27 de junio 2007 - 00:00

El grotesco de un mal gourmet

Por varios motivos, la inflación promedio en las provincias es menor que la de la Capital. Tras la intervención del INDEC, las ciudades del interior tienen más inflación (no se la dibuja) que la Capital (manipulada). Por ello es que desde enero último, en cada mes la diferencia entre la realidad y el INDEK es de casi un punto.

El grotesco de un mal gourmet
A veces las palabras sobran. Los dos gráficos que se adjuntan a esta nota carecen de sofisticación, porque el tema que se ilustra es por demás sencillo y, a la vez, grotesco. Se trata del problema de la adulteración de los precios de la economía, tanto de los efectivos cuanto de los que se miden a través de índices, en particular, el IPC. La responsabilidad está en ambos casos en el Ministerio de Economía.

Existen varias formas de manosear la evolución de los precios y todas ellas fueron aplicadas sistemáticamente en los últimos años. La primera consiste en establecer controles de precios (en las tarifas de servicios públicos, en las tarifas de los servicios privados -como salud y educación-, o en el precio del pescado). Cuando estos precios son de desequilibrio, la calidad del bien o servicio puede cambiar (lo que obliga al INDEC a evaluar un cambio de la canasta del índice), el producto puede desaparecer (en cuyo caso hay que evaluar un sustituto más caro) o el precio es otro (en el mercado negro). En todos estos casos, el organismo debe adaptar su medición, y es de esperar que el INDEC haya tomado nota de estos problemas entre 2002 y 2006.

Pero desde algún momento del año 2006, la política de precios se volvió más agresiva aún: se interviene no ya sobre los precios o tarifas efectivas de los bienes y servicios, sino sobre el registro de esos precios. Desde entonces, el índice no sólo mide precios «de desequilibrio», sino que mide «precios falsos». Un ejemplo de esta práctica es la evolución de la inflación en el sector Turismo. (Gráfico 1.) Si bien el turismo está inmerso en una expansión excepcional, particularmente en el área de Buenos Aires, la medición del INDEC sugiere que los precios del sector que crecían a tasas interanuales superiores a 20% hasta octubre del año pasado perdieron su impulso y comenzaron a declinar a tasas superiores a 5% anual. Es decir que en el medio del boom turístico, caen los precios nominales a tasas nunca vistas. El principal componente del rubro, el costo del Alojamiento, explica buena parte del cambio: sus precios ya no crecen a más de 30% anual, como ocurrió en buena parte de 2006, sino que se desploman a tasas de 22% (abril) y 17% anual (mayo).

El manoseo de este índice va más allá de Turismo, de modo que simplemente no existe un buen índice de precios. ¿Pero existe alguno alternativo? La inflación en el interior del país parece ser más elevada, según los últimos registros observados. ¿Qué nos puede agregar una comparación de la inflación en el interior con la que mide el INDEC en el área de Buenos Aires? Bastante, a juzgar por lo que muestra el gráfico en Tapa, en el que se calcula la diferencia de inflación (promedio simple mes a mes) en 6 ciudades del interior del país (Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, San Luis y Catamarca) respecto de la Ciudad de Buenos Aires.

Cuando la diferencia es negativa, la inflación en la Ciudad de Buenos Aires es mayor que el promedio del interior. Eso es lo que en general ocurría para el período que va de octubre de 2005 a octubre de 2006 incluido. Pero a partir de entonces, ocurre un verdadero milagro: en primer lugar, las diferencias promedio mensuales que hasta entonces eran de 0,18 de punto porcentual saltan en los 7 meses siguientes ( noviembre 2006 a mayo 2007) a 0,59 de punto porcentual. En segundo lugar, pasan de ser negativas (mayor inflación en la Ciudad de Buenos Aires) a positivas (es decir, la inflación medida en CBA es más baja). Finalmente llegan a su máximo en los últimos dos meses: en abril y mayo, el índice en la Ciudad de Buenos Aires es 0,87 de punto porcentual menor que el registrado en promedio en las ciudades del interior.

¿Se deben estos cambios sorprendentes a que la demanda crece más aceleradamente en el interior, o la diferencia se centra en algún grupo particular de bienes y servicios? Desagregando por capítulos, se comprueba que las diferencias son generalizadas, con la excepción de los capítulos de salud y educación. En cuanto al exceso de demanda (¿por qué ahora y no antes?), es de suponer que los mercados argentinos están conectados, y que -si tal fuera la explicación- tarde o temprano la presión inflacionaria se trasladaría al GBA. Lo más probable, sin embargo, es que la medición del IPC en GBA tenga vicios insalvables. Si la «verdadera» inflación se asemeja a la que miden las direcciones provinciales de estadística, entonces desde fines del año pasado la inflación se ha mantenido sistemáticamente por sobre 14% y alcanzó 17,8% anual en el promedio (anualizado) de los últimos 3 meses. Es decir que la tasa de inflación que miden (oficialmente) los institutos de estadística provinciales es alrededor del doble de la tasa observada según el INDEC en la Ciudad de Buenos Aires y conurbano. Estas diferencias de medición marcan inconsistencias que difícilmente se sostengan: o se corrige la medición en GBA, o la distorsión de índices se extiende al interior, o simplemente dejarán de publicar algunos de estos índices de precios.

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