El Torrontés, una de las cepas con las que más se identifica a la Argentina. Por más que internacionalmente sea el Malbec el más reconocido, es un hijo adoptivo de estas tierras.
Resulta difícil imaginar que una cepa cuyos mejores vinos tan bien acompañan en invierno a picantes empanadas de carne salteñas, exotérmicos locros o pesadas humitas de chala pueda resultar tan versátil como para considerársela apropiada para los calores estivales. Sin embargo, su notable capacidad de adaptación es una de las primeras razones por las que el Torrontés debería asombrarnos. Trazando un paralelismo con la industria automotriz, podríamos compararlo con un todoterreno de ésos que, además, poseen un andar confortable en ruta. Otra peculiaridad de esta variedad podría ser que, aunque a la Argentina se la asocie internacionalmente con el Malbec, no es ningún secreto que por mejor que éste se haya adaptado a nuestra geografía, es un hijo adoptivo de nuestro país, mientras que, en realidad, el único hijo legítimo de estas tierras en materia varietal es el emblema de Cafayate.
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Si se nos planteara un teorema matemático, la hipótesis sería que un vino seco, pero de sensación dulce a la vez y aromas florales de rosa y jazmín exuberantes, con algo de fruta y levemente especiado en algunas ocasiones, debería ser necesariamente aceptado en las mesas estivales. La tesis, que efectivamente puede ser considerado un vino de verano. Pero de nada servirían hipótesis y tesis sin la consecuente demostración, y qué argumento más contundente puede haber para la prueba que el hecho de que el consumo nacional de Torrontés en todas sus formas aumente en primavera llegando a su pico máximo entre enero y marzo. En nuestro país se lo vinifica tradicionalmente como varietal o, en menor medida, como corte de otros blancos. Asimismo, últimamente se han logrado producir con Torrontés excelentes exponentes de espumantes en La Rioja, o de cosechas tardías en Salta. Junto con su pariente cercano, el muscatel, es probablemente el único cepaje que posee marcados aromas a uvas frescas, lo que lo hace naturalmente apetecible en verano. Su carácter seco lo convierte en un excelente compañero de pescados y mariscos.
MUTACIÓN
La historia oficial dice que fue ingresado en nuestro país por el capitán español Diego de Garzón en 1611, quien lo habría plantado por primera vez en la provincia de La Rioja. Según Oz Clarke -el más destacado periodista enológico británico-, el Torrontés es, en realidad, producto de la mutación de varias variedades, y no todas provienen del moscatel, sino que combina ciertos aspectos de la Gewürztraminer alsaciana, lo cual resulta probable en función de sus aromas. Como en los alrededores de Madrid -según Clarke- existe también una uva llamada Torrontés de características similares, es razonable pensar que esta última sería la importada por los colonizadores y, por lo tanto, debería ser muy similar a alguna de las tres variedades que existen en nuestro país, lo cual en rigor de verdad no ha sido demostrado categóricamente.
En la Argentina, la cepa toma matices algo diferenciados en función del terroir en que crezca. En los Valles Calchaquíes de Salta, provincia que ha hecho de este varietal su uva dilecta -al punto que varias bodegas localizadas en otras provincias plantan y producen su Torrontés en «la Linda»-, se producen los vinos más caros y afamados, lográndose caldos más elegantes de aroma profundo y paladar sobrio. La característica que distingue los caldos salteños es un gusto extremadamente refrescante y untuoso, frutal con dulces toques de durazno, y un final de boca agradable y prolongado.
En La Rioja, la provincia que lo produce en mayor cantidad, el perfil frutal se pierde un poco dando lugar a rasgos netamente florales, propios de la moscatel, y un dejo de retrogusto algo amargo, lo que no debe considerarse como un defecto, sino más bien como una característica propia de la tipicidad de la región. Por último, en Mendoza, es más liviano en boca, pasajero o con algunas carencias de intensidad aromática, pero en general tiende a ser más fresco y suave.
Al igual que sucedió en décadas pasadas con otras variedades en tierras criollas, pero en el caso de la Torrontés en forma particularmente acentuada, la producción en el viñedo apuntó a lograr grandes cantidades de uva por hectárea, en desmedro de la calidad e intensidad de sus propiedades, por lo cual un vino que había llegado a ser el más apreciado entre los blancos durante décadas perdió vigencia y popularidad -desde los ochenta-, en beneficio de las blancas francesas más difundidas por estas tierras, es decir, el Chardonnay y el Sauvignon Blanc. Afortunadamente, como consecuencia del revival cualitativo iniciado en los 90, se está volviendo cada vez más a trabajar la viña, en especial en Salta, con un enfoque puesto en la concentración, en desmedro de la cantidad, lo cual redunda en vinos de categoría suficiente como para hacer despertar al Torrontés de su prolongado letargo.
RECOMENDACIONES
A manera de orientación, ya que -al igual que el conocido axioma de que el cliente siempre tiene razón- la palabra final siempre, estimado lector, la tendrá usted. Podemos sugerirle algunas de las mejores relaciones precio-calidad en diferentes segmentos del mercado para que saque sus propias conclusiones. Tenga en cuenta que, en general, no es un vino para consumir mucho más allá del año y medio de cosechado y hay que servirlo a una temperatura de entre 8 y 10 grados. Dentro de los varietales se destacan el premium de Altavista, el Valbona de Augusto Pulenta, el Quara de Lavaque, el Don David del Esteco, el internacional de Etchart, el Finca de Domingo de Domingo Hnos., el Críos de Dominio del Plata o el Colomé de la joven bodega homónima del magnate Donald Hess. Entre los cortes, sugerimos el de Chenin/Torrontés de bodega Jean Rivier o el Torrontés/Chardonnay Santa Florentina de bodegas La Riojana, marca que también se lleva los laureles entre los espumantes de base Torrontés.
Entre los cosecha tardía se destaca especialmente el Etchart 2004, elaborado con uvas cosechadas a fines de abril de ese año, que a diferencia de los varietales, conviene servir a unos 5 grados y se puede guardar hasta cinco años.
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