4 de enero 2006 - 00:00

En la producción láctea el punto débil es la sanidad

Los productos lácteos argentinos tienen una buena oportunidad para incrementar el saldo de la balanza comercial por incremento en las exportaciones.
Los productos lácteos argentinos tienen una buena oportunidad para incrementar el saldo de la balanza comercial por incremento en las exportaciones.
Las características de la economía argentina y el escenario internacional, positivo como demandante de alimentos, ameritan un esfuerzo especial dirigido a las exportaciones. Los productos lácteos argentinos tienen una buena oportunidad para incrementar el saldo de la balanza comercial por un aumento en las exportaciones.

Analicemos cómo se ha comportado el líder mundial a lo largo de las últimas décadas. Nueva Zelanda produce un volumen levemente superior al argentino: 10% más que nuestro país. La disparidad no es sustancial. Sin embargo, este país, a diferencia de la Argentina, exporta la mayor parte de su producción: alrededor de 90% es exportado.

En la Argentina, con ventajas comparativas más o menos semejantes, una parte claramente minoritaria de la producción es vendida al exterior.

Con una estructura diseñada para exportar, Nueva Zelanda ha podido alcanzar el primer lugar del mundo en el ranking de países exportadores de productos lácteos. Y como tal, mantiene un alto respeto por parte de sus competidores.

La industria está constituida por varias cooperativas regionales que se encontraban coordinadas por un organismo, hasta hace poco tiempo, la Junta Lechera de Nueva Zelanda (New Zealand Dairy Board). Este organismo monopolizaba las exportaciones y la compra de materia prima, determinando los precios de acuerdo con la evolución de las exportaciones.

En la actualidad, el mencionado organismo ha derivado en una nueva institución, que abarca cerca de 90% de la producción: Fonterra Cooperative Group Ltda. (New Zealand Dairy Group y Kiwi Cooperatives).

La trasformación comercial implementada en ese país obedece a un cambio de política económica que de priorizar la promoción de economías de escala y la competitividad de costos ha ido pasando al estímulo de productos de mayor valor agregado y diferenciación.

Fonterra Group opera con empresas filiales y joint ventures en los principales países compradores, que se ocupan de industrializar su materia prima en los mercados domésticos. Por las subsidiarias establecidas en todo el mundo, bajo la forma de holdings de productoslácteos (Milk Products Holdings), ha establecido una estrategia muy agresiva de innovación y penetración.

Fonterra Group adapta los productos a los mercados locales, intentando llegar al consumidor final con productos diferenciados en base a marcas claramente diversificadas. Más de 25% del valor de sus exportaciones, merced a esta política de marketing, logra tal cometido.

• Estrategia

A diferencia de Nueva Zelanda, nuestro país tiene una estrategia de exportación de saldos, como forma de mantener el precio interno que le permite regular los excedentes, amortiguando caídas de precios domésticos.

La calidad natural de la leche de vacas criadas con pasturas a campo abierto es sin duda superior. Tanto la Argentina (y Uruguay) como Nueva Zelanda (y Australia) cuentan con esta ventaja comparativa respecto de los demás grandes productores mundiales, lo que le aporta una diferenciación.
Esta característica, para el caso argentino, no está debidamente explicitada en los mercados, por lo que puede concluirse que la imagen «verde» de la Argentina no está del todo explotada. Hay una fuerte amenaza sobre la Argentina que no la tienen los países líderes. Su punto débil se basa en el aspecto sanitario, dentro de la producción primaria, lo que exige la eliminación estructural de la aftosa.

Por el lado industrial, las empresas elaboradoras ejercen un control estricto de la calidad sobre el productor a través del precio. Por ello, la leche se paga en función del contenido de proteína y de grasa y se efectúan rebajas en el precio, según escalas, en función de la cantidad de células somáticas y de microorganismos existentes.

Además, las industrias líderes sólo adquieren leche previamente refrigerada en el tambo, lo que incide decisivamente en la calidad y el rendimiento.

A su vez, las empresas argentinas de primera línea trabajan con la certificación ISO 9000 y han implementado el sistema de control HACPP. Este modelo pastoril difiere del estadounidense basado en feed-lots, con raciones preparadas con innovaciones claramente cuestionadas.


El problema de la vaca loca en Europa es una amenaza sobre todo el sistema de producción americano. Esta es una debilidad muy fuerte que no tiene nuestro país, que, mediante una adecuada campaña de difusión basada en el aspecto «verde» de la producción argentina, pasaría a tener una poderosa fortaleza.

Nueva Zelanda tiene los precios más bajos del mundo a la hora de exportar, por debajo de Argentina. Esta brecha no es tan significativa como para que no sea factible su eliminación en el mediano plazo.

Las importantes inversiones, con tecnología de punta, especialmente en lo referido a leche en polvo y quesos, realizadas durante el segundo quinquenio de la década pasada, han dado el puntapié inicial.

Ahora se requiere una herramienta de política económica que apunte al desarrollo de tambos especializados en la exportación, sobre la base de producción sin utilización de suplementos que elevan los costos.

Existen zonas del país con mayores ventajas comparativas, con menor remuneración a los factores productivos. Tal es el caso de la llamada área Rosafé, que produce básicamente con alfalfa, de mejor calidad (llueve menos) y menor suplementación de forrajes.

Para lograr el ingreso a nuevos y mayores mercados se requiere una acción coordinada en el exterior que maneje el marketing del producto nacional. Ello implica explotar la marca nacional y atender todos los requerimientos previos y análisis de necesidades, tal como lo viene haciendo Nueva Zelanda.

Dejá tu comentario