15 de junio 2007 - 00:00

Colomé, milagro suizo en Salta

Colomé, milagro suizo en Salta
Escribe Martín Garrido

La suite número 2 es enorme, mayor que un departamento de un ambiente, aunque acogedora, «cozy», dicho en inglés. La cama es bien grande, como corresponde, aunque uno duerma solo. Y más si está acompañado, porque las cosas lindas son para compartir.
Al frente un hogar, con leños que no son de utilería, dan calor y danzan con el fuego; igual que el aviso de un cognac. Los 55 metros cuadrados son una obra de arte en su manejo de la luz y el espacio. Con placares amplios para hombre y mujer con las mejores perchas que conocí: torneadas en madera fina sin ningún artificio raro para los que quieran llevárselas de recuerdo. Lo mismo que las robes de toalla mullida tipo Marilyn, junto al baño con dos lavatorios, para no estar en lista de espera al lavarse los dientes. El enorme espejo es apto para un camarín de teatro, con el agregado de una lupa gigante para verse los barritos. La bañera es tamaño completo, no hace falta encogerse en posición fetal para la inmersión. La ducha fuerte y el sistema de canillas simple. No se necesita ser ingeniero para no morir quemado o helado como en algunas griferías modernosientas que ya pasaron de moda. El inodoro, con bidet, está al otro costado de la cama con luz natural.

Casa FOA frente al Nevado de Cachi

El sol entra generosamente por la ventana al Este y el balcón de 23 metros de largo. Al anochecer surgen lámparas dicroicas, otras indirectas y velas. Es igual a Casa FOA. Al costado se prolonga otro cuarto para leer o escribir, con una mesa demasiado bella para ser oficina aunque tenga teléfonos para discado directo y conexiones para la computadora e Internet. El ambiente tiene fragancias a cedrón, a hierbas naturales y afuera, el aire puro nos estimula a quedarnos mirando las estrellas, que están más cerca porque nos encontramos a 2.300 metros del nivel del mar.
Luego, al retirarnos, bien acomodados entre una selva de almohadas cariñosas y cubiertos por un acolchado que no pesa pero abriga, nos creemos en un hotel suizo. Por algo Charles Ritz, sinónimo de lujo, nació en Suiza y de niño fue pastor antes de emigrar a Londres y dedicarse a la hotelería.
Aunque los Alpes tengan varias montañas de más de cuatro mil metros, ninguna se acerca a los 6.300 de los picos del Nevado de Cachi que tenemos enfrente. El marco soñado para celebrar San Valentín todo el año. De la noche fría, aunque nuestra sensación fuera tropical, pasamos a una mañana cálida. Ideal para salir a cabalgar, caminar meditando por los senderos, conectarse con la Pachamama omnipresente, nadar en la piscina al mediodía, trepar con la bicicleta de montaña, para tomar luego un masaje revitalizante.

