11 de junio 2007 - 00:00

Cupones bursátiles

Cada vez son más divertidos los negocios en la Argentina, porque no resultan simples trasferencias de empresas, sino que se van incorporando distintos capítulos a partir de las primeras novedades. Tras los dimes y diretes sobre la venta de YPF -dentro del sugestivo envoltorio del apresuramiento y la desprolijidad-, las primeras menciones a un segmento del capital. Después, el agregado de otro a la oferta pública. Ahora, se habla de una Repsol que le dejaría a YPF los activos que posee en toda la región. Campos petroleros, bienes, los que se distribuyen entre la Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Esto y salir disparando de una región impregnada de presiones oficiales y ambiciones confiscatorias es difícil de disimular. A menos que los señores de España no crean que el petróleo siga resultando un buen negocio. Y, quizá, bajo ciertas condiciones de contexto no lo siga siendo. Una hipótesis que puede sustentarse a la luz de actitudes explícitas, o subliminales, según sea el gobierno amenazante y sus métodos. Lo cierto es que la visión y las iniciales medidas de una oferta original se fueron transformando en un sainete al que se le van agregando cuadros a ritmo que avanza la obra. Jocoso.


También hay cuestiones más simples, que sin estar adornadas con incertidumbres puntualizan novedades empresarias. Para el ambiente bursátil, lo que envió la empresa Caputo a la Bolsa de Comercio es muy directo e interesante. Informó haber firmado un contrato con una dependencia del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (que se dice «Autónoma»).

Y es para ejecutar una obra que será «sede definitiva de Orquesta Filarmónica» y en un predio de la calle Pedro de Mendoza, esquina Benito Pérez Galdós.

Un trabajo que se debe realizar en 600 días corridos y por el que se habrá de ingresar $ 54,4 millones.

Seguidores de Caputo: como para ver buen porvenir. Lástima que lo que aparecía como un recuperar terreno en la tendencia bursátil local se fue escurriendo con la caída de esos días pasados. Otra vez se está en la cornisa de quedar sin utilidades en el Merval, a poco de culminar el primer semestre de actividad.

No se puede negar que el componente importado ha jugado un papel excluyente, siendo un eslabón pequeño en la cadena de sucesivos derrapes que partieron desde subas de tasas, estallaron en el Dow Jones y se derramaron por todos los mercados inferiores. A los efectos prácticos -el bolsillo inversor-, no importa demasiado de dónde llegó el ataque a los índices.

Libre de culpas en esta oleada la Bolsa de Shanghai; ellos estuvieron en otra dimensión y dedicándose a producirles repuntes y tratar de apuntalar rajaduras en el techo, por lo cual: son peligros potenciales.

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