Resolver un enigma criminal es solo uno de los atractivos de “El problema final”, primera novela en que Arturo Pérez-Reverte deja sus géneros preferidos, el histórico bélico y el de acción y espionaje, para realizar un tributo a la novela policial clásica, la denominada Whodunit, ¿Quién lo hizo?, que fue iniciada por Poe y alcanzó su forma modélica en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX con las obras de Conan Doyle y Agatha Christie. La intriga parte de un crimen -al que pueden sumarse otros- en un escenario limitado, donde hay que encontrar al culpable, descubrir cómo lo hizo y por qué. Fichas de un rompecabezas abierto al lector.
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Pérez-Reverte se prueba en el policial clásico
En junio de 1960, el actor Hopalong Basil (obvio trasunto de Basil Rathbone) viaja de vacaciones a la isla griega de Corfú en el yate de un productor cinematográfico y su pareja, una soprano (la novela está llena de guiños). Una tormenta los desvía y deben anclar en una islita donde hay un solo hotel que hospeda a una decena de personas. De pronto en un vestuario de la playa aparece una mujer. Es el enigma del cuarto cerrado. Se descarta que se haya suicidado. La Policía tardará en llegar. Hay que investigar lo sucedido, y nadie mejor para eso que alguien que hizo de Sherlock Holmes. Un escritor español de novelas pulp, se convierte en su ayudante Watson. Cuando están indagando aparece otro muerto. Mientras la búsqueda llega a la “solución necesaria y sorprendente pero no sobrenatural”, que reclamaba Borges, Pérez-Reverte hace apología de los policiales de otro tiempo, el cine negro de los años 40, recuerdan tramas y grandes actores de Hollywood, a la vez se lamenta de la decadencia en la que ha caído la novela negra en los últimos tiempos. Se lee sin parar, acompaña bien un viaje o es una amable lectura de vacaciones.
M. S.
=Arturo Pérez-Reverte, “El problema final” (Bs.As., Alfaguara, 2023, 319 págs.)
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