5 de enero 2007 - 00:00

Festival de aves, mamíferos y flora

Festival de aves, mamíferos y flora
Si bien Mar del Plata es visitada masivamente verano tras verano por turistas que buscan disfrutar de la amplitud de sus playas, con cálidas arenas y el típico oleaje impetuoso del Atlántico, también llegan quienes no son tan amantes de la arena para disfrutar de la observación del patrimonio arquitectónico, de las estancias y de las reservas naturales de fauna y flora que rodean a la ciudad, en dirección opuesta a sus costas.

En muchos lugares del mundo uno debe desplazarse a grandes distancias de los centros urbanos para encontrar diversidad, pero la ciudad de Mar del Plata ofrece estos atractivos a tan sólo veinte o treinta minutos del centro.

Está claro que no hablamos de la reserva de lobos marinos en la escollera sur, ni de la de aves en el puerto local, sino de una serie de recorridos que pueden realizarse durante el día, en los que se combinan paseo por sierras y laguna, buena gastronomía, naturaleza y lugares históricos, para luego regresar a la ciudad y despedir el día con alguno de los numerosos espectáculos teatrales de temporada y actividades culturales.

Laguna y avistaje

Saliendo de la ciudad hacia el Oeste por la avenida Pedro Luro (en dirección opuesta al mar) se llega a la Ruta 226, una autopista muy pintoresca, y luego de pasar por coloridas plantaciones de girasol y maíz, además de por variadas quintas de producción frutihortícola, se ingresa a la Reserva Natural Laguna de los Padres. Al llegar se encuentra el espejo de agua de 216 hectáreas que sirvió como escenario en los juegos deportivos panamericanos y que recibirá en abril próximo a más de 350 remeros de todo el Cono Sur. Con una longitud y un ancho de 2.065 metros y 1.700 metros, respectivamente, alberga a más de 90 especies de aves que utilizan las 687 hectáreas arboladas para alimentarse y reproducirse, como la garza blanca, la gallareta y el martín pescador. No es difícil ver los hermosos cisnes de cuello negro llevando sus crías sobre el lomo, una toma única para unas fotografías irrepetibles.

El safari fotográfico es una de las actividades más practicadas por los turistas extranjeros en este lugar, como también la pesca embarcado. Incluso, si uno es un paciente observador puede encontrar coipos (mal llamados nutrias) construyendo plataformas cerca de la orilla. En definitiva, todo un festival de aves, mamíferos y flora.

«MartIn Fierro»

Continuando el recorrido se puede ingresar al Museo Municipal José Hernández, una construcción de ladrillos asentados en barro y revocados a la cal que data de 1885. A pesar de que este paraje ha sido sede de sucesos fundamentales de la historia regional, desde la Reducción de Nuestra Señora del Pilar (asentamiento jesuita de entre 1746 y 1751), que convocó a 1.200 indígenas de los pueblos puelches, moluches y serranos, hasta el asentamiento de estancias de producción ganadera, los historiadores marplatenses se refieren a este establecimiento como «el lugar donde José Hernández, autor del 'Martín Fierro', se interiorizó de los temas gauchescos».

Finalizada la visita, podemos retomar nuevamente la Ruta 226, y a tan sólo 2 kilómetros de la laguna llegamos a Sierra de los Padres, un importante barrio residencial asentado sobre el Sistema de Tandilia (el plegamiento orográfico más antiguo del mundo), a 200 metros sobre el nivel del mar. La irregularidad del terreno y su intensa forestación lo convierten en un inigualable recorrido.

Según excavaciones en la cueva Tixi se estima la presencia del hombre en la zona con una antigüedad que supera los 10.000 años. En el camino que va desde la entrada hasta la cumbre (donde se halla la Gruta de los Pañuelos) encontramos variedad de asadores, con carne de excelente calidad.

Es un placer único sentarse a la sombra de los fresnos, cedros y eucaliptos para disfrutar del mejor asado criollo, al mismo tiempo que se observa desde allí una inigualable vista panorámica de las quintas circundantes, la laguna y la ruta. Aun así, si esto no alcanzara para sentirse satisfecho, luego del almuerzo se puede visitar el Golf Club Sierra de los Padres, de 40 hectáreas y con 18 hoyos, cuyos amplios fairways recorren el country enmarcados por imponentes residencias, finalizando el juego en una mansión de estilo Tudor que se constituye como el club house.

Cuando se acerca el final del paseo se llega a la zona de quintas y chacras, donde existe la posibilidad de comprar hortalizas y productos de la zona como miel, frutillas, mermeladas y artículos regionales.

Si se quiere que la rutina se convierta en un recuerdo pasajero se puede postergar el regreso a la ciudad y pasar la noche en el Apart Hotel Sierra de los Padres, una opción que promete una estadía en un lugar soñado, con actividades al aire libre, meditación, relajación y un sensitivo masaje, al nivel de un servicio cuatro estrellas. La opción es recorrer un lugar diferente para sentirse diferente. en microemprendimientos.

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