Algunos de los accionistas de las fusionadas ayer tienen una larga e intensa vinculación con la Argentina. Es el caso, obviamente, de Luciano Benetton y su familia que, además de haber tenido varias boutiques de su marca en el país -que cerraron mucho antes de la crisis de 2001-, son dueños de Compañía de Tierras del Sur, propietaria de grandes extensiones de campo en la Patagonia. Allí la actividad principal es la cría de ganado ovino; esas ovejas producen gran parte de la lana que usa la textil de los Benetton como materia prima. La empresa se ha visto involucrada en una larga serie de controversias, tanto con las tribus mapuches de la zona (que reclaman la propiedad de parte de sus campos) como de sectores industriales que le critican que exporte las lanas «en crudo», sin someterlas a tratamiento alguno (o sea, agregarles valor) en territorio argentino. A esos líos, y de manera indirecta, deberá sumarle ahora la resistencia que encuentra el reajuste de tarifas en los accesos de parte de algún funcionario y alguna ONG de «consumidores».
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Por su parte, Abertis tiene como accionistas principales a ACS y a La Caixa; esta cooperativa catalana es también fuerte inversor en Repsol YPF y en otras compañías españoles con inversiones en la Argentina. A su vez, la constructora ACS sigue teniendo como presidente a Florentino Pérez, que hace algunas semanas debió abandonar un cargo idéntico en el Real Madrid por los bajos resultados del equipo madrileño. ACS es la fusión de varias constructoras, entre ellas, el grupo Dragados, uno de los accionistas iniciales de Autopistas del Sol, y quien tuvo a su cargo la operación del Acceso Norte desde el primer día. Lo curioso es que la fusión que dio lugar a la creación de ACS hizo que la Panamericana y el Acceso Oeste quedaran bajo el mismo techo, aun cuando en la Argentina ambas autopistas siguen funcionando como empresas separadas, con «management» y políticas independientes.
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