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''Antigua amistad que regresa coqueteando''

El Café de los Angelitos es hoy un testigo vivo de más de cien años de historia porteña. En su interior desfilaron las más destacadas personalidades del ambiente político y artístico del siglo XX. En sus mesas se escribieron muchas de las páginas que hicieron de Buenos Aires la gran cuna del tango. Café de los Angelitos es, además, uno de los eslabones de esa inolvidable sucesión de cafés que poblaron la Avenida de Mayo desde fines del siglo anterior. Pero en 1993 había cerrado sus puertas.
Desde aquel entonces, pasó a ser una esquina deshabitada, con la fachada repleta de afiches promocionando alguna campaña política (por su cercanía con el Palacio Legislativo) y sus dos querubes en lo alto de la ochava clamando a la ciudad por una redención que tardó en llegar. Allí fuimos, invitados por Daniel Sousa, para presenciar el nuevo show. Madera oscura, cristal, vitreaux, bronce, mosaicos calcáreos forman parte de la decoración. Sobre las paredes, más de 300 fotografías seleccionadas en archivos y museos recrean el clima y el ambiente de aquellos tiempos.
El show musical incluye 22 artistas en escena; los bailarines Nicole Nau & Luis Pereyra (una alemana elegante que llegó hace dos décadas al país y se enamoró de nuestra música) son los creadores y responsables del espectáculo donde, acompañados por varias parejas de bailarines, interpretan sobre el escenario un tango (con más características for export que criollo) con melodías como «Milongueando en el 40», «Taquito militar», «La cumparsita» o «Verano porteño» y «Adiós Nonino» en homenaje a Astor Piazzolla.
La escenografía es merecedora de todos los aplausos. No sólo sobre el escenario, sino que en una especie de entrepiso, la orquesta Sexteto Gabino Tango, seduce, en vivo, con interpretaciones muy cuidadas. Pero lo mejor llega con la Orquesta de Señoritas, con la interpretación de «Milonga de mis amores», «El porteñito» y «El flete», promediando el show, que se extiende por espacio de hora y media. Guillermo Galvé y Nora Roca son las voces que le ponen el toque de color a noche cantando «Malena», canción desesperada», «Por una cabeza», «La última curda» o «El día que me quieras», entre otros clásicos, además del tema «Café de los angelitos». La despedida llega de la mano de «El choclo», bailado por todos los artistas en escena.
Una noche ideal para rememorar aquellas jornadas donde desfiló, entre otros, el propio Carlos Gardel, quien solía aparecer para cenar a la madrugada, ya que vivía por ese entonces en Rincón 137. Precisamente, en el Café el representante del sello Odeón, Mauricio Gordat, firmó contrato con el dúo Gardel-Razzano, que derivó en la primera aparición fonográfica del «Morocho» y del «Oriental». Tampoco faltó a la cita en el Café otro ídolo de la época, Luis Angel Firpo, el «Toro salvaje», y hasta Aníbal Troilo desenfundó su bandoneón en el lugar, que también frecuentaba el maestro Osvaldo Pugliese.
L.F.
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