5 de febrero 2007 - 00:00

Cristina en París con vistas al 25 de mayo

Cristina Kirchner, acompañada por el canciller Jorge Taiana,ayer, a poco de su arribo a París.
Cristina Kirchner, acompañada por el canciller Jorge Taiana, ayer, a poco de su arribo a París.
Más que el viaje de una sola mujer por unas horas, parecióla travesía de ultramar por tres meses de una familia. Tal la disposición dedicada a la incursión en París de Cristina Fernández de Kirchner, la primera dama -ahora estrado superior al de senadora, aunque ella siempre negó la otra alternativa y coqueteaba con ser la «primera ciudadana»-, una complejidad entendible: es parte de una campaña electoral externa para el lanzamiento, probable de su candidatura presidencial, el próximo 25 de mayo. Con megaacto incluido en Plaza de Mayo, la Patria lo demanda. Siempre y cuando, claro, los números se mantengan y no sea imprescindible que el consorte deba tripular, otra vez, el mando directo.

El testeo internacional parió con imponderables: l) el embajador Eric Calcagno -Eriquito para los íntimos- y la Cancillería no pudieron cerrar la agenda de encuentros. De ahí que se conservara en secreto lo que no se logró confirmar. 2) Por si alguna actividad no alcanzara éxito, se optó por «evitar toda filtración». Demasiadas previsiones para un viaje menor, sin compromisos importantes, para colmo organizados por la secretaria de la primera dama, Laura la Torre, una suerte de interventora en la embajada (allí hay otra funcionaria, en esta ocasión postergada, Marta Coreza). Otro tema vital fue la elección del hotel: se ofrecieron el Grand Hotel, el Rue Scribe (cerca de l'Opera), el Park Hyatt Vendome y el Meurice, el preferido. Tal vez por su historia: allí residía el gobernador nazi de París, el general Von Choltitz, el mismo al que Hitler llamó por teléfono reclamándole «¿Arde París?».

Hubo, además, trascendentes discusiones en el entorno cristinista: ¿debe asistir o no al partido de Argentina y Francia? Lo que es común en Europa, se vuelve grave en el subdesarrollo. ¿Y si el seleccionado pierde?, razonaban, tal vez le endilgan a ella el cargoso mote de «mufa». Finalmente, abordaron el tema con seriedad -se olvidaron de lo que ocurrió con Carlos Menem cuando asistió a la derrota argentina frente a Camerún en el Mundial de Italia-, ella irá al match y, de paso, un técnico de «Canal 7» viajó para que salga lo más fotogénica posible por la tele. Razonable prevención en esta época en que los medios visuales tanto importan para la gente que no lee.

Ayer fue día turístico, lo que en la jerga argentina puede ser jornada de compras. Para hoy se prevé almuerzo con el ministro de Cultura, Donnadieu Vabres (proposición de los franceses, seguramente por la disposición intelectual de la señora) y, por la tarde, una entrevista protocolar con el primer ministro Dominique de Villepin. Una hora más tarde, dos argentinos militantes de organizaciones guerrilleras, hoy funcionarios en el área de Derechos Humanos (Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Mattarollo) expondrán sobre el tema con el cual hoy se ganan la vida. Cae justo este mensaje cuando en el país avanza la investigación sobre la Triple A que, sin lugar a dudas, fue organizada y continuada por Juan Perón y su esposa María Estela Martínez. Buenas noticias para los peronistas que, suponen, toda la culpa fue de José López Rega, como antes del 55 le cargaban todas las responsabilidades al pobre Angel Borlenghi.

  • Material

    Como se sabe, Duhalde (alias Damián en la clandestinidad) y Mattarollo (alias Raúl Navas) disponen de buen material de aquellos tiempos: uno fue activista como sus hermanos Carlos (Federico) y Marcelo (Víctor), estuvo exilado, aunque luego ignoró parte de esa militancia (también dirigió una revista de ese nombre) cuando Carlos Menem lo hizo juez de la Nación, entre otros conchabos; el otro, como es público, fue abogado del PRT-ERP, también entre otras actividades. Ambos representan a la Argentina, hablarán en la embajada, a pesar de que no figuran en la delegación oficial, por lo menos en los « borradores» que son presididos por el canciller Jorge Taiana y Miguel Núñez, quien dicen se ocupa de la prensa del Gobierno. Compartir para Taiana el viaje con Cristina es importante: puede ser el número dos de Daniel Scioli, estimulado por sectores de izquierda, ya que Graciela Ocaña ingresó en el ocaso y con Carlos Kunkel habría problemas con la edad: demasiada tarea para alguien que no siempre fue apegado al trabajo. Para Taiana cualquier confirmación es importante: él no seguirá como ministro de Relaciones Exteriores con el nuevo gobierno.

  • Eslogan

    Tal vez, desde cierta óptica, pueda ser contradictoria la búsqueda de una mayor «calidad institucional» -eslogan que seguramente utilizará la señora del Presidente en su campaña- en compañía de dos exponentes más cercanos a la revolución que al sistema democrático.

    Pero todo se habrá de disipar con otras reuniones de la primera dama: se entrevistará mañana con Segolene Royal, la colega de izquierda que hoy pierde en las encuestas, y falta confirmar un diálogo con Nicolás Sarkozy, hombre de centro por lo menos, hoy futuro jefe de Estado a pesar de los conflictos sentimentales con su casquivana esposa. Un poco de fútbol luego en el Saint Denis, despedida en la embajada más tarde con la presentación del libro de Laura Alcoba, «Manejes», naturalmente vinculado a la vida en la clandestinidad. Quedó, en el medio, la firma de la «Convención Internacional sobre la desaparición forzada de personas», tema caro a Taiana, quien fue uno de sus inspiradores. Es, quizás, lo más coherente con un hombre del gobierno. Sin precisar aún, al parecer si el tiempo y las posibilidades existen, la señora podría encontrarse con senadores interesados en la evolución de América latina (nombre que siguen usando los franceses, claro), otro con el alcalde de París, Bertrand Delante, cumbre con «intelectuales» franceses, reportaje con «Le Figaro», tal vez almuerzo con empresarios ofrecido por Robert Peugeot y, por último, pero no menos importante, quizás un furtivo y casual diálogo con «Elle» o «Paris Match» mientras la señora visita impresionistas en el museo de Orsay o l'Orangerie, o contempla arte nativo en Quai Branly con piezas de la dominación africana que no son reivindicadas ya por los militantes de ese continente. Las periodistas de esos medios quizás le pregunten por su devoción a la cartera Jane Birkin de Hermes (la Birkin-bag), difícil de conseguir en la Argentina, pero que la aspirante a la Presidencia nonata aún exhibe en ocasiones en homenaje a esa estrella de los 60, compañera de comprensibles hombres de derecha -para la izquierda argentina- como Alain Delon y Lino Ventura, que luego viró hacia la izquierda por su casamiento con el notable cantaautor Serge Gainsbourg.
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