14 de marzo 2023 - 00:00

Diálogos de Wall Street

Faltaba una crisis bancaria, Gekko, y ya está aquí. ¿Qué nos espera?

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Periodista: Un año más tarde del comienzo de la suba de tasas -la más potente en 40 años- tenemos por fin una crisis bancaria. Fulminante. El Silicon Valley Bank (SVB) lanzó una oferta de acciones el miércoles y estaba liquidado el viernes. En un día, el estreno, se le fugaron 42 mil millones de dólares de depósitos. El 23,7%. Una velocidad nunca vista.

Gordon Gekko: Es una corrida propia de la era digital y de las redes sociales. Era imposible cuando había que leer la prensa para enterarse y asediar edificios para rescatar los fondos. No es Northern Rock en 2008.

P.: Con todo, la primera pregunta, y la más importante para entender lo que pasa, ¿cómo es que demoró tanto en producirse?

G.G.: Es que no es un muerto gestado en la época de bonanza y de las tasas cero -mantenido sin costo, oculto en el armario– y que la suba de tasas fuerza a salir a la luz. No es un zombie. Y no existía de antes. El sistema, créase o no, con sus pequeñas dolencias, y sus vicios varios, estaba sano. No sucumbió a la pandemia. Le llevó tiempo complicarse.

P.: No se trata tampoco de un crac crediticio.

G.G.: No hay hipotecas subprime ni ningún esperpento en los activos de SVB. Sí, papeles del Tesoro. Libres de riesgo de crédito.

P.: A menos que la política organice una crisis con el techo de la deuda.

G.G.: Es meramente una corrida de los depositantes. En ese sentido, muy tradicional. Como en los años 30, huyen los que temen perder su dinero. Los que no tienen cobertura del sistema de garantía. Que en este tipo de bancos son mayoría.

P.: Por eso la respuesta de las autoridades es extender el resguardo a todos los depositantes de las tres instituciones (Silvergate, SVB y Signature) que fueron cerradas.

G.G.: Hasta ahora son tres. Se busca comprador o soluciones similares para otras que están en la cuerda floja. Queda claro que hay que calmar a los grandes depositantes y frenar en seco la corrida. De ahí, el muro cortafuegos que montaron la Fed, el Tesoro y la institución que maneja el régimen de garantía, la FDIC. Es una arquitectura conocida.

P.: Primero, Janet Yellen, la secretaria del Tesoro, dijo que no habría un rescate. Luego, se instrumenta un salvamento para todos los depositantes. ¿Hubo que tirar los principios por la borda? ¿Quién paga el costo? ¿Hay margen para hacerlo sin chocar contra el techo de la deuda?

G.G.: La función de prestamista de última instancia es la receta convencional de Walter Bagehot en Lombard Street (1873) para lidiar con una corrida. El consejo es prestar contra buen colateral (en este caso, bonos del Tesoro) de manera “rápida, irrestricta y fácil”.

Los quebrantos que se produzcan los absorberán los accionistas de los bancos y sus bonistas. Sí se movió la raya sobre la arena en cuanto a proteger a todos los depositantes. La alternativa era dejar a los depositantes mayoristas -corporaciones, fondos, instituciones- a la intemperie, que la corrida cesara por arte de magia o siguiera hasta que fuera insostenible, y ahí sí, tirar la toalla y hacer lo que se hizo. Si llega a haber un costo extra, una pérdida residual, lo pagará la FDIC, que se fondea con cargo a los bancos. No hay fricciones con el techo de la deuda pública.

P.: ¿Cree que se contuvo la crisis? ¿Es suficiente? La zozobra persiste.

G.G.: Digámoslo así, el mecanismo para su solución ya fue instalado. Tal vez haya que cerrar algún banco regional más. En la medida que las tasas largas bajan con fuerza, se recupera el valor de los bonos del Tesoro y disminuye el monto de las pérdidas no realizadas que tiene el sistema por sus tenencias. Ello calmará los nervios. Yo diría que es una crisis trivial pero que mal manejada podía ser un gran dolor de cabeza y no solo una anécdota. Va camino a los segundo, como fue el enredo británico del gobierno de Liz Truss (potencialmente peor). Pero hay que probarlo.

P.: El presidente Biden pide también una mayor regulación. ¿Tiene razón?

G.G.: Es la regulación la que contempla comprar bonos, mantenerlos en un cajón, y no valuarlos a precio de mercado. Un sistema bancario con encajes fraccionarios tiene un talón de Aquiles evidente, el riesgo de iliquidez, y la regulación dispone paliativos pero no lo elimina. Igualmente, habrá más en el margen. No un Basilea IV. ¿Cómo impedir que el sistema se concentre más? Será el desafío para los reguladores.

P.: ¿Qué decidirá la Fed la semana que viene en su próxima reunión?

G.G.: Si hace las cosas bien, subirá las tasas un cuarto de punto, y mantendrá sin cambios el mapa de puntos.

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