21 de abril 2016 - 00:00

DiDonato y Terry: un inolvidable viaje alrededor del mundo

Tanto las obras en programa como las tres fuera de él llevaron al público de la mano del virtuosismo de Joyce DiDonato y el piano fabuloso de Craig Terry por una pequeña vuelta al mundo tan vertiginosa como cautivante.
Tanto las obras en programa como las tres fuera de él llevaron al público de la mano del virtuosismo de Joyce DiDonato y el piano fabuloso de Craig Terry por una pequeña vuelta al mundo tan vertiginosa como cautivante.
Recital de Joyce DiDonato (mezzosoprano) y Craig Terry (piano). Obras de P. Luna, M. Ravel, G. Rossini, E. Granados, G. F. H TM ndel, G. Giordani, G. B. Pergolesi y S. Rosa (atr). (Mozarteum Argentino, Teatro Colón, 19 de abril).

Con un repertorio arriesgado y su carisma y virtuosismo intactos, Joyce DiDonato volvió al Teatro Colón para abrir la temporada del Mozarteum. Del desenfado de la zarzuela al refinamiento de la canción de cámara, del vértigo de las coloraturas rossinianas a la intimidad de las "arias antiguas", tanto las obras en programa como las tres fuera de él llevaron al público de la mano de la voz de DiDonato y el piano fabuloso de Craig Terry por horizontes musicales contrastantes.

Tal como lo reveló en la entrevista publicada por este diario, la diva norteamericana siente por la música española una atracción irrefrenable (de hecho, lo primero que cantó en Buenos Aires hace cuatro años fueron canciones del catalán Fernando Obradors). La melodía con la que abrió su recital de este año, la famosa "De España vengo", de "El niño judío" de Pablo Luna, fue casi una declaración de amor a la música de ese país, tanto por su ubicación dentro del programa como por el fervor con el que la interpretó. Tres de las "Tonadillas" de Granados, vertidas con una expresividad cautivante, fueron a su vez el inicio de la segunda parte.

Con "Shéhérazade" de Ravel el viaje continuó hacia el Oriente imaginado por los franceses. La interpretación de DiDonato y Terry de estas tres canciones fue literalmente para cortar el aliento: la voz de la mezzo se expandió por la sala como un hilo de oro y cada inflexión del texto del poeta Tristan Klingsor tuvo en su expresión el relieve justo, con el soporte tímbrico y dinámico siempre perfecto del pianista.

Desde allí, en un salto que una vez más muestra su versatilidad interpretativa y su capacidad para entrar y salir de los diferentes estilos con total naturalidad, DiDonato se adentró en uno de los repertorios que le han dado fama: el rossiniano. "Bel raggio lusinghier", de "Semiramide", y más tarde "Tanti affetti", de "La donna del lago", dos de las escenas más técnicamente desafiantes de la producción del compositor, fueron momentos antológicos que confirmaron una vez más el dominio absoluto que la cantante tiene de un instrumento que ya de por sí parece tener posibilidades infinitas.

Después del celebrado "Lascia ch'io pianga", vertido con intimismo y sobriedad, DiDonato abordó tres de las "Arias antiguas", conocidas por los estudiantes de canto por la recopilación y edición de Alessandro Parisotti. Justamente a los cantantes presentes en la sala la diva dedicó estas interpretaciones asombrosas y casi indescriptibles: las tres piezas fueron aquí tratadas como "standards" de jazz, en especial en el acompañamiento maravilloso de Craig Terry. Si la "innovación" pudo sorprender, en realidad se trata casi de una vuelta a las raíces del barroco, donde la improvisación sobre el continuo está mucho más cercana a este tratamiento que a una partitura inamovible.

Con la belleza delicada de "Morgen" de Strauss y dos "clásicos" norteamericanos, "I love a piano" de Irving Berlin y "Over the rainbow" de Harold Arlen (para ella, nativa de Kansas, un "regreso al hogar"), DiDonato y Terry cerraron en sus propias raíces esta pequeña vuelta al mundo tan vertiginosa como inolvidable.

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