En los últimos días, varios bancos argentinos han decidido incrementar las tasas de interés ofrecidas para los depósitos a plazo en dólares, en un intento por captar la atención de los ahorristas en medio de un escenario económico que sigue siendo complejo y volátil. Estos incrementos en las tasas responden a una combinación de factores, tanto locales como internacionales, que están modelando la política monetaria y las expectativas de los mercados financieros.
¿Por qué suben los plazos fijos en dólares? El contexto local e internacional
Los incrementos en las tasas que ofrecen los bancos argentinos para los depósitos a plazo en dólares surgen en medio del contexto internacional de volatilidad.
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Este fenómeno se da en un momento en el que la inflación en Estados Unidos muestra signos de moderación, mientras la Reserva Federal ha decidido mantener sin cambios las tasas de interés de referencia, en contraste con el rendimiento del bono del Tesoro norteamericano a 10 años, que se encuentra en torno al 4,40%, lo que refleja un panorama de incertidumbre y expectativas cruzadas que afectan las decisiones de inversión de los ahorristas y de los bancos.
Los incrementos en las tasas que ofrecen los bancos argentinos para los depósitos a plazo en dólares no pueden explicarse sin entender el contexto internacional, especialmente lo que ocurre en Estados Unidos, principal economía del mundo y cuyos movimientos repercuten en el sistema financiero global. En marzo de 2025, la tasa de inflación anual en Estados Unidos se moderó hasta un 2,4%, el nivel más bajo desde septiembre del año pasado. Esta cifra estuvo por debajo de las expectativas del mercado, que anticipaban un 2,6%, y también fue inferior al 2,8% registrado en febrero. Estos datos generaron un moderado optimismo respecto a la capacidad de la Reserva Federal para contener la inflación, aunque todavía no está claro si ese descenso será suficiente para permitir recortes en las tasas de interés a corto plazo.
La FED, en su reunión más reciente, decidió mantener las tasas de interés en el rango de 4,25% a 4,50%, haciendo caso omiso a las presiones del presidente Donald Trump, quien ha reclamado reiteradamente una política monetaria más expansiva para estimular el crecimiento económico y mejorar las condiciones de financiamiento de las empresas y los consumidores. Sin embargo, el presidente de la Fed, Jerome Powell, ha reiterado que las decisiones del banco central estarán basadas en los datos económicos y que la prioridad es garantizar la estabilidad de precios a largo plazo. Esta postura de “esperar y ver” refleja la cautela que mantiene la Fed ante las señales mixtas que ofrece la economía estadounidense, que muestra solidez en algunos sectores, pero también vulnerabilidades que podrían afectar su ritmo de crecimiento en los próximos trimestres.
La decisión de la Fed de no recortar las tasas contrasta con las expectativas de algunos inversores y analistas que anticipaban una política más laxa para la segunda mitad de este año. Sin embargo, las proyecciones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) muestran que, a pesar de la moderación inflacionaria, las tasas podrían situarse en un promedio del 3,9% al cierre de 2025, por encima del 3,4% previsto anteriormente.
Esto sugiere que la institucion mantendrá una postura restrictiva durante más tiempo, a la espera de que la inflación se consolide dentro de su rango objetivo de largo plazo. La consecuencia inmediata de esta política es la firmeza en los rendimientos de los instrumentos financieros estadounidenses, particularmente de los bonos del Tesoro a 10 años, que en los últimos días ha registrado un rendimiento del 4,40%, reflejando la preferencia de los inversores por activos seguros y la cautela ante el futuro de la política monetaria.
El rendimiento de dicho instrumento se ha convertido en un termómetro clave para medir las expectativas del mercado. Durante las últimas semanas, este rendimiento ha oscilado entre el 4,30% y el 4,50%, en medio de la volatilidad generada por los datos macroeconómicos y las declaraciones de los funcionarios de la Fed. El bono del Tesoro a 10 años es considerado un refugio seguro en tiempos de incertidumbre, por lo que su rendimiento suele servir de referencia para fijar las tasas de interés de los préstamos y de los depósitos en todo el mundo. Así, la firmeza del rendimiento de este bono también está afectando las tasas que los bancos argentinos están dispuestos a pagar a los ahorristas que colocan sus dólares en plazos fijos.
Los bancos locales, atentos a estas señales, han reaccionado aumentando las tasas que ofrecen por los depósitos a plazo en dólares. Esta decisión no solo busca hacer más atractiva la colocación de ahorros en moneda extranjera, sino también competir con otras alternativas de inversión, como los bonos soberanos argentinos o los fondos comunes de inversión en dólares.
Las tasas ofrecidas varían según la entidad financiera y el monto depositado, pero en general se han incrementado en hasta un 5,15 %, en un contexto donde la dolarización de carteras sigue siendo una estrategia dominante para los ahorristas de perfil de inversor conservador
Los aumentos en las tasas de depósitos en dólares también están relacionados con la necesidad de los bancos de reforzar sus posiciones de liquidez y mejorar su perfil de fondeo. En un contexto de tasas internacionales más elevadas y de restricciones en el acceso a financiamiento externo, los bancos argentinos buscan fortalecer su base de depósitos en dólares para poder sostener sus operaciones y, en algunos casos, para respaldar préstamos o líneas de crédito en moneda extranjera destinadas a empresas que exportan o importan. Así, el incremento en las tasas de interés no solo responde a la competencia entre los bancos para captar depósitos, sino también a una necesidad de sostener la solidez de sus balances ante la volatilidad global.
El impacto de estas decisiones en la economía local es significativo. Para los ahorristas, la posibilidad de obtener un rendimiento más alto por sus dólares resulta atractiva en un contexto de elevada incertidumbre, tanto por factores locales como por la situación internacional. Sin embargo, también plantea desafíos, especialmente porque el incremento de las tasas en dólares puede encarecer el costo de financiamiento para las empresas que tienen créditos en esa moneda, afectando su competitividad y su capacidad de inversión. Al mismo tiempo, la mayor rentabilidad de los depósitos en dólares podría incentivar una menor colocación de fondos en pesos, afectando la demanda de instrumentos en moneda local y profundizando la dolarización de portafolios que ya caracteriza al sistema financiero argentino.
*El autor es analista financiero.-
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