Colomé y su río domesticado

Es un despertar estimulante porque esta amplitud térmica, frío nocturno, calor diurno, es buena para los viñedos que nos rodean y también para nosotros. Llegamos luego de cuatro horas y algo más de camino desde Salta, y luego de trepar la Cuesta del Obispo, de golpe surge, al parecer de la nada, un complejo de novela con estancia-hostería-viñedos-bodega en el medio de los Valles Calchaquíes. Se sintetiza en una palabra, Colomé, junto al río ahora domesticado por una central para su aprovechamiento hidroeléctrico. Walt Disney ya lo explicó: si lo puedes imaginar, lo puedes realizar invirtiendo.
Me quedé pensando en todo esto al desayunar con pan casero, lo mismo que el yogurt sin gusto a sintético, con mermeladas que no eran diet sino de los árboles que tenía alrededor, no lejos del autóctono molle, alto y grande que lleva vividos más de 200 años. Seguí con el tema al caminar entre los viñedos. Algunos casi tan antiguos como el molle, que siguen produciendo como en los tiempos iniciales de la bodega, creada en 1831 por el último gobernador español, don Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar (1753-1837). Que nació y murió en el cercano pueblo de Molinos, donde se conserva su casa ahora convertida en hostería por la Secretaría de Turismo Provincial.
Su hija Ascensión se casó con José Benjamín Dávalos, cuyos descendientes manejaron la finca hasta que apareció el suizo Donald M. Hess en 2001.
El lugar era tan aparentemente áspero que algunos vecinos decían que Raúl Dávalos era un loco por seguir allí. Y quizá lo sigue siendo, porque se fue aun más arriba, a Tacuil, a plantar más viñedos.
Viñedos de 1854 sin filoxera
Volviendo a los comienzos de la Bodega Colomé, que sigue escrita en letra caligráfica, la primitiva construcción se mantiene junto a las 9 habitaciones (sí, sólo 9) de la hostería, que conserva sus restos coloniales y los fusionó en la construcción actual. El estilo se mantiene a través del gusto estético de Ursula Hess respetando el patrimonio tradicional dándole confort. El cuadro podría ser el mismo que cuando el matrimonio Dávalos-Isasmendi plantó en 1854 las vides Malbec y Cabernet traídas de Francia. En esa época no tenían filoxera y gracias a la altura se libraron del mal que en 1863 devastó la vinicultura europea. Luego se sumaron las nuevas viñas para convivir armoniosamente, porque mientras las antiguas reciben agua por el riego tradicional, las modernas lo hacen por goteo manejado por computadoras.
Las uvas son una gran cosa, y este capítulo forma parte del Camino del Vino, que es otra de las atracciones de Salta. Se estima que estos viñedos pueden ser los más altos del mundo para alimentar la bodega construida en 2005 que se propone elaborar vinos de alta calidad. Esta iniciativa tiene parentesco con la seducción del país, que llevó a invertir a otros grandes nombres en el rubro (LVMH/Chandon Kendall Jackson; Michel Rolland, Sogrape de Portugal, etc.).
BiodinAmica, de
Steiner a Salta
Sin entrar en el vino, que reservo a los especialistas porque apenas soy un usuario entusiasta, me resultó sorprendente oír hablar de cultivos biodinámicos. Van un paso más allá de los productos orgánicos. Tampoco usan pesticidas ni agroquímicos, pero conforman un sistema que lleva a la autosuficiencia, no sólo con las uvas, sino que es una agricultura conjunta con el cultivo de cereales, verduras, árboles frutales y pasturas y los animales que contribuyen a fertilizar sin abonos artificiales. Es un ciclo inspirado en la naturaleza que estudió el filósofo austríaco Rudolf Steiner (1861-1925), profundo estudioso de Goethe que no sólo era un poeta gigante sino también un gran científico botánico. Su método viene del griego bios (vida) y dynamis (energía), y busca la mejor correlación entre el hombre y la tierra. Y en Colomé da muy buenos resultados, con sólo juzgar lo sabroso de todo lo que uno come y toma, que son las mismas cosas que consumen los 400 pobladores del pueblo que, de limitarse a sobrevivir secando ajíes al sol, ahora integran un proyecto económico próspero, porque no viven en otro lado, sino que tienen sus casas propias e individuales en la misma estancia, pero cada uno en su lugar, sin amontonarse.
En mi breve visita, por más cosas que anotara, me sentía frente a un mago que no cesara de sacar cosas maravillosas de su galera. Porque entre esas montañas se construirá un museo de arte contemporáneo de 1.600 m2. El diseño es de James Turrell, un gran artista norteamericano que trabaja sobre la naturaleza en Arizona, donde vive en un paisaje parecido a los Valles Calchaquíes. Hace poco vi un documental de «El arte en el siglo XXI» que lo ubica como uno de los protagonistas más importantes de esta época con sus instalaciones que ahora se expondrán aquí.
Preparándome para irme, en el Salón Gaucho estaba rodeado de varias obras originales de los jinetes de Florencio Molina Campos y el libro que Aldo Sessa dedicó a los gauchos. No hablé con Donald Hess ni con su esposa Ursula; estaban en Berna, donde dedican medio año a la atención de su colección de arte actual. Pero, hasta en los menores detalles, estaba la presencia de un matrimonio que hizo este milagro suizo en Salta.

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