7 de octubre 2016 - 20:56

"¿Qué pasó ayer?" en versión vernácula

AUNQUE ELEMENTAL Y POCO SUTIL, "LA ÚLTIMA FIESTA" HACE REÍR - Más que inspirada en la saga estadounidense de amigos juerguistas, la comedia arranca carcajadas gracias a que el dúo de directores saca el mejor comediante de adentro de cada uno de sus intérpretes.

Cualidad. Si bien el ritmo es desparejo y algunas situaciones son obvias, cada personaje aporta algo divertido.
Cualidad. Si bien el ritmo es desparejo y algunas situaciones son obvias, cada personaje aporta algo divertido.
Esta comedia guarra tal vez imite demasiado el estilo de "¿Qué pasó ayer?", y sin dudas es tan elemental como poco sutil, pero tiene un gran punto a su favor: hace que el público ría a carcajadas.

Nicolás Vásquez es un agrandado vendedor de importantes propiedades que suele utilizar para armar grandes fiestas, lo que viene de perillas cuando su apocado mejor amigo Alan Sabbagh, guardia de seguridad de un museo que nunca se anima a mostrar sus trabajos como artista plástico, se separa de su novia. La gran fiesta se realiza en la impresionante casa de un excéntrico millonario coleccionista de arte, e involucra a un grupo de impresentables músicos de hip hop drogones que se hacen amigos del hermanito del anfitrión (Benjamín Amadeo), un chico con algunos problemas mentales que debe estar medicado todo el tiempo. En medio del jolgorio Vásquez conoce a una bomba sexy (Eva de Dominici) con increíbles poderes de seducción a la que, ya totalmente borracho, le regala uno de los cuadros de la mansión. Y la desaparición del cuadro provoca que el trío protagónico se involucre en todo tipo de enredos peligrosos con mafiosos y narcotraficantes.

Si bien el ritmo es desparejo y algunas situaciones son cantadas, una cualidad de "La última fiesta" es que cada personaje tiene algo divertido que aportar, por ejemplo el padre adicto al porno por internet que encarna Roberto Carnaghi. Y el dúo de directores, que no filma nada mal, saca el mejor comediante de adentro de cada uno de sus intérpretes. El estilo de humor adolescente esta tan plagado de juguetes eróticos que por momentos toda la película parece estar producida por alguna cadena de sex shops, lo que no impide que algunos de los chistes más zarpados sean eficaces. Sutil o no sutil, lo cierto es que es una comedia muy graciosa en general, y al final eso es lo que vale en una comedia.

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