26 de junio 2007 - 00:00

"¿Adónde quieren ir con el Plan Ganadero?"

Cuando hacemos una revisión de lo que hemos vivido los productores ganaderos en el último año, la conclusión no puede ser más que desalentadora.

No hay dudas de que luego del cierre de las exportaciones, la constante presión de las entidades para que la situación se revirtiera fue dando resultados; luego, como consecuencia de la mala interpretación de la realidad y el empleo de herramientas inadecuadas por parte del gobierno nacional, uno a uno se fueron perdiendo los logros obtenidos.

Con la apertura parcial de las exportaciones -40% del año anterior- en junio de 2006, se inició un camino que indicaba que la situación del sector iba a mejorar. Posteriormente, se concretó la liberación de las vacas, la apertura de la exportación de los cuartos traseros de los novillos pesados y un aumento de 40% a 50% de lo exportado en el año anterior, todas señales que empezaban a clarificar las cosas y alentaban a un cambio, hasta que aparecieron las medidas negativas: el uso de un registro como el ROE para restringir las exportaciones (por lo cual no se respetaron las reglamentaciones vigentes), la intervención con presiones directas y anónimas listas de precios aparecidas en los mercados de hacienda en pie, terminando -hace pocos días- con la firma de un acuerdo con el que sólo se pretende dejar pasar algunos meses -abril, mayo y junio- para llegar a agosto, cuando, con una sobreoferta de carne -por la salida de los animales de feed-lots y el remanente de la vaca que no se vendió en el otoño por su bajo precio-, es posible controlar el precio de la hacienda en pie, acuerdo que limita las exportaciones y entretiene con compensaciones que, en realidad, no los son, porque es con nuestro propio dinero que devuelven sólo una parte de la pérdida (menos de 4%) causada por el grosero manoseo de los mercados que hizo el gobierno.

Teniendo en cuenta todo este retroceso, no quedan dudas de que al Poder Ejecutivo nacional no le interesa la ganadería. ¿Será por lo de la « oligarquía»?; únicamente se ocupa de hacer anuncios mediáticos e insuficientes, como la puesta en marcha de un Plan Ganadero, que no soluciona para nada los problemas fundamentales del sector: rentabilidad y previsibilidad.

No es posible aumentar la oferta de carne por la producción de más terneros con el solo anuncio de un Plan Ganadero; se debe diagramar una política ganadera, estableciendo objetivos claros, consistentes y -sobre todo- inmodificables sobre qué vamos a hacer con las exportaciones, con el mercado de la hacienda en pie, con el peso de faena, con la comercialización en el mercado interno, con el consumo de carne por persona, por año, etcétera.

¿Para qué queremos tener más terneros si después no podemos exportar? ¿Cuál va a ser la pauta para el consumo de carne en el país? ¿De 60 kilos por persona, por año? ¿O el consumo per cápita será ilimitado por ser barato el costo del kilo de carne al consumidor?

Sobre el Plan Ganadero anunciado, lo primero que tenemos que decir es que llega a destiempo, tendrían que haberlo publicitado antes de 2005, año en el que aún existía transparencia y el productor estaba motivado para apostar en la producción de carne, no en estas circunstancias, después que las intervenciones del gobierno cambiaron todas las variables y hay un total desaliento productivo.

No podemos dejar de tener en cuenta que en marzo de 2005 el kilogramo de ternero se vendía a $ 3,50 y hoy a $ 2,50, esa pérdida en el precio por kilo, multiplicada por los 150 kilos de peso de un ternero hace que el productor deje de percibir $ 150 por animal.

En segundo lugar, si evaluamos la estratificación de productores a la que apunta el plan -hipotéticamente, los que necesitan elevar los índices productivos-, observamos que con menos de 500 y más de 100 cabezas hay 100.000 productores; teniendo en cuenta los $ 50 millones disponibles, divididos por los $ 20.000 pesos a entregar a cada uno, los beneficiados van a ser sólo 2.500. ¿Podemos aumentar la oferta llegando tan sólo a 2,5% de la población con esta necesidad? ¿Quién va a ser el encargado de decidir a cuál si y a cuál no se le entregará la compensación?

  • Ecuación

    Calculando que estos 2.500 productores sean dueños de un promedio de 200 vientres, el total de madres sería de 500.000; suponiendo que por efecto del Plan Ganadero -financiamiento y asesoramiento- el aumento productivo sea de 10% (cifra, sin dudas, bondadosa), tendríamos 50.000 terneros más por año. ¿Para confirmar que se está cambiando la oferta, en una población de 55 millones de animales es suficiente un aumento de 50 mil cabezas? ¿Es lógico destinar $ 50 millones para obtener 50.000 terneros más por año, es decir, $ 1.000 por ternero?

    Si pensamos en un aumento imprescindible en la oferta de terneros, la primera ecuación es lograr 30% más de lo producido hasta hoy; si destetamos trece millones de terneros por año, el aumento tendría que ser de 4 millones, que multiplicados por los $ 1.000 por ternero que cuesta incentivar a producirlo, la cifra a invertir debería ser de $ 4.000 millones. ¿Es razonable gastar esa suma de dinero cuando podemos obtener los mismos resultados con precios justos y transparentes? ¿No es más lógico diagramar una política ganadera -con plan de aumento productivo incluido-para dar certidumbre en la inversiónal sector?

    Para eso debe haber una decisión firme de querer cambiar. Primero, plantear si se quiere o no tener un sector fuerte y en crecimiento; una vez resuelto el enigma, apostar al crecimiento de la ganadería instrumentando medidas claras y perdurables en el tiempo.

    Si la excusa va a ser la de siempre, que la carne debe estar barata porque hay gente carenciada, que se trabaje para beneficiar a este estrato de la población; para ello, hay herramientas como el subsidio al consumo.

    En cambio, si la realidad es financiera -que por cada punto de inflación el país se endeuda en $ 1.500 millones de pesos-, en primer lugar, sincerémonosy luego trabajemos para que la ganadería, la lechería, el trigo, etc., aumenten la producción -de la mano de los buenos precios- de tal manera que compensen con mayores ingresos al fisco.

    Por lo pronto, estaríamos ahorrando los $ 4.000 millones de pesos para producir terneros en forma forzada, que sumamos el resto de los subsidios o compensaciones y los ingresos extraordinarios por los aumentos internacionales de los precios agrícolas -otros $ 4.000 millones- darían un total de $ 8.000 millones, con sólo transparentar los mercados y sin intervenciones distorsivas.

    ¿Cuánto percibiría el fisco, de manera extraordinaria, si exportáramos por un monto u$s 3.000 o u$s 4.000 en carnes o en leche, cifras para nada inalcanzables?

    Días atrás, el presidente de la Nación decía: «Quiero que me recuerden como un buen administrador»; la cuestión por analizar sería: ¿es un buen administrador quien desaprovecha las ventajas competitivas que tiene un país para producir lo que el mundo necesita?
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