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''Durante catorce años viví siempre en verano''

Carismática, de hablar pausado y ojos expresivos, Estela Raval tenía apenas cuatro años cuando su familia descubrió en ella esa luz especial: «A esa edad ya sentía fascinación por cantar y bailar. Afortunadamente en mi casa flotaba en el aire la música todo el tiempo. Mi papá era un italiano romántico que tocaba en su acordeón las canciones de su tierra, y uno de mis hermanos estudiaba bandoneón y música, es decir que yo me crié rodeada en este entorno maravilloso».
A los 12 años se inició profesionalmente y ya no dejó de trabajar. Durante todos estos años recibió el reconocimiento del público, sus colegas y la prensa.
Periodista: Este año Los cinco latinos cumplen 50 años de trayectoria internacional. Ofrecieron recitales en Europa, América, Africa, Asia. ¿Cuál fue el país más exótico que visitó?
Estela Raval: Beirut, la capital del Líbano. Habíamos estado cantando en el teatro Olimpia, de París, y viajamos a Beirut, donde debimos quedarnos por un mes. Fue una experiencia muy rara, porque es un país muy diferente, con un idioma difícil. Por la devolución del público, comprendimos que no entendían lo que decíamos pero les gustaba mucho el espectáculo. Estuve en países increíbles, como Marruecos... En realidad, con Los cinco latinos estuvimos 14 años de gira. Durante 14 años viví prácticamente en verano. Hacíamos la temporada estival en Europa, después nos íbamos al Caribe y terminábamos el año de regreso en la Argentina. Me encanta el verano.
P.: En ese vivir permanentemente de viaje, ¿qué tipo de hoteles prefiere?
E.R.: Me adapté, pero siempre eran hoteles cinco estrellas. Eso era lo que nos ofrecían como una manera de halagarnos. Conozco todas las cadenas internacionales.
P.: ¿Alguna vez pensó en radicarse en otro país? ¿En cuál?
E.R.: Amo a la Argentina. Me gusta vivir acá, en la ciudad de Buenos Aires, y en mi barrio, Palermo. No cambio a nuestro país por nada. De tener que optar, hubiese elegido España, conozco muy bien Madrid y también Barcelona.
P.: ¿Cómo ve hoy al país, turísticamente hablando?
E.R.: Se reactivó enormemente. Vienen turistas de todas partes del mundo, y por algo lo hacen... Este país es maravilloso, se quedan fascinados con las cataratas del Iguazú, El Calafate, los glaciares o la nieve... Nuestro país tiene todo. Y la intensa vida nocturna, gran cantidad de espectáculos y muchísimas opciones gastronómicas. El único problema es la inseguridad. Creo que nos preocupa a todos, debería resolverse por los turistas y por nosotros. Hay mucha violencia.
P.: ¿Qué le gusta hacer durante el día? ¿Cómo pasa su tiempo libre?
E.R.: Soy muy activa. Vocalizo todos los días, es una rutina y, a la vez, una necesidad, porque abre la mente, el alma. Para mí es como la risa. Canto y libero cualquier problemita o preocupación. Hago gimnasia, me cuido, trato de estar siempre bien, arreglada, soy muy coqueta... Los fines de semana que no trabajo me voy a Pilar, a la casa de mi hija Mónica. Allí descanso, leo, me gusta escribir. Tengo cuadernos escritos, si se me ocurre una frase la anoto en cualquier papel, después junto todo y lo acomodo, como un puzzle, voy acomodando las piezas. Y como ya planté un árbol y tuve hijos, me queda escribir el libro. Estoy escribiendo una autobiografía, en donde incluyo las cosas maravillosas que viví y también las experiencias tristes. Hace cinco años me estaban operando por un cáncer de mamas y hoy puedo contarlo, estoy bien, y muy agradecida a la vida. Antes de la enfermedad observaba menos a mi alrededor. Ahora veo ese pájaro, aquel árbol, la persona que pasa caminando... y disfruto de todo lo que hago. Ante una experiencia tan grave, uno aprende a vivir mejor. Estoy feliz de estar viva.
Estela Raval dice que, en ese sentido, prefiere compartir su experiencia porque con su testimonio ayuda a otras mujeres que están pasando por el mismo trance y colabora en la tarea de concientizar sobre la importancia de realizar controles, y finaliza con un impulsivo: «Soy una agradecida a la vida. Me gusta caminar por el mundo con mucha energía y mucho positivismo. Tengo una familia, un trabajo maravilloso, gente que me quiere, amigos, muchos proyectos. ¿Qué más puedo pedir?».
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