Ofrecen al gobierno cabeza de Bergoglio
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Sin embargo, las enemistades no cuentan aquí con carácter transitivo. Caselli está alejado de Bergoglio, pero también de Kirchner. En su momento, el Presidente puso como condición de su asistencia a la coronación de Benedicto XVI no tener que cruzarse con este ex embajador en la plaza San Pedro: «Si aparece, doy media vuelta y me voy», le dijo en ese momento Kirchner a Rafael Bielsa.
¿Podría conseguir, sin embargo, el ex embajador el « indulto» de Kirchner si lograra poner sobre la mesa presidencial la cabeza del desafiante Bergoglio? Hay quienes creen que sí, entre ellos, amigos íntimos de Caselli muy ligados al gobierno como el empresario Mario Montoto, acaso hoy el operador más activo de negocios del área de Defensa y Seguridad. Aunque no siempre esos negocios se realicen: todavía no consiguió venderle a la Prefectura los camioncitos con scanners para interceptar llamadas; al parecer, Kirchner determinó que esa actividad, si no la dispone la Justicia a través de la SIDE, sería ilegal. Aun cuando, como alegó Aníbal Fernández, fuera para operar en la Triple Frontera. Este fracaso no impide que el empresario tenga más suerte con Julio De Vido, ahora a cargo del área de Fabricaciones Militares y, sobre todo, del apetecible programa de radarización.
Es curioso que otro ex montonero como Montoto, el periodista Horacio Verbitsky, haya prestado su pluma a alentar la operación de estos dos amigos, de los quienes se lo suponía lejano (más de Caselli que de Montoto, quien tiene como él un monitoreo permanente sobreel área de Defensa, aunque por razones diversas). Es cierto, todos tienen algo en común: una pasión desmedida por voltear a Bergoglio de su silla.
¿Conseguirá Montoto que Kirchner le quite el precio a la cabeza de Caselli si éste a su vez consigue el reemplazo de Bergoglio por Sandri? Las versiones sobre la asignación de un dicasterio romano para el cardenal jesuita se hicieron insistentes desde el ascenso al papado del nuevo pontífice. Y Sandri acaso podría preferir una sede como la porteña a cambio de una congregación como la de la Administración de la Santa Sede, hasta ahora, el destino más seguro que se le ofrece. Sin embargo, para el trueque haría falta más colaboración del propio Caselli: en la Casa Rosada se le atribuye a él la visita de Francisco de Narváez a Roma y también ofrecer sus servicios para una peregrinación similar de Roberto Lavagna. Acaso con una escala en Toscana, visitando su nueva «villa» (abandonada en estos días para atender las posesiones de Punta del Este).
La clave de todo este procesodebería ser, de cualquier modo, la velocidad. Es posible que cuando Tarcisio Bertone, el sucesor de Sodano, se haga cargo plenamente de la Secretaría de Estado, todo lo que huela a su antecesor (entre otras cosas, el apellido Caselli) sea condenado en Roma: Bertone fue destratado por Sodano, quien todavía no le liberó su escritorio y lo mantiene en espera en una torre del Palacio Apostólico. No es, por lo visto, una sucesión tranquila esta de los cardenales, lo que acaso afecte también al nuncio en Buenos Aires, Adriano Bernardini, otro amigo de Caselli y de Montoto.
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