16 de diciembre 2019 - 00:00

Una inflexión en la macroeconomía de la Argentina

La política económica estará condicionada y se deberán relajar restricciones. Con el FMI se deberá firmar un nuevo acuerdo que contemple otra lógica y nuevas metas.

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El año 2020 deberá presentar un punto de inflexión en la tendencia macroeconómica de la Argentina. Necesariamente se requiere un cambio de rumbo que oriente la economía hacia el crecimiento. Sin embargo, esto no resultará sencillo. La política económica se encuentra muy condicionada, y será necesario trabajar para relajar las restricciones. En el plano externo, se hereda una economía fuertemente endeudada, con un perfil de vencimientos de la deuda concentrado muy fuertemente en el corto plazo, tanto con inversores privados como con el FMI, que también intenta condicionar la política económica. De todas formas, en una primera instancia la estrategia de negociación deberá plantearse con los acreedores privados.

Escenario adverso

Con el FMI deberá firmarse un nuevo acuerdo, que contemple otra lógica y nuevas metas, y en el que la Argentina renuncia a recibir los dólares restantes para completar el préstamo stand-by, irresponsablemente contraído por el Gobierno saliente, por un total de 57.000 millones de dólares, de los cuales al momento se han desembolsado u$s44.500 millones. Pero el frente externo no luce complicado solo por la pésima gestión de un Gobierno que apostó a la valorización financiera, sino también por un escenario internacional adverso, con proyecciones de menor crecimiento mundial, con políticas proteccionistas en las principales economías del mundo, con precios de commodities estables en el mejor de los casos, y con crisis políticas y sociales muy complejas en los países de la región. Sumado a todo esto, la política económica de los últimos cuatro años impactó muy negativamente sobre el aparato productivo, y destruyó el mercado interno. Así, la prioridad está en atender en primer lugar a los sectores más postergados, que conforman el bochornoso 40,8% de pobreza según los últimos datos de la UCA. Pero también resulta urgente modificar la dinámica de círculo vicioso, con una recesión que se profundiza, una inercia inflacionaria que toma fuerza, altas tasas de interés, contracción del crédito y desempleo de dos dígitos.

Para transformar esto en una dinámica de círculo virtuoso es necesario apuntar al consumo interno, que representa alrededor del 70% de la demanda agregada. Entonces, habrá que expandir la masa salarial, atendiendo la necesaria suba de los salarios reales. Para el éxito de esto resulta ineludible, la conformación de un Consejo económico y social, con todos los actores relevantes formando parte del mismo, que contemple un acuerdo de precios y salarios, buscando que estos últimos comiencen a ganarle la carrera a los precios, y donde ese impulso de demanda sea correspondido con un aumento de la oferta, lo cual puede ocurrir muy rápidamente si se considera que casi el 50% de la capacidad productiva de nuestra industria se encuentra ociosa, como otro de los tristes resultados de los últimos cuatro años de tragedia económica. El Estado, que recuperará sus funciones de intervención sobre el ciclo económico, deberá también recomponer su poder regulatorio, de manera de controlar que los acuerdos del pacto se cumplan. No hay espacio para comportamientos especulativos de parte de empresarios acostumbrados a las apuestas de corto plazo. Las políticas expansivas requerirán alejarse temporariamente del equilibrio fiscal, y relajar las metas monetarias, en el marco de un modelo económico sustentable, que además garantice a los acreedores externos que el crecimiento al final del camino permitirá recomponer los equilibrios y atender las obligaciones comprometidas.

Equipo homogéneo

El equipo económico anunciado resulta muy homogéneo y comprometido con una visión de ejecutar políticas expansivas en lo inmediato. La existencia de un Ministerio de Desarrollo Productivo, que presente un carácter de estrategia de largo plazo, es muy importante también para no caer en errores del pasado. El desafío es ahora, 2020 es un año bisagra, riesgos existen y son muchos. Ni el escenario internacional ni nuestra propia historia económica nos juegan a favor. El camino planeado es el correcto, será importante al aporte de todas las partes para lograr el éxito y encauzar a la Argentina definitivamente en la senda del desarrollo.

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