En Argentina, el seguro representa apenas el 3% del Producto Bruto Interno. Es decir, por cada 100 pesos que produce la economía argentina, el mercado asegurador genera en primas alrededor de 3 pesos. En otras economías de la región, ese número es el doble; en países desarrollados, tres o cuatro veces más.
Seguros, una política pública inteligente
Por cada 100 pesos que produce la economía argentina, el mercado asegurador genera en primas alrededor de 3 pesos. En otras economías de la región, ese número es el doble.

Si logramos aumentar la participación del seguro en el PBI, no solo habremos fortalecido a un sector clave, sino que habremos dado una herramienta concreta para que la Argentina sea un país más estable, justo y resiliente.
Esta no es una cifra decorativa: significa que millones de argentinos están desprotegidos. Que empresas de todos los tamaños asumen riesgos que podrían transferir. Que el Estado se ve forzado a cubrir pérdidas que en otros países absorbe el mercado asegurador. Y que miles de millones de pesos que podrían invertirse en infraestructura, energía o vivienda se pierden por no canalizar el ahorro interno a través del seguro.
No es un problema técnico: es un problema de decisión. Y el tiempo para resolverlo es ahora. Cada año que pasa sin ampliar la cultura aseguradora es un año en el que seguimos siendo un país más vulnerable, más caro y menos atractivo para invertir.
“Ampliar la cobertura no es solo un negocio: es una política pública inteligente.”
La pregunta es: ¿por qué, teniendo un mercado asegurador sólido y con trayectoria, no hemos podido dar el salto? Parte de la solución pasa por eliminar trabas fiscales y judiciales: impuestos distorsivos, multiplicidad de gravámenes provinciales, fallos imprevisibles. Pero nada de eso servirá si no logramos un cambio cultural profundo. El seguro debe dejar de verse como un gasto que se evita y convertirse en una inversión que se busca.
Revertir esa percepción requiere de un esfuerzo conjunto. Por un lado, de las aseguradoras, para ofrecer productos adaptados a las necesidades reales de los asegurados, simples de comprender y accesibles en su costo de contratación. Por otro, del Estado, para generar un marco normativo y tributario que premie la previsión en lugar de castigarla con impuestos distorsivos. Y, sobre todo, de una estrategia de educación aseguradora que acerque a la ciudadanía el verdadero valor de estar protegido.
Cada punto porcentual que el seguro gane en participación sobre el PBI significa más inversión de largo plazo, más empleo, más estabilidad para las familias y más recursos para el desarrollo. Es un círculo virtuoso que funciona en todo el mundo. Y Argentina no tiene tiempo que perder.
El contexto actual ofrece una oportunidad que no deberíamos desaprovechar. La estabilidad incipiente, sumada a señales de apoyo del Poder Ejecutivo hacia el sector, abre la puerta para discutir reformas que incentiven la contratación de seguros en áreas clave: vida, retiro, riesgos del trabajo, agrícola, transporte y nuevas coberturas vinculadas a la economía digital.
Ampliar la cultura aseguradora no significa solo vender más pólizas: es construir un país más previsible, donde las personas puedan planificar su futuro y las empresas invertir sin miedo a que un imprevisto las deje fuera de juego. Es, en definitiva, dar un paso hacia esa Argentina normal, de progreso y crecimiento, que todos decimos querer.
Desde ADEAA creemos que es el momento de dar ese debate. Si logramos aumentar la participación del seguro en el PBI, no solo habremos fortalecido a un sector clave, sino que habremos dado una herramienta concreta para que la Argentina sea un país más estable, justo y resiliente.
Presidente de Asociación de Aseguradores Argentinos (ADEAA)
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