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Alfredo Coto
La misma fuente agregó que se trata de un préstamo en pesos a diez años por $ 200 millones, de los cuales el Nación aportaría algo más de la mitad.
Esto le permitirá a Coto utililizar el dinero que no use para pagar sus cuentas pendientes en ampliar su red de sucursales justamente para generar más fondos que a su vez le permitan cumplir con este nuevo plan de pagos que le concederán los bancos a instancias del gobierno.
Con buen criterio Gabriela Ciganotto, titular del Nación, habría explicado ante la « gestión» del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que la entidad no podía aportar más que esa cifra, dado que no era posible que el banco tuviera una exposición tan alta contra un solo cliente. Por la misma razón habría exigido garantías reales contra el préstamo.
El acuerdo que Coto firmarácon los bancos en las próximas semanas, entonces, prevé más aperturas de sucursales justamente para generar más flujo de caja, y al mismo tiempo la reducción « vegetativa» del personal, o sea no reponer las bajas que se produzcan de manera natural y «optimizar el uso de los recursoshumanos», empleandoal actual plantel en las futuras sucursales que se vayan abriendo en el próximo quinquenio. En la actualidad, Coto cuenta con unos 18.000 empleados, que con los retiros previstos (jubilaciones, renuncias) deberá descender a 16.000 en el período de repago.
Básicamente, la operación consiste en que el Nación aporte los mencionados u$s 35 millones para la recompra de las acreencias de los fondos de inversión, más la extensión del plazo de la deuda -ya renegociada-y la rebaja de la tasa de interés. El banco oficial, más los bancos privados que permanecerán como acreedores de Coto, asumirán los costos que implicacobrar menos y extender en cinco años adicionales el plazo de repago de las obligaciones de la tercera cadena comercial del país, que asciende a u$s 200 millones. El acuerdo alcanzado a fines de 2004 preveía pagos semestrales de capital y trimestrales de intereses, por un lapso de ocho años que vencían en 2011; según el esquema que se está preparando, ese plazo se extenderá hasta al menos 2016, o sea cinco años más de lo previsto en la citada renegociación. En esta «re-renegociación» Coto comprometerá parte de sus bienes físicos como garantía, sobre todo en lo que hace al préstamo que le extenderá el Nación, algo que no sucedió ni con la deuda original ni con la renegociada. Los bancos comerciales, en cambio, aceptarían seguir en las mismas condiciones: sin garantía real sobre sus acreencias.
Se dice que Coto tendría los fondos suficientes para abonar la cuota correspondiente a enero, que incluye capital más intereses, y que rondaría los u$s 20 millones; sin embargo, será la última que pague dentro del actual esquema; la próxima ya tendrá al Nación como acreedor (hoy no lo es) y las tasas y plazos serán otros.
El tipo de interés pactado en 2004 era de LIBOR más 3,25%, lo que hoy ronda una tasa anual de 8,64%; ese número se reduciría en al menos un punto y medio; si a este alivio se le agrega la extensión en cinco años del plazo de repago, a «don Alfredo» debería quedarle plata para cumplir con su plan de apertura de sucursales. El costo de este subsidio virtual que recibe Coto lo asumirán, obviamente,el banco oficial y los acreedores financieros privados.
La explicación que se escucha en el mercado financiero es que «no se puede matar a un cliente que factura $ 3.000 millones anuales, importa $ 1.000 millones anuales y emplea a 18.000 personas, porque todos hacemos negocios con él». Agregan como argumento adicional que «hasta ahora siempre pagó en término».
Pero es un hecho que, de continuar con las actuales condiciones, ya no podrá hacerlo, por lo que a Coto le quedaban dos caminos: reestructurar su deuda por segunda vez en dos años, o venderle a Wal-Mart, que más de una vez le acercó ofertas concretas. El gobierno eligió la primera opción, y puso en marcha sus «mecanismos de persuasión», que incluyeron el rol del Nación como nuevo prestamista.
Desde ya, la megacadena estadounidense no tendría ningún problema en cancelar la deuda bancaria, pero «don Alfredo» siempre se negó a vender su empresa. Sabe que dentro de cinco años las condiciones serán diferentes (los precios máximos de Moreno deberían ser para entonces un mal recuerdo); esto, sumado a las nuevas sucursales que levantará -gracias a la «bondad de los extraños», parafraseando a Tennessee Williams, un sureño como el fundador de Wal Mart-, haría que el valor de su cadena pueda duplicarse.
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