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“La democracia no existe en este país”
• ENTREVISTA A MICAH WHITE, FUNDADOR DE "OCCUPY WALL STREET"
El líder del movimiento, que surgió en plena crisis de 2008 y que enarbolaba proclamas contra el sistema, consideró que el magnate es un síntoma del fracaso de sus protestas.
White es doctor en Medios y Comunicación de la European Graduate School en Saas Fee, Suiza, cuyos títulos son reconocidos por el Estado de Malta y cantón suizo de Wallis. Vive en la costa de Oregon, en la otra punta de este país. A continuación, los principales tramos de la entrevista obtenida a través de un intercambio de correos electrónicos:
Periodista: ¿Cuál fue su rol en la emergencia de Occupy Wall Street?
Micah White: La idea se me ocurrió durante una conversación por teléfono con quien entonces era mi colaborador en Adbusters, Kalle Lasn. Entonces escribimos un primer email en el que llamamos a las protestas de Occupy Wall Street.
P.: Después del estallido de la crisis de las hipotecas, la expectativa sobre una amplia reforma y regulación del modo en que operaba Wall Street fue abordada por el Congreso. ¿Qué evaluación hace de las medidas que se tomaron?
M. W.: La democracia no existe en Estados Unidos. Esto quiere decir que la gente, el 99%, raramente consigue lo que quiere, mientras que los superricos dictan las políticas y las leyes. Este es el problema fundamental que tratamos de resolver y la única solución posible es cambiar el modo en que el poder fluye, la manera en que se toman las decisiones.
P.: ¿Le reconoce a Barack Obama algún esfuerzo en democratizar el sistema de toma de decisiones?
M. W.: La administración Obama nunca intentó cambiar fundamentalmente el modo en que funciona el poder.
P.: ¿Por qué Occupy Wall Street, que encarnó ese diagnóstico y llegó a ejercer cierta influencia, decayó de un modo tan abrupto?
M. W.: Occupy fue derrotado dos meses después de su surgimiento en 2011. Nació el 17 de septiembre y fue expulsado del parque Zuccotti el 15 de noviembre. Una vez que eso ocurrió, los campamentos en todo el mundo también fueron erradicados. El movimiento no podía ejercer ninguna influencia cuando sus campamentos eran destruidos.
P.: ¿Entonces ese fue el final para ustedes?
M. W.: Un nuevo movimiento social global como Occupy Wall Street puede emerger, pero no se le parecerá a él y hasta puede que no ponga en la mira a Wall Street. Pero el impulso central, el deseo de una mayor libertad colectiva y de una democracia del pueblo, será el mismo.
P.: ¿Qué significa para usted el fenómeno Trump?
M. W.: Donald Trump es un síntoma del fracaso de Occupy Wall Street. Es un síntoma del hecho de que la gente necesita desesperadamente un cambio pero que ese cambio le es negado. Y por eso algunas de esas personas cometieron el error trágico de depositar sus esperanzas en un individuo carismático. Occupy estaba en lo cierto al rechazar a los líderes. Los desafíos globales que enfrenta la humanidad sólo se resolverán a través de un movimiento social global.
P.: ¿Cómo es la revolución con la que usted sueña?
M. W.: La revolución es un cambio del régimen legal, de quién es realmente el soberano que establece las leyes. Por eso será revolucionario cualquier movimiento de protesta que gane soberanía para el pueblo y le dé a la gente la capacidad de reescribir la ley.
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