El músico expone en "El Nene Minado" un conjunto de canciones desde donde expone un universo tan oscuro como actual. Un disco que lo reconfirma como uno de los mejores talentos del rock local.
"Por primera vez/ estoy donde quiero estar/ aunque a veces sólo intento/ escaparme de mi cuerpo/ y de todo ese show/ y de esa presión que me exige/ que sea feliz dentro de esa jaula/ y enamorar, y enamorarme de mí". Nahuel Briones siente, luego existe. Y "El Nene Minado", su cuarto disco, es la prueba cabal. Un recorrido a través de diferentes géneros musicales en donde el artista se permite exponer, con ciertos momentos de oscuridad, su calidad compositiva.
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Como ganador de la Bienal de Arte Joven 2017 (que le permitió grabar este disco), Briones se pone al frente de "El Nene Minado", un material que tiene mucho de ese músico mimado por la generación sub 30 (de la cual ya es referente), para dar con un proceso que lo llevó a explotar su capacidad de no tener límites. Un trabajo en el que, a cada paso, logra una verdadera explosión en ese campo de canciones minadas por la pasión.
En sus extremos, el artista consigue pasar de la rave a la cumbia en un mismo tema ("Bailamos") para demandar y celebrar: "Bailamos, bailamos/ como si hubiesen separado a la Iglesia del Estado". Una canción sin fecha de vencimiento, que se convertirá en hit de nuevas marchas. De esas tan cercanas que no llegarán a tomar forma de distopía.
"Bases y condiciones" es la apuesta. La canción que protege la frontera de un disco amplio. Que se permite cruzar el charco e ir por Chano para lograr darle forma a un dúo impensado sin morir en el intento.
"Podríamos pensarlo en cambiarlo todo/ tenemos futuro pero hace tiempo pasó", canta Briones, y deja al descubierto en "Los nuevos monitores" su lado negativo de la vida. Y su consecuente trinchera: "Protegé a tu estado de ánimo como a un pichón".
Briones se sostiene en una banda segura. Con Didi Leonelli en segunda voz, aportando ese timbre necesario para discutir, dialogar o reafirmar como sucede en "Ya no es", el costado García de la carta. Claro que también está el alambique para Nietzsche y eso que canta en "Satélite": "El nihilismo es ahora el nuevo optimismo", quizá el mejor concepto de un disco plagado de frases para hacer banderas.
Pero hay algo que está claro. Y es que el artista no evita. Sucede. Y se hace parte de cada pregunta. Y es que Briones es, ante que todo (y después que nada), un enamorado del amor y sus diversas acepciones. "En el duelo del duelo/ elegís entre odiar o crecer", dice en "Ticket". Y es que "no alcanza que quiera entenderte/ ni alcanza que quiera querer quererte/ queriéndote". Claro que siempre queda "Futurito", y su oda desde el amor después del amor, después del amor: "Si estás contenta yo puedo/ ponerme contento también/ aunque ya no estés conmigo".
Luego de dar a conocer "Guerrera/Soldado" el año pasado, Briones confirma con este disco que es un artista del mañana transitando el hoy pero con la mira puesta en aquello que por pasado no fue mejor. Un melancólico anacrónico que sabe cómo ponerle una palabra certera a aquello que, aunque corte y raspe, siempre cicatriza.
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