1 de octubre 2025 - 11:07

Cepo al dólar: la verdadera razón que hay detrás de la orden para "apagar" la oferta en billeteras y Alycs

El Gobierno puso un pie en el freno y restringió la oferta de dólares oficiales. Las razones detrás de la decisión y qué puede acontecer en los próximos días.

El Gobierno sigue de cerca la evolución del tipo de cambio y está dispuesto a reinstrumentar algunas medidas restrictivas con el dólar oficial

El Gobierno sigue de cerca la evolución del tipo de cambio y está dispuesto a reinstrumentar algunas medidas restrictivas con el dólar oficial

Ámbito

En un mercado del dólar que patina sobre el filo de la volatilidad, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha optado por un recordatorio tajante: el dólar oficial no es un bien de consumo masivo accesible desde cualquier pantalla. Todo un eufemismo para señalar lo evidente: faltan dólares.

La suspensión abrupta de la venta de divisas al tipo de cambio regulado en plataformas como Mercado Pago y Cocos Capital -pero también a buena parte de las billeteras existentes y de las ALyC-, no surgió de un capricho regulatorio, sino de una estrategia calculada para sellar grietas en el esquema de control de capitales.

Lo que muchos usuarios interpretaron como un recordatorio de las normas preexistentes es, en realidad, un nuevo endurecimiento del cepo —con mensajes de error inundando las apps y un revuelo en redes que amplificó el desconcierto—, y limita la intermediación cambiaria a bancos y casas de cambio autorizadas.

Este ajuste, reconduce el flujo de dólares minoristas hacia canales tradicionales, toda vez que responde a preocupaciones estructurales en un contexto donde el dólar oficial superó los $1.400 . El ruido generado por la interrupción en billeteras virtuales se sumó a una jornada de tensión, con el billete verde ampliando la brecha entre el oficial y el financiero y un dólar CCL que bordeó los $1.550, pese a los esfuerzos del BCRA por contener la deriva alcista.

Pero más allá del impacto inmediato en el ecosistema fintech, la decisión se ancla en un motivo central que el regulador busca neutralizar: el enorme volumen registrado en los últimos días, aceitado por una maraña de arbitrajes internos en las plataformas, y exacerbado por la explotación de horarios extendidos para maniobras especulativas junto al cruce de oferta y demanda a través de criptoactivos.

Lo que viene: más controles, menos volumen

En los hechos, el Gobierno imagina una sucesión de jornadas de mayor rigidez operativa, una brecha creciente y arbitrajes que serán desmantelados, para llegar a las elecciones de octubre con un tipo de cambio relativamente controlado en precio y cantidad. Claro está, que si de sostener un determinado valor de referencia se trata, entonces la cuestión es cuánta regulación adicional podrá recrear el Gobierno.

La fragilidad del esquema cambiario ha regresado. La determinación del Gobierno por preservar un control férreo sobre las reservas en tiempos de escasez luce una misión de difícil prospectiva. Y en el epicentro de esta reconversión regulatoria late Mercado Pago, con más de 25 millones de cuentas activas en Argentina, que regía, atención, más del 30% del mercado minorista de compraventa de dólares.

dolar bcra intervencion reservas

Hay un detalle que no es menor. En un septiembre que terminó marcado por una liquidación récord del agro de unos u$s7.000 millones vía retenciones cero, el Tesoro solo capturó alrededor de 2.700 millones —apenas el 40%—, dejando el resto disperso en un mercado donde la demanda interna por divisas no cede y obliga a ajustes por precio o por cantidad para evitar una deriva incontrolable.

Adiós a un "rulo", pero se generan muchos más

Como se dijo, la razón para este nuevo cepo a los usuarios de billeteras radica en la facilitación de un "rulo" especulativo dentro del mismo ecosistema digital, un mecanismo que las billeteras habían perfeccionado hasta convertirlo en una tentación irresistible para los ahorristas. Un usuario ingresa a su app preferida, adquiere dólares al precio oficial —el más accesible del mercado, con un spread del 7% al 10% por debajo de los financieros— y, en cuestión de clics, los transfiere o vende directamente en el mismo entorno hacia el dólar MEP o CCL, capturando la brecha como ganancia instantánea.

En el Palacio de Hacienda piensan que esta operatoria, que democratizaba el ahorro en divisas para el usuario promedio, erosionaba las reservas del Central al multiplicar transacciones de bajo volumen pero alto impacto acumulativo. En el caso de Mercado Pago, esta dinámica no era marginal: al dominar más del 30% del mercado minorista de compraventa de dólares, una porción sustancial de las compras oficiales —volúmenes que rivalizaban y superaban a menudo los de sucursales bancarias tradicionales— fluía precisamente por esta vía, alimentando un ciclo de arbitraje que el BCRA no podía ignorar, especialmente cuando el Tesoro ya luchaba por absorber solo el 40% de la mega liquidación agropecuaria.

Horarios, oferta diversa y los criptoactivos

Según pudo saber Ámbito, el regulador, vigilante de estos flujos paralelos, identificó en las billeteras un vector de dispersión que diluía su capacidad de intervención en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC). Al recordar que solo entidades autorizadas pueden operar directamente en este mercado para personas físicas, el Gobierno cortó de raíz una práctica que, aunque innovadora desde el ángulo fintech, representaba una fuga controlada de liquidez en un momento donde cada dólar cuenta para estabilizar el tipo de cambio —un dólar cuya demanda, si no se modera, forzaría ajustes vía alzas de precio o restricciones cuantitativas, como las que ahora se imponen en los canales digitales.

A la vez, la asimetría horaria que las plataformas explotaban para amplificar el arbitraje, convirtiendo el tiempo en un aliado de la especulación volvía ridículo al MULC y su horario restringido —de 11 a 15 horas, alineado con la dinámica tradicional del mercado mayorista—, incluso Cocos extendían su ventana operativa las 24 horas del día, siete días a la semana.

El resultado era predecible: una presión adicional sobre el tipo de cambio oficial, que se veía forzado a absorber volatilidades no contempladas en su diseño regulatorio, y donde una demanda inflexible obliga a equilibrar vía precios más altos o cupos más estrechos. Al reconducir todas las transacciones a entidades bancarias, sujetas al mismo reloj del MULC, el BCRA no solo nivela el terreno de juego, sino que también, piensan en la entidad, recupera el control narrativo sobre el pulso del mercado.

Por otro lado, la intersección entre el dólar oficial y el mundo de los criptoactivos, un cruce de caminos que las billeteras habían convertido en un puente demasiado permeable, también se ubica en el centro de la atención regulatoria. Plataformas no solo facilitaban la compra de divisas reguladas, sino que integraban seamless con exchanges de criptomonedas, permitiendo que un usuario convirtiera dólares oficiales en stablecoins o tokens volátiles en un flujo casi ininterrumpido. Al excluir a las billeteras de la venta directa, se interrumpe el continuum digital que unía el MULC con el DeFi, forzando a los usuarios a bifurcar sus estrategias y exponiendo potencialmente más transacciones al escrutinio fiscal.

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