Con los últimos lotes recolectados en la provincia de Buenos Aires se puede dar por finalizada la excelente cosecha de soja del corriente período 2002/ '03, con cifras de producción cercanas a los 35.00.000 toneladas.
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Estos volúmenes son 16,5% más altos que la cosecha obtenida en el ciclo precedente, cuando se habían recolectado 30.000.000 toneladas de soja. Esta buena performance lograda por los campos que se sembraron con la oleaginosa, ha sido mérito de los productores nacionales que buscaron invertir en tecnología, en uso de agroquímicos y fertilizantes y en la utilización de las mejores y más adecuadas semillas, de acuerdo a las necesidades de cada zona en cuestión. Porque cabe destacar que el aumento del área de siembra que se dio este año, fue un poco por el cambio en el hábito de cultivo, dejando de realizar otros como el trigo, el maíz y el girasol y otro tanto por haberse sembrado campos en zonas -que en otras épocas- hubiera sido impensado cultivar soja.
Los ejemplos más claros los tenemos en el Chaco donde se sembraron 765.000 hectáreas, o la provincia de Salta donde se utilizaron 330.000 hectáreas o Santiago del Estero que se implantaron 680.000 hectáreas y en Tucumán donde sembraron 260.000 hectáreas. En las mencionadas provincias, muchos chacareros dejaron de hacer otros cultivos, como el algodón, los porotos, el té, el tabaco o alguna legumbre, pero otros tantos utilizaron campos que nunca habían sido usados para la producción agrícola. Así es como muchos de ellos obtuvieron rindes sorprendentes por hectárea, siendo envidiados por más de un productor de la pampa húmeda, donde en muchas zonas ya sojeras no se obtienen tan altos rendimientos.
También se sembró soja en detrimento de la actividad lechera o de producción de carne, pudiéndose destacar como ejemplo la zona de la Cuenca del Salado, en Buenos Aires. Y ya se está pensando en qué puede llegar a ocurrir con el área y producción de soja del año próximo.
El Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) se atrevió a vaticinar una posible producción de 37.000.000 toneladas para la Argentina y de más de 55.000.000 toneladas para Brasil (este año los cariocas produjeron 52.000.000 toneladas). De continuar así esta «locura» de seguir aumentando el área dedicada a la soja, nos encontraremos generando múltiples problemas. Porque fuera de todos aquellos inconvenientes que se van a ir dando -y que ya muchos técnicos especialistas vienen alertando-. Como es la compactación de los suelos, la desertificación, la presencia de nuevas o desconocidas plagas, el agotamiento de las tierras, etc., también se van a producir inconvenientes de aspecto netamente económico. «Si sigue aumentando el volumen de la producción de soja, vamos a terminar usando los porotos para hacer collares...», decía con humor un veterano operador de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Porque el mundo no está preparado para tal aluvión de producción de soja. Y a pesar de que año a año aumenta el consumo de los subproductos de soja, y especialmente desde el momento en que se conoció un caso de la «vaca loca» en Canadá, nada hace pensar que dicho aumento lleve el mismo ritmo que hoy está desarrollando el aumento de la producción y por ende, de la oferta de porotos de soja. Y aquí hay que ver que si la oferta aumenta -y mucho-y que la demanda no lo hace proporcionalmente, lo que puede llegar a ocurrir es que los valores a los cuales se cotiza la soja tengan una clara y sostenida tendencia a la baja. Así es como los productores argentinos tendrían que considerar qué ocurriría con sus negocios agropecuarios con ese escenario de precios en baja. Porque hoy hacer soja y venderla a u$s 170 por tonelada (con retenciones ya descontadas) es un excelente negocio.
¿Lo será si la soja llega a valer u$s 140 por tonelada? Y esta situación sin considerar que con la realización de un solo cultivo principal, a los hombres de campo no les quedaría defensa alguna en el momento de la comercialización. Porque hoy en día, los buenos productores agropecuarios intentan realizar variadas producciones. Algo de trigo, maíz, soja, girasol y algo de ganadería. Así cuando un producto no vale lo que esperan o tiene precios deprimidos, pueden elegir vender otros que estén gozando de mejores valores. Por eso, habrá que pensar muy bien qué se va a sembrar el próximo año. Al menos, el mundo estará mirando con atención toda la región sudamericana esperando que los productores decidan qué producto y cuánta área sembrarán.
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