congelamiento de tarifas y control indirecto de paritarias? Todo suena demasiado familiar.

El riesgo productivo

A diferencia de 2018, cuando el ajuste fue fiscal pero la actividad todavía tenía algo de impulso externo, hoy la vulnerabilidad es estructural. La cuenta corriente no se deteriora por exceso de gasto público, sino por el desequilibrio entre un sector privado que gasta más de lo que produce y una economía abierta al dumping asiático.

Las importaciones crecen más que las exportaciones, la industria local pierde competitividad, y las PYMES -especialmente las del conurbano bonaerense- enfrentan riesgo de cierre definitivo. El tipo de cambio real multilateral se encuentra un 30% por debajo del promedio histórico, lo que hace inviable la producción nacional.

Además, con una inflación reprimida artificialmente y sin reformas estructurales-según sus propios manuales-, la economía no puede sostener el orden aparente más allá del calendario electoral. En palabras de un operador de mercados: “Se puede llegar a octubre, pero no mucho más allá sin consecuencias”.

¿Estabilización o transitoriedad electoral?

El gobierno avanza en un sendero de estabilización sin crecimiento, con consumo fragmentado. En los sectores medios y altos crecen categorías como yogures descremados o tratamientos capilares, pero en los barrios populares, el 95% de los productos muestra caída en el volumen vendido.

La política salarial impone un techo informal del 1% mensual, muy por debajo de la inflación, lo que ha licuado ingresos, jubilaciones y hasta transferencias sociales. En paralelo, la inversión pública ha desaparecido, el crédito productivo no despega y el financiamiento se concentra en deuda de cortísimo plazo.

Todo esto responde a una lógica puramente electoral, evitar sobresaltos hasta octubre y confiar en que la baja de la inflación pueda compensar el resto. Pero, como enseñan las experiencias de 2001 y 2019, un plan económico que sólo se sostiene con deuda y represión tiene fecha de vencimiento.

El efecto Corte Suprema como bumerán

En medio de este experimento ortodoxo, Milei, que gobierna sin oposición desde el comienzo; recibe del sistema institucional un aporte, una dosis de inestabilidad. La Corte Suprema, al intervenir en decisiones clave con sesgo político evidente, terminó logrando lo que ni Cristina Kirchner ni los gobernadores peronistas podían lograr por separado, articular una resistencia política unificada.

Así fue como en 2001 se abrió la puerta a un colapso institucional, y en 2019 la implosión del macrismo, ambas facilitaron el retorno del peronismo. En 2025 el frente judicial podría terminar empujando al peronismo nuevamente al centro del escenario, no por mérito propio sino como contrapeso necesario.

Hoy hay universidades tomadas, marchas callejeras, paros sectoriales y una CGT que se prepara para sumarse. Y todo esto ocurre en año electoral, con una Corte que actúa como actor político y una oposición que reacciona más por reflejo defensivo que por programa. El “cisne negro” no vendría por los mercados, sino por la calle.

¿2025 como bisagra histórica?

Argentina suele repetir sus tragedias con mayor sofisticación. Esta vez, la tormenta no se avecina como sorpresa, sino como secuencia lógica. Un gobierno que ajusta sin inversión, que endeuda sin acumular capital, que reprime salarios, pero libera flujos financieros, no estabiliza; posterga el estallido.

El verdadero problema no es fiscal ni externo. Es productivo, político y social. Es la desconexión total entre una macro que presume estabilidad y una realidad que se desangra. Es la aparición de indicadores sociales alarmantes -más de $1.100.000 para no ser pobre en mayo, sueldos que no alcanzan, 70% de paritarias debajo de la inflación, ni hablar de los trabajadores informales que perdieron entre 35% y 40%.

El 2025 podría marcar la última oportunidad de evitar una repetición amplificada del 2001. Pero si el gobierno sigue el camino de la soberbia, la Corte actúa como partido y el mercado sigue validando un modelo inviable, el desenlace podría ser más grave. Porque esta vez, la bronca no viene sola; viene con memoria.

Y, en una ironía histórica, una coalición antiperonista que soñó con erradicar al peronismo puede haber sido su mejor campaña de reactivación.

Referencias

Banco Central de la República Argentina (BCRA). (2025). Informe de mercado y agregados monetarios, segundo trimestre de 2025. Buenos Aires: BCRA. Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). (2025, junio).

Canasta básica total y línea de pobreza – mayo 2025. Recuperado de https://www.indec.gob.ar Ministerio de Economía de la Nación. (2025, junio).

Informe de deuda pública y colocaciones – mayo 2025. Buenos Aires: Secretaría de Finanzas. Milei, J., & Caputo, L. (2025).

Acuerdo con el FMI y Plan de Estabilización Económica. Presentación ante inversores, abril 2025. Buenos Aires: Ministerio de Economía. Moody’s Investors Service. (2025).

US fiscal outlook revised to negative amid widening deficit projections. Nueva York: Moody’s Analytics. Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP). (2025).

Turismo y fuga de divisas: el nuevo agujero negro de la cuenta corriente. Informe mensual de coyuntura, junio 2025. Prat-Gay, A., & Daza, J. L. (2024).

El retorno de los mercados y los nuevos riesgos macro en América Latina. Fundación Libertad Económica. Suprema Corte de Justicia de la Nación. (2025). Fallos relevantes en materia institucional - abril y mayo 2025. Boletín Oficial Judicial. Télam. (2025, mayo 22).

El Bonte 2030 convalida una tasa del 31,7%: repercusiones en mercados y sector externo. Agencia Nacional de Noticias. World Bank. (2025). Argentina macro poverty outlook – Spring 2025. Washington, DC: World Bank Group.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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