Al menos un sector pudo sortear la crisis econó-mica y crecer aunque ni siquiera sea para bien de la propia Argentina. Es que las agraciadas -las únicas que funcionan a «más no poder»son las empresas de mudanzas al exterior, que desde diciembre llevan un crecimiento sostenido de entre 60 y 70 por ciento, en comparación con años anteriores. El grueso de los que se mudan al extranjero no son PyMEs ni mucho menos grandes firmas sino particulares que prefieren probar suerte con economías más estables. Hay además otra particularidad entre estos emigrantes: se van «en familia». El movimiento migratorio nuevo es diferente a la emigración individual (muy demandada últimamente en todas las embajadas) porque tiene pensado transportar todos los muebles y electrodomésticos para satisfacer a un grupo de personas, tal como indicaron las mudadoras internacionales en un sondeo realizado por Ambito Financiero.
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El éxodo familiar post devaluación ya lleva tres meses de desarrollo pleno y es silencioso pero bastante numérico porque las mudadoras no dan abasto. Ayer, algunos de los teléfonos para solicitar este servicio estuvieron ocupados por horas y los encargados comerciales avisaban que «no podían atender más clientes».
Los que se fueron y quienes tienen planificado hacerlo no pueden utilizar sus ahorros atrapados en el «corralito» en el extranjero ni tampoco pueden disponer de sus fondos antes de dejar el país argumentando su emigración. Por eso, es difícil encontrar a un emigrante familiar de los nuevos atado completamente al «corralito». Además, para hacer frente a los gastos de mudanza solamente, es necesario contar con un promedio de u$s 3.000 en efectivo. Para Europa puede llegar a u$s 5.000 mientras que para países vecinos ronda u$s 2.000. «Hay dos tipos de nuevos clientes: el que perdió el trabajo o no confía en el país y elige irse con o sin propuesta afuera, y otro de altos recursos, con trabajo, conexiones, familia que no quiere bajar el status de vida», explicó Gustavo Danada, de la empresa La Mudadora.
Los destinos más elegidos para escaparse definitivamente son: Chile, Brasil, Uruguay, España e Italia. También hay un grupo menor que ya se mudó a países nórdicos, a Inglaterra, Portugal, Canadá, Estados Unidos, México, Paraguay, Bolivia y Perú. «Muchos se van por la inseguridad jurídica y política de la Argentina; y también por la misma inseguridad, porque no quieren que sus hijos crezcan en un entorno tan violento», explicó Andrés Amayas, de Abat Mudanzas. Pero en la «emigración del 'corralito'» se cruzan varias corrientes. Están por un lado los argentinos o nacionalizados, y por otro los que vuelven a sus países de origen porque la devaluación no los benefició. «Muchas de las mudanzas son de bolivianos que vuelven a su país porque antes de la devaluación trabajaban y ganaban en dólares, pero ahora no les conviene.»
«También hay argentinos que se van a Bolivia, a lugares como Santa Cruz, que está en buena posición económica por negocios o por el precio del petróleo», indicó Alejandro Casaburi de Mudanzas Internacionales Fleyt. Como el costo de las mudanzas al extranjero es elevado y está dolarizado, muchos emigrantes solicitan el servicio de transporte de sus bienes hasta la frontera y desde allí terminan el recorrido en partes, o bien con un servicio local. «Estamos con mucho movimiento, hay tres veces más mudanzas afuera del país que dentro de la Argentina.»
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