Cumbre de izquierdistas en Córdoba espera desde mañana a Fidel Castro
A partir de mañana, la provincia de Córdoba será la sede de un encuentro internacional en el que las corrientes populistas de Sudamérica darán rienda suelta a su retórica y fantasía. La excusa es una cumbre conjunta entre el Mercosur, la Comunidad Andina de Naciones y la ALADI. Pero eso es sólo técnico, igual que las reuniones de diplomáticos (aun cuando de ellas surgirá, por ejemplo, un nuevo Código Aduanero para el Mercosur). La atracción estará en otro lado. Hugo Chávez y Evo Morales ya organizaron un acto en el estadio Chateau Carreras, pero ayer parecía agregarse su máximo padrino, Fidel Castro. Al menos es lo que se especulaba en la Cancillería, pero sin confirmación oficial. ¿ Festeja Kirchner o teme efectos negativos sobre los votantes moderados, como viene ocurriendo con Chávez en toda la región? Un enigma de Olivos. El dictador cubano llegaría al país para firmar un acuerdo de libre comercio con los países del bloque. Igual que el ministro de Comercio de Pakistán. Castro no hablará, seguramente, de la médica a la que tiene prohibido salir de la isla a conocer a sus nietos en Buenos Aires. Aun así, lo agasajarán las Madres de Plaza de Mayo y todas las vertientes de la izquierda paraestatal, reunidas en Córdoba para hacer oír sus consignas. Igual que los asambleístas de Gualeguaychú, que aprovecharán la visita de Tabaré Vázquez. En voz más baja, acaso conversen también Kirchner con Michelle Bachelet, ésta con Evo Morales y el boliviano con Lula. Todos tienen el gas de por medio como cuestión para resolver.
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Lo más colorido del encuentro, la fiesta de los sentidos, se desarrollará en la periferia del encuentro, que promete dejar a la Cumbre de las Américas de Mar del Plata (noviembre de 2005) a la altura de una asamblea ordinaria del Colegio de Escribanos. Mientras cancilleres, ministros y presidentes de bancos centrales estén lucubrando en almuerzos y tés del Museo de Arte Contemporáneo o la Cúpula Azul del Predio Ferial cordobés, la organización Evita Vive, el Movimiento Sí de los Pueblos o los Movimientos Sociales de Bolivia invadirán aulas universitarias o el Cabildo de «La Docta» para divulgar sus consignas antiimperialistas.
A pesar de ser el dueño de casa y el presidente pro tempore del Mercosur, Kirchner tendrá menos comodidades que en Venezuela para entrevistarse a solas con el uruguayo Vázquez y retomar la conversación que llevaron a cabo en el Hilton de Caracas, hace apenas dos semanas. Los estarán controlando: ayer salían ya los camiones y colectivos desde Gualeguaychú para realizar una asamblea en Córdoba el jueves y viernes. Igual el encuentro entre los presidentes será puesto bajo la lupa por todo el mundo, aunque no haya intimidad: será la primera vez que se vean desde el fallo de la Corte Internacional de La Haya en favor de Uruguay.
¿Cuál será la cumbre de la cumbre? Si manda el protocolo, debería ser el discurso de Kirchner, un balance de su gestión como jefe del Mercosur durante seis meses. Pero la liturgia no es lo que cuenta en este club (tanto que Evo Morales despidió al jefe de Ceremonial de la presidencia de Bolivia porque lo encontró usando corbata). Por eso el clímax llegará en el estadio Chateau Carreras, cuando Chávez, Evo y, ahora se sabe, quizás Fidel, realicen un acto dedicado a las Madres de Plaza de Mayo, Barrios de Pie, Movimiento de Tierra y Vivienda, etc. ¿Irá Kirchner?
Habrá otras incógnitas a develar, entre bambalinas. Lula intentará pasar inadvertido: cualquier movimiento en el amperímetro electoral de Brasil podría beneficiar al centrista Geraldo Alckmin, discípulo de Fernando Henrique Cardoso, que le viene pisando los talones. Pero quienes quieran información deberían atender a cualquier encuentro entre el brasileño y Evo Morales: el acuerdo gasífero de Bolivia y Petrobras es la gran incógnita regional para los que saben.
¿Cómo no prestar atención al encuentro entre Kirchner y Bachelet? La presidenta de Chile llega en mal momento, cuando su canciller, el democristiano Alejandro Foxley, casi llama «en consulta» al embajador Luis Maira para que explique la política energética de Kirchner respecto de su país. Aunque no es la Argentina la razón del mal trance de la presidenta socialista: la derecha local la tiene contra las cuerdas en medio de una crisis que la hizo cambiar de gabinete muy temprano. Después de todo, no será de alto perfil la presencia de la chilena. A la luz del resto de la concurrencia corre el riesgo de que la confundan con Margaret Thatcher.
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