Hoy quiero compartir mi historia con ustedes. A los 22 años, tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida: dejar todo y tomar un avión hacia un futuro incierto. Recién casada y embarazada de seis meses, y con tan solo 40 dólares en el bolsillo, Buenos Aires no me ofrecía oportunidades laborales debido a la gran crisis económica que atravesaba el país en el 2002.
Mensaje para toda mujer emprendedora
La vida, como alguna vez dijo Steve Jobs, cobra sentido cuando miramos hacia atrás y conectamos los puntos. Mi camino no fue fácil, pero cada obstáculo me dio una oportunidad para crecer.
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Fue entonces cuando con mi marido decidimos establecernos en Ein Zivan, Israel, una comuna cercana a la frontera con Siria. Como mi familia es parte de la colectividad judía, emigrar allí nos brindaba la oportunidad de empezar de nuevo, con la ayuda del Estado israelí durante el primer año.
Cuando llegué a Israel, me encontré con un idioma completamente desconocido: el hebreo. Al encender la televisión, no comprendía ni una sola palabra. Necesitada de trabajo decidí estudiar manicura, un oficio que conocía gracias a mi madre y que me permitía trabajar sin necesidad de dominar la lengua local.
De este modo, empecé a convertirme en emprendedora sin siquiera haberlo planeado. Posteriormente, me formé en peluquería durante un año y medio. Para conseguir clientes, mi estrategia de marketing era simple: repartía volantes y atendía a mis clientes en casa, que era el espacio que disponía en aquel momento.
Mi camino no fue fácil, pero cada obstáculo me dio una oportunidad para crecer. Pasé 17 años en Israel y tuve diferentes trabajos, desde tareas de limpieza hasta promocionar una compañía de carnes rojas. Para consolidar mi marca pasaron muchos años y eso recién sucedió en Estados Unidos, donde vivo actualmente y donde pude proyectar mi empresa tal como quería.
Con el paso de los años, comprendí que emprender no se trata solamente de tener el control o elaborar un plan de negocios detallado. Es necesario escuchar y aprender, integrar nuestros sueños con lo posible, contar con el apoyo de personas cercanas en los momentos difíciles y encontrar socios de confianza que compartan nuestros valores cuando la situación se vuelva complicada. En resumen, emprender es una combinación de habilidades y factores, donde la capacidad de adaptación y la búsqueda constante de oportunidades son esenciales.
La vida, como alguna vez dijo Steve Jobs, cobra sentido cuando miramos hacia atrás y conectamos los puntos. En mi camino como emprendedora y empresaria, esta óptica retrospectiva me enseñó que la capacidad para adaptarme a circunstancias cambiantes ha sido más importante que mi habilidad para planificar cada paso. Aprendí que muchas veces es la capacidad de responder y aprovechar las oportunidades lo que nos lleva al éxito, en lugar de seguir un plan estricto y rígido. Mirando hacia atrás, puedo ver cómo cada experiencia, ya sea exitosa o no, me ha enseñado algo valioso y ha contribuido a mi crecimiento como persona y profesional.
Por eso quiero animar a todas las emprendedoras a que den el paso, a que se atrevan a arriesgar y a que aprovechen cada oportunidad que se presente. Porque solo así podremos conectar los puntos y darle sentido a nuestra vida como emprendedoras.
CEO de Look Hair & Spa, empresa de Health & Care radicada en Miami.
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