Después del presidente Néstor Kirchner y de su ministro de Economía, Roberto Lavagna, le tocó el turno al jefe de Gabinete Alberto Fernández, para embestir contra las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) por un nivel más alto de superávit fiscal para 2004.
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Según el funcionario, los culpables del conflicto son «algunos sectores del Fondo que a veces, viendo que la Argentina está recuperándose y que está funcionando, tienen esa vocación de pedirle a la Argentina un esfuerzo mayor que el que ha comprometido».
Llamó luego a que el FMI respete los compromisos ya firmados, en relación a no aumentar el superávit de 3 por ciento del PBI, ya que «si los pocos recursos que se obtienen se los quita el acreedor, entonces las posibilidades de salir de la pobreza son muy bajas».
Reafirmó luego el «hit» oficial, sobre que sólo se pagará a los acreedores «sin comprometer el crecimiento de los argentinos» y que en esta presión «el Fondo es el que está incumpliendo lo firmado».
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